domingo, 29 de junio de 2014

NO ES UN FLORERO *

Ya se conocen los resultados de la recogida de avales para presentarse como candidatos a la Secretaría General del PSOE que se votará el próximo día 13 de julio (y se supone que se ratificará en en Congreso extraordinario de final de mes); quiénes son los que han pasado el corte (los 9874 avales necesarios); el número de avales que ha aportado cada uno y el de avales válidos; hasta el origen de cada uno de esos avales se conoce; y se conoce, claro, cuántos afiliados han avalado a alguno de los tres y cuántos han preferido no hacerlo. 

Son tres los ya candidatos: Pedro Sánchez Castejón, Eduardo Madina Muñoz y José Antonio Pérez Tapias. Son tres, pero parece que todos los medios hubieran decidido que son dos, Sánchez y Madina, y se olvidan del tercero. Quizá sea por el número de avales, o porque es mayor que los otros dos o porque es un candidato nítidamente de izquierdas.

Aunque se olvidan de más cosas. Quienes así lo están entendiendo (y escribiendo) se olvidan de que la lógica de la política cuenta con unos resortes no siempre previsibles, porque está más cerca de la lógica difusa o borrosa (las fuzzy logic que admiten más de dos valores de verdad) que de las bivalentes (o verdadero o falso; o blanco o negro). Se olvidan, por ello mismo, de los propios errores de predicción cuando dieron por cadáver político a quien hoy es Presidente del gobierno (por poner un ejemplo obvio). Pero sobre todo se olvidan de que el día 13 votarán los militantes, y lo harán en urna, introduciendo su sobre con su voto privado (sin nombre y apellidos como en los avales), de manera que bien pudiera ser que se desinflaran en votos quienes se han inflado a obtener avales. 

Como no soy militante del PSOE no votaré, claro está, pero, como analista, por pura prudencia, yo no descartaría a Pérez Tapias. Menos aún lo descartaría si los militantes socialistas deciden apostar por volver a políticas de izquierda y socialistas, conceptos estos que desde hace tiempo lamentablemente dejaron de ir juntos.
Evidentemente me puedo equivocar, pero de lo que estoy seguro es de que Pérez Tapias no es un florero.

* Publicado en elplural.com Opinión. 30.VI.2014

sábado, 28 de junio de 2014

GENERACIÓN / REGENERACIÓN

Seguramente ya no hay duda de que estamos viviendo un fin de ciclo: el agotamiento, el fracaso, el derrumbe, da igual cómo lo llamemos, del sistema que nos dimos en el 78 como salida de la dictadura. Si crisis significa cambio, desde luego es más que propio decir que estamos en plena crisis.

Hasta 2008, año en que empezó la crisis financiera el sistema aguantó los acosos terroristas; mal que bien, aguantó las corrupciones que le hicieron perder el gobierno a Felipe González y la arrogancia de esa derecha sin complejos de Aznar que nos llevó a la guerra; aguantó la inexistente separación de poderes; soportó los continuos escándalos de corrupción en todos los niveles de la administración, en los partidos, en las patronales, en los sindicatos, en las empresas. Por soportar, hasta soportó una ley electoral injusta por desproporcionada. Desde ese año, después de 30, todo empezó a venirse abajo, y desde mayo de 2010 (la rendición de Zapatero a los chantajes de los mercados, la reforma ultraliberal de la Constitución y todo lo que vino después) el desmoronamiento pareció ya imparable.

Esa crisis financiera se transformó en crisis económica (falta de crédito, cierre de empresas, desempleo, disminución del consumo, recesión, etc.), que se transformó en crisis social (recortes sociales, desahucios, familias completas en paro, pobreza, etc.) y que inevitablemente ha devenido en crisis institucional y política (el descrédito de las Instituciones, de la política y de los políticos, a la vez que el surgimiento de movimientos ciudadanos de indignados).

Y todo esto ha tenido y está teniendo consecuencias, claro está. Si echamos un vistazo a la situación actual vemos un gobierno casi oculto, trabajando en la sombra, sostenido por un partido, el PP, bajo sospechas fundadas de corrupción y una mayoría absoluta y soberbia en el Parlamento que se sabe con los días contados; el PSOE, por su parte, buscándose a sí mismo y en pleno proceso de saber qué son y qué quieren ser, con un Rubalcaba dimitido ya pero en su puesto aún, y con un PSC en peligro de cisma si no de desaparición; en Cataluña, el reto soberanista, sin duda fuertemente apoyado por buena parte de la ciudadanía, que pone en jaque al gobierno y al Estado mismo, pone en riesgo además la coalición entre Convergencia y Unió al ver cómo los réditos del plante independentista se los está llevando Esquerra; y, ante el éxito sorprendente de Podemos, IU toma nota y anuncia un proceso de renovación. Y un Rey, Jefe del Estado, que abdica, que dimite de su puesto, para que su heredero asuma su título y su cargo. Y un nuevo Rey, Jefe del Estado, que desde el minuto uno sabe que la monarquía está en entredicho y que crece la reivindicación republicana.

Todos los esfuerzos que está haciendo el aparato del sistema moribundo hace aún más visible la crisis que vivimos: sean los indultos escandalosos, las tramitaciones a matacaballo de la Ley Orgánica de Abdicación y del aforamiento de Rey dimitido, su consorte y la familia Real, los recursos de la fiscalía anticorrupción (?), las propuestas de revisiones de libertades y derechos democráticos o sea el aumento significativo de la dotación de material antidisturbios.

Cada vez hay más voces que piden un cambio generacional. Creo, sin embargo, que lo importante no es un cambio de generación, sino un cambio de regeneración que tarde o temprano nos llevará a una reforma profunda de la Constitución si no a un nuevo proceso constituyente que establezca las nuevas reglas de juego.

jueves, 26 de junio de 2014

UNA VOZ DISTINTA EN EL PSOE ( II )

En agosto de 2012, ¡hace ya casi dos años!, colgaba aquí mismo la entrada Una voz distinta en el PSOE, en la que echaba en falta en el PSOE un discurso alternativo al oficial, una voz moral que dijese no como en su día hiciera Antonio García Santesmases, crítico con la cada vez menos socialistas políticas de Felipe González, que reclamase políticas nítidamente de izquierda.

Releyendo el texto, además, encuentro sorpresas (porque ya lo había olvidado, claro): se advierte sobre la posibilidad de una gran coalición PP-PSOE (como hace unos días el mismo González y los medios sondearon); se especula sobre la posibilidad de que el PP, aun perdiendo apoyos sustanciales, conserve suficientes votos en futuras elecciones, mientras que el PSOE no solo no aprovecha el bajón del PP, sino que aún no había tocado fondo y seguiría perdiendo votos y apoyos (como efectivamente así ha sido); y se habla de la casta, que ahora tanto resuena, pero atribuyendo la expresión a sus creadores: los sectores más ultraconservadores y menos demócratas (y que curiosamente Podemos se ha apropiado eficazmente). Por decirlo todo: también se vaticina en el artículo un rescate a la griega o una suspensión de pagos con salida del euro incluida, y eso afortunadamente no se ha cumplido (ni parece que ya pueda ocurrir).

Si he vuelto a la entrada del 2012 es porque sí parece que se oye ahora esa voz distinta: José Antonio Pérez Tapias, que puede ser candidato a la Secretaría General del PSOE (si, como parece más que posible, reúne los avales necesarios), sí está proponiendo políticas socialistas. Y sin duda tiene la autoridad moral e intelectual exigible: fue de los pocos (muy pocos, escandalosamente pocos) que no votó la reforma exprés y neoliberal del artículo 135 de la Constitución.

Proponer un Estado Federal plurinacional y cambios constitucionales profundos; hablar de nuevo de banca pública y de economía social; reivindicar la laicidad del Estado y la igualdad real de género; tomarse en serio por fin la justicia y los derechos y libertades civiles, o sea, volver al discurso estrictamente socialista, puede ser el camino, si no hacia la Moncloa, sí a la dignidad.

lunes, 23 de junio de 2014

CONVERTIR UN DERECHO EN UN PRESUNTO DELITO *

Durante la dictadura, si veía a un gris (la policía de entonces) normalmente me cambiaba de acera para no cruzarme con él, porque sabía perfectamente que muchos españoles (y yo entre ellos) éramos sospechosos de antemano, y porque sabía perfectamente que esa policía estaba al servicio del Régimen (así se llamaba eufemísticamente la política filofascista del dictador) y no, desde luego, al servicio de los ciudadanos (verdaderamente más súbditos que ciudadanos en aquella España igual de gris.

Debo reconocer que ingenuamente pensé que eso se había terminado para siempre; que la Constitución del 78 nos garantizaba las libertades políticas y los derechos civiles que nos habían hurtado durante la dictadura; que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (así los llaman en los telediarios) están al servicio del Estado, pero precisamente para protegernos a los ciudadanos y garantizarnos el ejercicio de nuestros derechos, Pero cada día me desengaño más.

Ya no son raras las imágenes de policías aporreando (en Madrid, en Barcelona, en Valencia, en cualquier ciudad) a ciudadanos que se manifiestan pacíficamente (y a algún compañero ¿infintrado? entre los manifestantes: ¡que soy compañero, coño!), o dándole una bofetada a una niña por estar mirando lo que no debía, o entrando en bares para sacar de allí a los refugiados, o impidiendo el paso a quienes llevan una chapa con la bandera republicana (¿me lo dices en serio?, preguntaba la niña, incrédula). O saltándole el ojo a una ciudadana con una pelota de goma. Y como esas imágenes ya no son raras, la solución es impedir que se tomen, identificar a los manifestantes, multar a los identificados, etc.: convertir un derecho en un presunto delito.

Y las autoridades (esos que dan las órdenes políticas) disculpando y exculpando los abusos cuando los hay: exceso de celo, dicen; son casos puntuales, dicen. Parece que otra vez les mandan velar celosamente por la seguridad, pero no de los ciudadanos, ni de sus derechos y libertades.

* Publicado en elplural.com. Opinión. 23.VI.2014

jueves, 19 de junio de 2014

PRIORIDADES

Quienes en estos días están insistiendo en que la cuestión de la forma política del Estado no es un asunto prioritario se apoyan sobre todo en dos datos: por una parte, en que lo du grave y prioritario, hoy por hoy, es el paro y la profundísima crisis económica; y, por otra, en que la Jefatura del Estado tiene constitucionalmente un papel meramente simbólico.

Sin duda el paro y la crisis económica son asuntos prioritarios, como la precariedad laboral o la pérdida de derechos y servicios sociales. Claro que todo eso es prioritario. Pero se olvidan de algo: esta crisis comenzó siendo financiera, degeneró en crisis económica y hace tiempo que se transformó en crisis política y social que afecta a todas las Instituciones, incluida la Corona que acaba de heredar el nuevo Jefe del Estado.

Quieran o no, el sistema que hemos vivido durante estos treinta y seis años se está cayendo a pedazos: la globalización, las políticas neoliberales de la Troika y de nuestros gobiernos, la crisis económico-política-social y la sensación de corrupción generalizada e impune se lo están llevando por delante.

No es de extrañar que en este clima de durrumbe general haya quienes pensemos que sería deseable una nueva Constitución y un referéndum para elegir entre la monarquía parlamentaria hereditaria actual y un régimen republicano electivo por sufragio universal.

Es posible que este asunto de la monarquía no sea prioritario, pero para un sistema cabalmente democrático siempre debería ser prioritario el derecho de los ciudadanos -el pueblo soberano- a elegir a sus representantes.

domingo, 15 de junio de 2014

SOMOS PROLETARIADO *

Cuando en mayo de 1979 el PSOE, de la mano de Felipe González, renunció al marxismo como ideología y como método de análisis (aunque la renuncia se consolidó en septiembre), la Europa democrática disfrutaba de las libertades civiles y los derechos sociales a los que aspiraba aquella gris España que aún olía a dictadura. Sirvió aquella renuncia, sin duda, para ganar las elecciones y el Gobierno tres años más tarde, pero también sirvió para iniciar la desideologización del partido y para acomodarse al sistema.

Quienes entonces tenían una visión más amplia, del pasado y, sobre todo, del futuro, se opusieron a tal renuncia, pero perdieron el congreso y, más aún, su influencia política en el día a día del partido: la izquierda del PSOE fue quedando casi como un residuo testimonial.

En ese mismo mayo del 79 ganaba las elecciones en el Reino Unido Margaret Thatcher y en La vieja Europa (esa de la que se burlarían Aznar y Runsfeld casi 25 años después) comenzó a romperse el pacto entre el movimiento obrero (que aceptaba el sistema capitalista a cambio de derechos sociales) y la burguesía liberal (que aceptaba el papel social del Estado a cambio de paz laboral). La consigna de Thatcher (there is no alternative, no hay alternativa –al capitalismo-) se transformó en acoso a los sindicatos, privatizaciones de empresas y servicios públicos (las joyas de la corona), desregulación de los mercados, precarización de las condiciones laborales, recortes de derechos y prestaciones sociales, etc. Y su consigna, como un nuevo fantasma, recorrió Europa (más aún tras la caída del muro en el 89 y el desmoronamiento de los sistemas comunistas del Este en los 90).

Si esto es así, el PSOE se apuntó a la socialdemocracia (si no al liberalismo sin más) justo cuando esa burguesía liberal se disponía a romper su compromiso. O sea, que dejó de ser izquierda precisamente cuando el acoso de la derecha se estaba fraguando.

Quizá llegó el momento de que el PSOE recupere lo que nunca debió perder y entienda que hoy la mayoría de los ciudadanos de nuevo somos proletariado.

* Publicado el 16.06.2014 en elplural.com.Opinión

miércoles, 11 de junio de 2014

PORQUE NO LO PODEMOS SER

El tres de septiembre de 2011, a propuesta del Gobierno del PSOE y con el acuerdo sin fisuras con el PP (y otros añadidos), se votó a toda prisa en el Congreso de los Diputados la reforma del artículo 135 de la Constitución que, en la práctica, rompe el pacto constitucional sobre la economía social de mercado e impone, de facto, el modelo neoliberal: menos Estado.

En aquella votación, del grupo parlamentario Socialista dos Diputados votaron en contra de la reforma (en rigor, solo uno, Antonio Gutiérrez, porque el otro se disculpó  ya que votó en contra por error, según dijo) y tres más (Juan Antonio Barrio de Penagos, José Antonio Pérez Tapias y Manuel de la Rocha, los tres de Izquierda Socialista) se ausentaron de la votación en señal de desacuerdo. Ninguno de los cuatro es hoy Diputado.

Este once de junio de 2014 se ha votado en esa misma Cámara, a propuesta del Gobierno del PP y con el acuerdo sin fisuras con el PSOE (y otros añadidos), la Ley Orgánica de Abdicación, que, en la práctica, ratifica lo que la Constitución establece en su artículo 1.3 (la Monarquía parlamentaria como forma política del Estado).

Esta vez han sido solo dos los Diputados díscolos en el grupo socialista: Odón Elorza, que se ha abstenido, y Guillem García, que se ha ausentado en señal de protesta. Todos los demás han votado obedientemente (y supongo que algunos por real convicción).

En 1912 Pablo Iglesias (aquel Pablo Iglesias fundador del PSOE) en esa misma sede parlamentaria dijo que no somos monárquicos porque no lo podemos ser; quien aspira a suprimir al rey en el taller, no puede admitir otro rey. Seguramente por eso, en mayo de 1978, cuando se votó el artículo 1.3 de la Constitución el PSOE se abstuvo de la mano de Luis Gómez Llorente. Sin duda eran otros tiempos.

Parece que ahora este PSOE tiene una profunda vocación suicida y no acaba de entender que con estas decisiones cada vez se aleja más de sus posibles electores. Tan ensimismado está este PSOE que no es capaz de entender que está en riesgo cierto de desaparecer. Dice Rubalcaba, ya con un pie fuera de la dirección, que no va a romper el pacto constitucional y que no cabe otra posibilidad que votar afirmativamente. Y los ciento ocho Diputados con su voto dicen amén. Será curioso oír a los Diputados Madina y Sánchez cuando hablen sobre la renovación del partido.

domingo, 8 de junio de 2014

VA DE SUYO *

[Retomo la actividad en el Blog con esta entrada que abandona la serie A Lomos de Una Pantera y comienza una nueva: Uno a la Izquierda].

Que la democracia debería ser –como su nombre indica- el gobierno de los ciudadanos, va de suyo; que en los sistemas democráticos los ciudadanos –el pueblo- expresan sus preferencias a través del voto, también va de suyo; que la soberanía –la máxima autoridad, la que no reconoce ninguna superior- en los Estados democráticos es el pueblo –los ciudadanos-, igualmente va de suyo; que los ciudadanos se constituyen en Estado ejerciendo su poder y mostrando en su Constitución los principios políticos que desean, por supuesto va de suyo.

O sea, que en un Estado democrático, el soberano no es el Jefe del Estado –sea Rey o no-, ni el Parlamento –que es soberano en sus decisiones, sí, pero no es el soberano, sino su representación-. En un Estado democrático el soberano es el pueblo, los ciudadanos.

En 1977 las Cortes se autonombraron constituyentes y a través de cuatro grandes consensos –ni Monarquía ni República: Monarquía Parlamentaria; ni Estado Centralista ni Estado Federal: Estado Autonómico; ni liberalismo económico ni economía planificada: economía social de mercado; y ni Estado Confesional ni Estado Laico: Estado Aconfesional- elaboraron la Constitución que se aprobó mediante referéndum en diciembre del 78. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria, dice textualmente el artículo 1.3.

Pero ya desde hace unos años esos cuatro consensos están en entredicho, si no patentemente rotos: nunca el Estado ha sido realmente aconfesional; el neoliberalismo más radical se ha instalado en el texto constitucional tras la reforma del artículo 135; mientras una parte de los ciudadanos piden recortar competencias autonómicas, otra parte pide abiertamente la secesión; y las voces republicanas cada vez son más nítidas, más aún tras la abdicación del actual Rey.

Que parece llegado el tiempo de reformar la Constitución hasta hacerla nueva, parece que va de suyo; que el pueblo soberano debería pronunciarse sobre la forma política del Estado, va de suyo; que el que parece que va a ser nuevo Rey debería ser el primer interesado en ello, también debería ir de suyo.

* Publicado en elplural.com/Opinión. 09.06.14. http://www.elplural.com/opinion/va-de-suyo/