jueves, 28 de diciembre de 2017

UNIDAD NO SIGNIFICA NI UNANIMIDAD NI UNIFORMIDAD * ** ***


Parece que los españoles -catalanes incluidos hoy por hoy- estamos históricamente condenados a un maniqueísmo tosco, a una política burda que nos impide entender que unidad no significa ni unanimidad ni uniformidad. Sin haber llegado a cerrar nunca la herida de las dos españas, se ha abierto la de las dos cataluñas, que, como aquélla, no se cerrará ni colgando banderas ni entonando himnos.

Y es que vistos los resultados del 21D, el panorama político/social en Catalunya es enormemente preocupante. Tan arraigado está el problema identitario, tan antagónicos son los dos bloques -de secesionistas y de unionistas/constitucionalistas- que apenas ha quedado espacio para otros planteamientos políticos: tanto la propuesta de reconciliación de Iceta como la dialéctica izquierda/derecha de Domènech han quedado en tierra de nadie.

Dice Ábalos, Secretario de Organización del PSOE, que la propuesta de indultos generó cierta desconfianza en los antiindependentistas. Lo triste es que probablemente tenga razón. La lógica de la reconciliación que defendió Iceta implicaba conceder indultos -que no eliminan el delito, sino la pena a cumplir- para que realmente fuera efectiva: difícilmente podría haber reconciliación mientras algunos dirigentes secesionistas siguieran cumpliendo condena. Que esa lógica no haya sido ni entendida ni tenida en cuenta evidencia que la propuesta llegaba demasiado pronto: antagonistas y beligerantes, los dos bloques enfrentados no buscan la reconciliación de todos, sino la derrota del contrario para imponer sus tesis.

Peor paradas han salido la ambigüedad territorial y la propuesta de una alternativa progresista y de clase de Domènech para un Govern del pueblo y para el pueblo. Ha sucumbido a la mayoría de la derecha catalana, independentista o unionista -JxCat, C's y PP, que suma el 51,26% de los votos-, y a la izquierda catalanista actual -ERC y CUP-, que solo tiene ojos para la independencia: el velo de las identidades nacionalistas lo nubla todo.

* Publicado en infoLibre. Librepensadores. 03.01.2018
https://www.infolibre.es/noticias/club_infolibre/librepensadores/2018/01/03/unidad_no_uniformidad_unanimidad_73613_1043.html

** Publicado en elperiodico.com. Entre Todos, con el título "De las dos Españas a las dos Catalunyas". 05.01.2018
http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/las-dos-espanas-las-dos-catalunyas-155654

 
*** Publicado un extracto en las ediciones en papel, en castellano y catalán, de elperiodico.com
 

viernes, 22 de diciembre de 2017

PUIGDEMONT NO HA VOTADO *


En los sistemas democráticos es preceptivo que el sufragio sea universal, libre, igual, directo y secreto. Universal, porque deben tener derecho al voto todos los mayores de edad no excluidos por alguna razón legal; libre, porque debe haber una pluralidad de opciones políticas en concurso que los ciudadanos puedan elegir; igual, porque todos los votos deben valer exactamente lo mismo: uno -aunque proporcionalmente no influyan igual todos los votos-; directo, porque debe ser un acto personal no delegable en otro, ni siquiera con el consentimiento de ese otro; secreto, en fin, porque debe garantizarse que no existan presiones del entorno a la hora de elegir el voto -y porque nadie puede ser obligado a declarar qué vota.

El candidato Carles Puigdemont, cabeza de lista de JxCat, no ha votado, ni directa ni indirectamente, en las elecciones autonómicas catalanas del 21D. Directamente no, porque ni se ha desplazado desde Bruselas a depositar su voto, ni se ha inscrito en el Consulado para poder votar. Indirectamente tampoco porque no existe el voto delegado: nadie puede votar por él.

Sin embargo, parece que una ciudadana de 18 años, Laura, votante por primera vez, ha decidido ceder su voto al candidato Puigdemont. Un gesto romántico y simbólico -y eficazmente propagandístico-, sin duda, pero inútil: diga lo que diga, el voto que ha depositado es suyo y de nadie más y así figurará en el acta de la mesa electoral. Y más vale que así sea, porque de lo contrario sería un voto democráticamente ilegítimo.

Entiendo que el gesto haya conmovido a Puigdemont -tu Laura representes aquesta albada d'esperança, ha twitteado- y que se sienta agradecido, pero no entiendo que quien aspira a presidir la Generalitat de Catalunya -y que se autotitula President legítim- no lo haya rechazado y no haya explicado a la joven votante que en democracia eso no se puede hacer.

El candidato Oriol Junqueras, cabeza de lista de ERC, ha votado por correo desde la cárcel de Estremera. Puigdemont no ha votado.

* Publicado en elperiodico.com Entre Todos. 22.12.2017
http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/puigdemont-votado-155087#

viernes, 15 de diciembre de 2017

SEIS PRESIDENTES *

Desde las elecciones de 1977, las primeras democráticas tras la dictadura, España ha tenido seis presidentes de gobierno: Adolfo Suárez (1977-1981), Leopoldo Calvo-Sotelo (1981-1982), Felipe González (1982-1996), José María Aznar (1996-2004), José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) y Mariano Rajoy (2011-2017). Los dos primeros, de la desaparecida UCD; los cuatro restantes, alternando gobiernos de PSOE y PP respectivamente.

De las legislaturas de Suárez -sin contar el gobierno predemocrático de 1976- destacan los Pactos de la Moncloa, el restablecimiento por Decreto de la Generalitat de Catalunña, la tramitación de la primera ley de divorcio, la reforma fiscal, la despenalización del adulterio, la supresión de la censura y, sobre todo, las negociaciones que posibilitaron la redacción y aprobación de la Constitución del 78.

Durante los escasos dos años que Calvo-Sotelo fue presidente, tras su accidentada investidura por el intento de golpe de Estado de Tejero -y quién sabe quiénes más en la sombra- se aprobó ley de divorcio, se firmó el Acuerdo Nacional de Empleo -que no funcionó- y, sobre todo, España entró a formar parte de la OTAN -que sin duda era su objetivo prioritario-, y se establecieron las bases para un futuro acceso al Mercado Común -como entonces se llamaba la UE.

Cuatro legislaturas seguidas gobernó Felipe González y no son pocos los acontecimientos que destacan en sus mandatos: la universalización de la sanidad y la enseñanza públicas, la despenalización parcial del aborto, la reconversión industrial, el inicio de las privatizaciones de empresas públicas (en sintonía con las políticas neoliberales thatcherianas), etc. Se completó, además, el proceso estatutario autonómico y de descentralización administrativa, pero sobre todo destaca la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea -entonces el nombre de la UE. Los casos de corrupción y la guerra sucia pusieron fin a su gobierno.

De los dos mandatos de Aznar destacan dos hechos: la adopción del euro como moneda nacional -formando la Zona Euro junto a otros diez Estados- y la participación española, como miembro de la OTAN, en los bombardeos sobre Yugoslavia de 1999, y, como aliada de EEUU y RU -aquel trío de las Azores-, en la guerra de Irak de 2003. Esa participación en la guerra y las mentiras a propósito del 11M, le costaron las elecciones al PP.

Durante las dos legislaturas de Zapatero se aprobaron, entre otras, leyes ciertamente novedosas: contra la violencia de género, sobre el matrimonio homosexual, antitabaco, de dependencia, de igualdad, de memoria histórica, de economía sostenible... que han tenido un enorme impacto político y social. Súmense a esto el fin de ETA -que definitivamente dejó de matar- y los terribles recortes sociales a partir de mayo de 2010 cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste.

Este esquematísimo e incompleto resumen da cuenta de hechos que han sido relevantes -junto a la corrupción político/empresarial que ha contaminado tantas instituciones durante todos estos años- y han dejado huella política y social en nuestro país. Se podrán valorar unos u otros como positivos o negativos, pero, para bien o para mal, han sido especialmente significativos e influyentes en la historia de estos últimos 40 años.

¿Y Rajoy? Rajoy está en su segunda legislatura, tras una primera de mayoría absoluta legislando a placer y ninguneando a la oposición. Lo más destacable de su gobierno hasta hoy ha sido la impronta neoliberal y, sobre todo, ultraconservadora ahondando en los recortes sociales y desandando el camino de los gobiernos anteriores: más recortes sociales, precarización laboral, ley mordaza, reforma de la ley del aborto, amnistía fiscal... Nada reseñable en política internacional. Nada significativo en las relaciones con la UE. Nada de nada. A este paso, lo que podrá ser más recordado será el haber aplicado por primera vez el 155CE para frenar el secesionismo catalán -o haber sido el presidente cuando Cataluña se independizó.


* Publicado en infoLibre. Librepensadores. 24.12.2017
https://www.infolibre.es/noticias/club_infolibre/librepensadores/2017/12/24/seis_presidentes_73408_1043.html

martes, 12 de diciembre de 2017

A VUELTAS CON EL ADOCTRINAMIENTO *


No es un secreto que la escuela -los sistemas educativos- tiene dos funciones básicas: la académica, que es su función específica y consiste en la transmisión del saber, y la socializadora, compartida con otros agentes socializadores -familia, grupo de edad, medios de comunicación, etc.- que consiste en la transmisión de los valores, las normas, las costumbres, las ideas, etc. propios de la sociedad en la que nos integramos.

La función académica es la dimensión científica, la enseñanza de todas las ramas del saber, y debe estar guiada por el mayor rigor y la mayor objetividad posibles, porque su suelo teórico es la verdad -o lo que la comunidad científica acepta como verdadero. Las reglas matemáticas, las reglas sintácticas, las leyes de la física o los hechos históricos no son opinables ni admiten controversia en los niveles inferiores de la escuela -aunque sí deben ser objeto de crítica en los niveles superiores y universitarios-, sino que se asumen como ciertos y como conocimientos que el alumnado debe adquirir en progresión según su edad. Su objetivo es el de formar personas cultas, capaces de entender y transformar el mundo aplicando sus conocimientos.

La función socializadora es su dimensión ideológica, esto es, la enseñanza del conjunto de ideas específicas de una determinada sociedad en un tiempo histórico determinado. Su fundamento teórico no es la verdad, sino la integración social. Dar las gracias, comer con cuchara y tenedor, respetar a los demás, no hacer trampas, etc. se asumen como valores propios de nuestra sociedad y así se enseñan -se aprendan y se practiquen o no, claro-. Su objetivo pues es, estrictamente hablando, adoctrinar, formar personas socialmente adaptadas.

Decir que la educación adoctrina es una tautología: toda educación es inevitablemente adoctrinamiento, disciplinar, dar instrucciones. Cuando se denuncia adoctrinamiento lo que se denuncia es el uso torticero de la enseñanza, esto es, cuando se utiliza la enseñanza como instrumento moral, religioso o político al margen del rigor académico y de la integración social.

"La Segunda República española estuvo vigente entre 1931 y 1936" (entre su proclamación y el inicio de la guerra civil); "La Segunda República española estuvo vigente entre 1931 y 1939" (entre su proclamación y el final de la guerra civil); "La Segunda República española estuvo vigente entre 1931 y 1977" (entre su proclamación y la renuncia del último presidente en el exilio); "La gloriosa Segunda República española estuvo vigente..."; "La nefasta Segunda República española estuvo vigente...". Estas cinco proposiciones hablan exactamente de lo mismo, pero ¿dicen lo mismo? Evidentemente no. El único criterio para determinar cuál de ellas es la académicamente correcta es el rigor histórico. Cualquier otro criterio roza -o se mete de lleno- en el adoctrinamiento.

Puedo enseñar que "la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cubo de la hipotenusa", que es una proposición matemáticamente falsa. Quizá lo haya enseñado así por mi propia falta de conocimientos -por mi ignorancia-, o simplemente por despiste -por error-. Pero imaginemos que, por los motivos que sean, lo enseño así con la intención premeditada y oculta de que lo así aprendan y acepten como verdadero lo que es falso. 

Y otro tanto puede ocurrir en la transmisión de los valores sociales. No es lo mismo decir "la familia está compuesta por el padre, la madre y los hijos" que decir "la familia tradicional está compuesta por el padre, la madre y los hijos si los hay" o que "la familia actualmente está compuesta por dos cónyuges y sus hijos, o por una persona y sus hijos".

Falsear la verdad -y solo hay falsedad si hay ánimo premeditado de engañar- o maquillarla hasta ocultarla y hacerla coincidir con las propias ideas entra de lleno en ese adoctrinamiento torticero que se denuncia.

En su Respuesta a la pregunta ¿qué es la ilustración? (1784) distinguía Kant entre el uso público y el uso privado de la razón. El primero es el del intelectual que expone sus ideas al gran público y debe ser absolutamente libre; el segundo es el uso de quien ejerce un cargo institucional o público, que debe estar limitado por las leyes de la institución a la que sirve. Uso público de la razón es el del profesor que, fuera del aula -en el espacio público (libros, prensa, conferencias, debates, etc.)- expone sus propias tesis y defiende sus opiniones. Uso privado es el que hace ese mismo profesor en el aula cuando deja al margen sus creencias, su ideología, sus opiniones personales o de grupo -moral, religioso, político o social-.

Si es así, solo hay realmente adoctrinamiento cuando el profesorado -o el diseño del sistema educativo- expone en el ámbito privado de la escuela lo que solo debería formar parte del ámbito público.

* Publicado en el nº 237 del Boletín del CDL Madrid, págs. 8-9, de diciembre de 2017.
https://www.cdlmadrid.org/wp-content/uploads/2017/01/122017.pdf 

jueves, 7 de diciembre de 2017

LO QUE FALTA Y LO QUE SOBRA *


Reformar la Constitución es posible, pero desde luego no es fácil. Las cautelas que el texto constitucional establece para la reforma parcial o total exigen mayorías muy amplias tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado, de manera que prácticamente es necesario el concurso de varios grupos parlamentarios para que se puedan realizar.

Cualquier pequeña reforma -si no afecta a los Títulos y artículos especialmente protegidos- necesita ser aprobada por una mayoría de tres quintos en ambas cámaras, o sea, por 210 diputados y 160 senadores. Si lo que se pretende reformar afecta al Título Preliminar -soberanía, forma política del Estado, lenguas, símbolos, capitalidad, etc.-, a la Sección 1ª del Capítulo Segundo del Título I -los derechos fundamentales y las libertades públicas- o al Título II -todo lo relacionado con la Corona- la mayoría exigida es de dos tercios, o sea, 234 diputados y 178 senadores. En este segundo caso, se exige, además, que se disuelvan las Cortes, que se convoquen elecciones, que el nuevo Parlamento apruebe el nuevo texto con una mayoría de dos tercios y, por último, que sea ratificado en referéndum.

Con la composición actual del Congreso de los Diputados, una reforma profunda de la Constitución necesitaría los votos de PP, PSOE y C's -253 diputados-, de PP, PSOE y UP -284 diputados-, o de los cuatro -324 diputados entre todos ellos. Sin embargo, en el Senado los 22 votos de UP y sus aliados y/o los 3 de C's resultan irrelevantes. O lo que es lo mismo: para una reforma profunda bastarían los 215 votos de PP y sus aliados -151- y los del PSOE -64 sumando a NC y ASG.

Todo esto es pura aritmética y mal que bien, salen las cuentas. Pero la verdadera condición de posibilidad es la voluntad y la generosidad políticas de llegar a los acuerdos más amplios posibles para que efectivamente pueda ser la Constitución de todos. Pero me temo que eso no va a ocurrir, porque faltan tales virtudes políticas y sobran fundamentalismos y cálculos electorales.

* Publicado en elperiodico.com Entre Todos con el título "Faltan virtudes políticas y sobran cálculos electorales". 12.12.2017
http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/faltan-virtudes-politicas-sobran-calculos-electorales-153440