martes, 27 de diciembre de 2016

LA NUEVA POLÍTICA, COMO LA VIEJA *

Podemos nació trayendo bajo el brazo el pan de la nueva política, algo así como la herramienta que lograría sacarnos de la decadencia y la corrupción políticas empoderando a la gente frente al establishment, a la oligarquía, a la casta. Y la idea funcionó tan bien que su crecimiento fue espectacular. Tanto éxito tuvieron que imaginaron posible el sorpasso e incluso asaltar los cielos (sumando los votos de IU).

Se empezó a torcer todo cuando en las elecciones de junio el cántaro de leche se estrelló en los resultados: ni cielos, ni sorpasso, ni suma automática de votos. Desde entonces el desconcierto les ronda la cabeza, porque no supieron ni asimilar, ni entender, ni explicar lo ocurrido. Las tres almas de Podemos (populistas, transversales y anticapitalistas), cuatro (si en Podemos es alma Izquierda Unida), ene (si se cuentan las Mareas, en Comú y Compromís) parece que han vivido y viven de distinta manera lo que debería ser Podemos en el futuro. Y al menos en Podemos ha empezado el navajeo.


Un navajeo demasiado parecido al de la vieja política y que llevamos años viendo en los partidos de siempre. Desde el que vimos en los 80 en la implosión de la UCD de Suárez,  hasta el más reciente de Aznar haciéndole la cama a Rajoy desde su FAES, pasando por el de aquel PSOE en el que quien se movía no salía en la foto o el del bochornoso Comité Federal de octubre pasado.


A populistas y a transversales les separan solo 2400 votos internos, pero Echenique, convirtiendo su silla en trono, se permite dar un toque de atención a Errejón. Espinar (ganador de las primarias en Madrid) releva sin más a López como portavoz en la Asamblea de Madrid. Monedero se despacha en el comedor del Congreso con Yllanes (y en la prensa con el mundo mundial). Y Maestre, a lo princesa del pueblo, contesta a Echenique: ¡hasta luego, Maricarmen! Solo nos falta ver que la mitad de Podemos le cante a la otra: !que no, que no, que no nos representan, que no! La nueva política ya es como la vieja.


* Publicado en infoLibre. Librepensadores. 31.12.2016
http://www.infolibre.es/noticias/club_infolibre/librepensadores/2016/12/31/la_nueva_politica_como_vieja_59295_1043.html

viernes, 16 de diciembre de 2016

UN PSOE EN CAMINO HACIA LA NADA *


Ensimismados en sus rencillas más personales que políticas y atrapados en un suma y sigue de desconciertos ideológicos, político-económicos y estratégicos, parece que en el PSOE no son conscientes de que para su antiguo electorado cada día que pasa son menos relevantes: Podemos con sus alianzas y confluencias es ya de hecho una alternativa política y una opción real para los votantes de izquierda.

Es cierto que tampoco en Podemos están para tirar cohetes, entretenidos como están en averiguar qué son realmente, si galgos o podencos, y que los descontentos / defraudados / hartos del PSOE pueden optar por la abstención antes que votar a UP; y cierto que pueden refugiarse en pequeños partidos testimoniales, que difícilmente entrarán en las instituciones. Pero quizá lo más cierto es que a aquellos votantes (y más aún a los nuevos votantes potenciales) no les inquieta nada que el PSOE sea irrelevante en la política nacional, o que incluso pudiera llegar a desaparecer, quedando sus 137 años de historia en los archivos de la historia.

La Gestora disfraza de objetiva serenidad y de escrupulosa imparcialidad su apoyo a Díaz, su rechazo a Sánchez y su manifiesta intención de cortar cualquier iniciativa de debate ideológico que pudiera explorar otras formas de entender el partido y el socialismo democrático: todo se aplaza a un tiempo indefinido mientras se va preparando el camino Díaz, despejándolo de obstáculos.

Lo mismo que el grupo parlamentario, atrapado en su propia incoherencia interna, disimula su desconcierto haciendo brindis al sol para hacernos creer que son la oposición (tomando iniciativas estrictamente simbólicas, porque no tendrán consecuencias legislativas), mientras pacta el techo de gasto del Estado con el Gobierno en minoría de Rajoy (al que solo le incomodan de verdad las viejas glorias de su propio partido), a cambio de unas pocas migajas para el Salario Mínimo Interprofesional, para mayor gloria de la estabilidad del sistema y de la precariedad social.

Pueden seguir empeñados en aupar a Díaz unos y en resucitar a Sánchez otros, a ver quién saca los ojos a quien y se queda con todo, sin entender que a este paso ese todo puede ser simplemente nada.


lunes, 12 de diciembre de 2016

EL DESPACHO DE LA VICEPRESIDENTA * **



La vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, tiene despacho oficial en Barcelona, en la sede de la Delegación del Gobierno. Sin duda es una novedad y un golpe de efecto, algo así como la puesta en escena de una nueva etapa en las relaciones entre las instituciones catalanas y el gobierno de España para abordar a través del diálogo institucional los problemas que se plantean desde Catalunya (aquellas 46 reivindicaciones -referéndum incluido- que Puigdemont entregó a Rajoy en abril pasado).

Después de meses impugnando cada movimiento del 'procés', recurriendo al Constitucional y hasta a la fiscalía, se quiere abrir un tiempo nuevo con una actitud menos beligerante. Parece, pues, que el mensaje es claro: Barcelona (léase Catalunya, la Generalitat, el establishment catalán) no tendrá que ir a Madrid, sino que Madrid (léase el Gobierno, la burocracia del Estado, el poder central) por fin se acuerda de Barcelona para despachar. Porque tener despacho no es tener un escritorio y un equipo de secretaría, sino tener agenda política oficial y tomar decisiones políticas 'in situ'.

Como es previsible pensar que la vicepresidenta no tiene la intención de abrir despacho propio en las delegaciones del gobierno de cada una de las otras Comunidades Autónomas (aunque quizá algunas o todas ellas le reclamen un gesto similar para no sentirse discriminadas), quizá la instalación del despacho de la vicepresidenta en la calle de Mallorca tenga alguna otra lectura: hacer visible que el gobierno de España está físicamente en Catalunya porque el gobierno, lo quieran o no, gobierna en todo el territorio del Estado.

lunes, 5 de diciembre de 2016

HACIA UNA DEMOCRACIA SOCIAL *


Ramón Casas. La carga. 1899.
La ideología socialdemócrata que hoy está en crisis fue el resultado de un pacto entre capital y trabajo como consecuencia de la lucha del movimiento obrero (que nació durante el capitalismo industrial del siglo XIX para hacer frente a la explotación de los trabajadores) y del temor del liberalismo económico, a partir de 1917 (y más intensamente a partir de 1945), a un nuevo modelo político-económico basado en la abolición de la propiedad privada que es precisamente el fundamento del capitalismo. En Europa Occidental se construyó un sistema mixto de economía de mercado y de garantía de los derechos sociales -la socialdemocracia- como respuesta intermedia a la dialéctica capitalismo / comunismo.

El pacto socialdemócrata

Lo que durante años había sido ideología revolucionaria teórica plasmada en huelgas puntuales duramente reprimidas y en revoluciones pronto sofocadas por gobiernos decididamente defensores de la producción industrial a cualquier precio (y el precio era la explotación), tomaba cuerpo en el éxito de la revolución rusa de octubre de 1917. No es casual que en 1919, como parte del Tratado de Versalles, naciera la OIT, la Organizacion Internacional del Trabajo (en la que debían negociar representantes de los gobiernos, los sindicatos obreros y las organizaciones patronales), para luchar contra la explotación laboral; o que en ese mismo año la Constitución de Weimar (significativamente aprobada el 11 de noviembre, justo un año después del armisticio) sea la primera en la que se protegen algunos derechos sociales. Ese es el origen de la socialdemocracia.

Desde el punto de vista metodológico, aunque no cronológico, bien puede entenderse que el siglo XX comienza en 1870/71 (guerra franco-prusiana; unificación de Alemania; Comuna de París; etc.) y termina, tras la caída del muro de Berlín, en la década de los 90 (desmoronamiento de los regímenes comunistas de la Europa de Este; segunda unificación de Alemania; fin del Pacto de Varsovia; etc.). Es el período que cada vez más frecuentemente se entiende como la Guerra Civil Europea, que incluye las dos guerras mundiales, la guerra fría, y todos los episodios bélicos locales desde 1870 hasta las guerras de la antigua Yugoslavia (aunque algunos autores -Panikkar o Preston, por ejemplo-, prefieren poner el fin del conflicto en 1945 y entender todo lo posterior como postguerra). Sea como fuere, si la historia del apogeo de la socialdemocracia europea (y de los partidos socialistas) va ligada a los acontecimientos de este período, su crisis, propia de estos primeros años del siglo XXI, está marcada por tres acontecimientos fundamentales que se produjeron en el último cuarto del siglo pasado: la irrupción del neoliberalismo thatcheriano, el derrumbe de los sistemas comunistas de la Europa del Este y el impacto de la globalización.

El éxito del neoliberalismo de Thatcher

En mayo de 1979 la líder del Partido Conservador británico, Margaret Thatcher, anticomunista, ultraliberal, muy cercana a las tesis librecambistas de Friedman, es nombrada Primera Ministra con un fin explícito: tenemos que mover este país en una nueva dirección, cambiar nuestra manera de mirar las cosas, crear una mentalidad completamente nueva, según sus propias palabras. Esa nueva nueva dirección, esa nueva mirada, esa nueva mentalidad es lo que hoy llamamos neoliberalismo: desregulación de los mercados, privatizaciones de empresas públicas, impulso a la economía financiera y especulativa, eliminación o recortes de servicios sociales, bajada de impuestos directos y aumento de los impuestos indirectos, devaluación salarial, demonización de los sindicatos y, sobre todo, eliminación de la clase obrera como fuerza política potenciando el individualismo (el pobre es el responsable de su pobreza), la competitividad (el espíritu emprendedor) y la ilusión de pertenecer todos a una nebulosa clase media de propietarios.

Ese mismo mes de ese mismo año, el secretario general del PSOE, Felipe González, propuso en el XXVIII congreso el abandono del marxismo como referente ideológico del partido. Rechazada su propuesta y dimitido González, en el congreso extraordinario y catártico de septiembre se aprobó y el PSOE dejaba de ser marxista. Treinta y siete meses después, en octubre del 82, ganaba abrumadoramente las elecciones y alcanzaba el gobierno: la estrategia de perder su propio ser daba frutos. Durante los casi catorce años que González estuvo en el gobierno se universalizaron servicios sociales fundamentales (sanidad, educación, justicia, etc.) pero sus políticas económicas fueron más cercanas al liberalismo que al socialismo clásico: reconversión industrial, reforma laboral, ruptura con la UGT (el sindicato hermano), privatizaciones de empresas públicas (SEAT, ENASA -e inicio de las que terminaría privatizando Aznar: Endesa, Repso, Argentaria, Telefónica, etc.-) En 1994 el ministro Solchaga se enorgullecía de que España es uno de los países donde es más fácil hacerse rico. Tan arraigadas fueron tales políticas que la explicación oficial de la derrota del PSOE nada dice de esa deriva neoliberal, sino que se centra exclusivamente en la corrupción política y en los casos de guerra sucia del Estado.

Este contagio de políticas neoliberales, este social-liberalismo de González, no solo se dio en España. La Tercera Vía (The Third Way) de Blair en los años 90 en Reino Unido o el Nuevo Centro (Neue Mitte) de Schröder en Alemania son también buenos ejemplos de cómo los partidos socialdemócratas se abrazaron con gusto al neoliberalismo triunfante alejándose paulatinamente de sus orígenes y de los más desfavorecidos.

El capitalismo sin oposición

Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dividido en dos bloques político-económicos, capitalista uno, comunista el otro, liderados por respectivamente por las dos superpotencias vencedoras, los Estados Unidos y la Unión Soviética. Por paradójico que parezca, ambos bloques, efectivamente enfrentados ideológica, política, económica y militarmente en una Guerra Fría (fría en Europa, caliente caliente en países de Asia, África y América Central y del Sur), se sostenían mutuamente y mutuamente sostenían el statu quo: el temor al otro impedía cualquier extralimitación. El mutuo temor a la destrucción total nuclear, el temor a la expansión geopolítica del enemigo y el temor al contagio ideológico fueron ingredientes fundamentales de la estabilidad durante algo más de cuarenta años.

En noviembre de 1989 el muro de Berlín, el mayor símbolo de la Guerra Fría, dejó de ser la frontera física de los dos bloques. Año y medio más tarde se descomponía la URSS, se desmoronaban los sistemas comunistas de la Europa del Este y se disolvió el Pacto de Varsovia (durante las dos décadas siguientes los países del pacto fueron adhiriéndose a la OTAN): la confluencia de las políticas anticomunistas de Thatcher, Reagan y Wojtyla conseguían el fin buscado. El eslogan de Thatcher there is no alternative pasaba a ser estrictamente descriptivo de la situación: se acabó la alternativa político-económica al capitalismo; el liberalismo (el neoliberalismo) se imponía sin resistencias.

Si los partidos comunistas quedaban huérfanos con la caída del comunismo, los partidos socialdemócratas, cada vez más seducidos por las políticas neoliberales, perdían su papel intermediario entre el capitalismo puro y el puro comunismo. Lo mismo que los sindicatos obreros y de clase, se quedaban sin suelo según se iban desmontando, hasta desaparecer, los conceptos de clase, de obrero y de explotación. Desaparecido el gigante comunista, los partidos gobernantes en la vieja Europa (da igual si conservadores, liberales o socialdemócratas), siguiendo la senda neoliberal, fueron desmantelando poco a poco los servicios sociales del Estado de Bienestar y haciendo real su viejo ideal de Estado Mínimo.

El impacto de la globalización

El eslogan de la CNN de los años 90, está pasando, lo estás viendo (It's happening you're watching it), resume bien la desaparición de las limitaciones espacio-temporales propia de la globalización gracias a las (ya no tan) nuevas tecnologías: el mundo física o virtualmente está ahí, a la mano, como objeto de consumo. El mercado material o financiero ya es continuo (el mercado no duerme); las comunicaciones, prácticamente son en tiempo real; el transporte de mercancías y de personas llega en horas a cualquier rincón del planeta; la lingua franca, el inglés, coloniza todas las lenguas; y las grandes empresas se deslocalizan en paraísos fiscales donde tributar y en paraísos de precariedad laboral donde producir, contagiando a todo el sistema una precariedad agravada por la presión migratoria, con o sin papeles. La globalización, así, es el soporte del capitalismo del siglo XXI.

Hacia una democracia social

El neoliberalismo hoy apenas encuentra resistencia. Si acaso, la poca oposición que encuentra procede de refugios identitarios (nacionalismos locales, populismos xenófobos de ultraderecha -esos fascismos mal disimulados- y fundamentalismos religiosos) y de movimientos ciudadanos alternativos (ecologismos, feminismo activo, movimientos animalistas, economía de la colaboración, etc.) que ni en solitario ni en confluencias asamblearias son capaces por sí mismos de ser una alternativa política real.

El futuro del socialismo inevitablemente deberá pasar por reentender su relación con el capitalismo. Pero no será fácil: la fragmentación del tejido social (al priorizarse el individualismo en detrimento de la solidaridad) y la muy improbable elaboración de un nuevo gran relato anticapitalista efectivo, hacen inviable el recurso a la revolución y, por por ello mismo, se precisa otra estrategia que fuerce un nuevo pacto entre trabajo y capital como fundamento de una democracia social que priorice el desarrollo y la protección social de los más desprotegidos (el pobretariado, los llama Libânio) poniendo límites a la desregulación neocapitalista.

Encontrar los mecanismos ideológicos, políticos, legislativos, económicos, fiscales y mediáticos para forzar ese nuevo pacto debería ser la tarea prioritaria de los ciudadanos, los sindicatos y los partidos de izquierda (sean socialdemócratas, socialistas, comunistas o transversales). 


* Publicado en Crónica Popular. 05.12.2016.

domingo, 4 de diciembre de 2016

LA AMÉRICA WASP DE DONALD TRUMP *

Nosotros el pueblo” (We the people) son las tres primeras palabras de la Constitución de los Estados Unidos de 1787, uno de los textos fundamentales del pensamiento político ilustrado: el poder soberano, que es la máxima autoridad, no lo encarna el rey, sino la gente, el pueblo. Ese es el fundamento de cualquier sistema democrático. El problema, sin embargo, es determinar quién es pueblo, quiénes son ciudadanos y quiénes no.
Porque aquel texto escondía algo que estaba implícito para sus redactores: de ese pueblo soberano no formaban parte mujeres, nativos americanos, negros, asiáticos, católicos ni ateos, sino los WASP, los varones blancos anglosajones protestantes (white anglo-saxon protestant). Así se explican las políticas segregacionistas, vigentes hasta bien entrados los años sesenta del siglo pasado, y los movimientos racistas y supremacistas blancos, formalmente prohibidos, pero tolerados de hecho.
El discurso populista de Donald Trump, groseramente xenófobo, machista y anti-islámico, ha conectado con ese mismo espíritu WASP que perdura en buena parte de la población: igual que aquellos fundadores, descendientes todos de emigrantes europeos (británicos, alemanes, suecos, noruegos, etc.) excluyeron a los otros, estos nuevos nacional-capitalistas, hijos y nietos de emigrantes (irlandeses, italianos, canadienses, etc.), quieren levantar muros, expulsar y excluir a quienes no consideran iguales.
No creo que sean casuales los recurrentes casos de brutalidad de policías blancos sobre ciudadanos negros, ni que sea casual que no haya ganado las presidenciales una mujer, Clinton, y sí en cambio un rubio prepotente, maleducado y millonario para sustituir al primer presidente negro.
El nacional-capitalismo, el racismo, el supremacismo, la xenofobia, el tono amenazante, la actitud antipolítica, el discurso autoritario y excluyente son síntomas claros de un fascismo que poco a poco va mostrando sus garras en Europa (en Francia, en Austria, en Hungría, etc.) y en esa América WASP que ha encumbrado a Trump.

* Publicado en InfoLibre. Librepensadores. 27.01.2017.

martes, 29 de noviembre de 2016

FORZAR UN NUEVO PACTO ENTRE TRABAJO Y CAPITAL *

La socialdemocracia no cayó del cielo, ni surgió de la necesidad de cubrir con más producción una mayor demanda en un contexto de escasez de mano de obra, y desde luego no fue un regalo del capitalismo al movimiento obrero. El pacto socialdemócrata (el pacto entre capital y trabajo) fue consecuencia de la fuerte presión del movimiento obrero y del temor del capitalismo al modelo político-económico comunista.

En Europa Occidental el socialismo devino en socialdemocracia cuando la pugna entre capitalismo y comunismo se sustanció en un sistema mixto de economía de mercado y de garantía de los derechos sociales, la socialdemocracia, que es lo que hoy está en cuestión. Y lo está fundamentalmente porque el neoliberalismo thatcheriano rompió unilateralmente aquel pacto y porque los partidos socialdemócratas, contagiados del éxito neoliberal, fueron asumiendo complacientemente políticas neoliberales (el social-liberalismo de González, la Third way de Blair o el Neue Mitte de Schröder, por ejemplo). La ruptura de aquel pacto supondrá o bien la hegemonía sin límite del neoliberalismo (como está ocurriendo), o bien la vuelta a la casilla de salida para negociar un nuevo pacto entre trabajo y capital.

Dos son las condiciones materiales que marcan nuestro tiempo: la implantación dominante del neoliberalismo y el hecho (y las consecuencias) de la globalización. Tras el derrumbe de los sistemas comunistas de la Europa del Este (fundamentalmente de la URSS), no hay un sistema político-económico que amenace al capitalismo y nada le impide implantar sin freno sus tesis neoliberales: desregulación de los mercados (financiero, de circulación de mercancías y, sobre todo, del mercado laboral), privatización de los sectores estratégicos del Estado de alto valor económico (energía, transporte, sanidad, etc.), aumento de los impuestos indirectos y reducción drástica de los impuestos directos (sobre todo de las grandes fortunas) e implantación de las llamadas políticas de austeridad (reducciones sin miramientos de las inversiones y del gasto públicos en infraestructuras y en servicios sociales). Es decir, la subordinación del poder político al poderío económico; la realización del viejo ideal de un Estado Mínimo.

Que todos somos clase media, que el pobre es responsable de su pobreza, que la competitividad es el motor del éxito, etc. son algunos de los mitos que el neoliberalismo ha logrado insertar en el imaginario de nuestro tiempo gracias a la globalización (bien resumida en aquel eslogan de la CNN: está pasando, lo estás viendo). La globalización ha eliminado las distancias espacio-temporales, en la circulación de capitales, mercancías y personas, y en la difusión de informaciones y de ideas: el mercado es continuo (universal, virtual -el mercado no duerme-), mientras las grandes empresas se deslocalizan en paraísos fiscales donde tributar y en paraísos de precariedad laboral donde producir, contagiando a todo el sistema laboral una precariedad agravada por la presión migratoria. La globalización es la estructura en la que se sostiene el neoliberalismo, o, lo que es lo mismo, el capitalismo del siglo XXI.

Con la socialdemocracia en busca de sí misma (y sin terminar de encontrarse) el neoliberalismo, hoy, apenas encuentra resistencia, y la poca que encuentra procede de refugios identitarios (sean los nacionalismos locales, los populismos xenófobos de ultraderecha o los fundamentalismos religiosos) y de movimientos ciudadanos alternativos (ecologismo, feminismo activo, movimientos animalistas, economía de la colaboración, etc.) que, bien en solitario, bien en confluencias asamblearias, son incapaces por sí mismos de ir más allá del ruido mediático y hacerle frente políticamente.

Quizá el futuro del socialismo pase por reinterpretar su relación con el capitalismo. La fragmentación del pensamiento propia de nuestro mundo (que impediría la elaboración de un nuevo gran relato anticapitalista) y la fragmentación del tejido social (al priorizarse el individualismo en detrimento de la solidaridad) hacen que el recurso a la revolución sea inviable y, por tanto, exigen otra estrategia no para reconstruir una sociedad socialdemócrata, sino para construir una democracia social que priorice el desarrollo social poniendo límites al capitalismo desregulado, que subordine el poder económico al poder político y, sobre todo, que entienda la política como reparación de los daños causados a los más desprotegidos (los que en expresión feliz Carlos Alberto Libânio llama pobretariado). Encontrar los mecanismos ideológicos, políticos, legislativos, económicos, fiscales y mediáticos eficaces para forzar un nuevo pacto entre trabajo y capital debería ser la tarea de los ciudadanos, los sindicatos y los partidos de izquierda.

Publicado en publico.es Espacio Público /Ctxt. 09.12.2016
http://www.espacio-publico.com/el-socialismo-de-este-siglo#comment-5581 

domingo, 23 de octubre de 2016

DEL RÉGIMEN EN CRISIS Y DE LA RESTAURACIÓN * **

Analizan los politólogos la situación política actual en España como la crisis del régimen del 78 y los esfuerzos del establishment por restaurarlo y evitar que se convierta en crisis de Estado. Y desde luego no está mal visto.

La Constitución del 78 se fraguó a través de cuatro consensos fundamentales: monarquía parlamentaria como forma política del Estado, renunciando la izquierda a su ideal republicano a la vez que la derecha tradicional se desentendía de la monarquía heredera de la dictadura; Estado de las Autonomías como forma de administrar el territorio, renunciando la derecha al modelo unitario y centralista, y la izquierda al federalismo; economía social de mercado, síntesis de la economía liberal de libre mercado y de la economía social planificada; y, por último, la aconfesionalidad del Estado: la izquierda renunciaba al laicismo y la derecha más conservadora al modelo confesional del nacionalcatolicismo de la dictadura.

Es la Constitución del 78 la expresión más clara de la Transición entre la dictadura y el nuevo régimen que pretendía ser democrático, y sus consensos la expresión igualmente clara de la renuncia a la ruptura y, por ello mismo, de la permanencia latente de adherencias (y herencias) franquistas. La Transición y la Constitución misma se hicieron en libertad vigilada, con un permanente ruido de sables como macabra música de fondo.

Que esos cuatro consensos y la gestión de la Transición misma están hoy en cuestión (justa o injustamente, que tanto da) es una evidencia: la monarquía se ha visto forzada a renovarse por el deterioro de la Institución misma (encarnada en el Rey emérito) y el avance de las reivindicaciones republicanas; el auge de los nacionalismos periféricos ha desembocado en el desafío soberanista en Cataluña que bien pudiera extenderse a otros territorios; la reforma del artículo 135 de la Constitución, que establece el principio de equilibrio presupuestario y prioriza el pago de la deuda, de hecho rompe con el principio de economía social de aquel consenso; y la aconfesionalidad siempre fue más presunta que real, al menos en lo que respecta a la religión católica: más que en entredicho, se puso en el limbo de los deseos insatisfechos. E igual de evidente es que los gobiernos de los partidos conservadores (de la UCD de Suárez, primero, y el PP de Aznar y Rajoy después) y del PSOE (de González y de Rodríguez Zapatero) encarnan lo más sustancial de tal régimen del 78.

Los casos recurrentes de corrupción que han ido contaminando todas las instituciones, las continuas concesiones de los sucesivos gobiernos a los poderes económicos, los incumplimientos reiterados de las promesas electorales, los desequilibrios territoriales y las reticencias a la hora de negociar transferencias a las Comunidades Autónomas, y finalmente la transformación de la crisis financiera en crisis económica y social haciendo pagar a los ciudadanos lo que la codicia capitalista provocó, todo esto (entre otras tantas causas) está es en origen de la aparición de nuevos sujetos políticos (soberanistas, movimientos sociales, nuevos partidos, etc.) y del proceso de descomposición del régimen.

Y es esa descomposición la que quieren evitar poniendo freno a esos nuevos sujetos y apuntalándolo por medio de la gran coalición PP/PSOE que, por activa o por pasiva, restaure lo que se está cayendo a cachos.

viernes, 14 de octubre de 2016

EL IMPORTANTE PAPEL DE LA OPOSICIÓN EN LA PRÓXIMA LEGISLATURA *


Vamos camino de otra legislatura con Gobierno del Partido Popular. Sea por la abstención de parte o de todo el grupo parlamentario del PSOE, o por una nueva victoria en unas terceras elecciones (menos probables hoy), y sea para una legislatura larga de cuatro años, o para una corta de uno o dos años, parece que Rajoy podrá por fin formar Gobierno, tras tantos meses en funciones.

Es cierto que ya no podrá legislar y gobernar con la soberbia con que lo hizo mientras estuvo protegido por la mayoría absoluta, y como ha dicho el propio Rajoy tendrá que ganarse la estabilidad día a día, votación a votación, negociando y cediendo. Pero sería ingenuo pensar que las dos almas del PP, la ultraconservadora y la neoliberal, van a retirarse a sus cuarteles de invierno. Si acaso, se travestirán de reformistas, pero no más.

Unos, los conservadores, seguirán intentando que las leyes se ajusten a su moral y a su comprensión nacionalcatólica de España, e intentarán impedir cualquier iniciativa que rebase los límites de una nación única y clerical.

Los otros, los neoliberales, seguirán en su empeño de empequeñecer el papel social del Estado desregularizando aún más los mercados (sobre todo el laboral) y privatizando los servicios útiles para hacer negocio (con el ojo avaro puesto en el control y la administración de las pensiones).

Significa esto que el papel de la oposición va a ser especialmente importante en esta próxima legislatura. Y malo será que PSOE y Unidos Podemos estén más atentos a quién gana la hegemonía de la oposición que a impedir que el Gobierno del PP gobierne a sus anchas. Tan malo como que el PSOE baile al son del Gobierno.

Las urgencias sociales (la pobreza, el paro, la precariedad laboral, etc.), las relaciones con nuestros socios/acreedores europeos (mayoritariamente neoliberales) y el reto secesionista del Parlament y el Govern de Cataluña son los tres problemas fundamentales a los que deberían dar una respuesta común los grupos parlamentarios de izquierda.

domingo, 9 de octubre de 2016

HACERSE CARGO DE LAS CONDICIONES MATERIALES *


Las crueles recetas neoliberales, que los organismos económicos internacionales (sobre todo el BM y el FMI) recomendaron sin pudor y sin pudor han aplicado (y aplican) los gobiernos europeos supuestamente para salir de la crisis causada por las prácticas incontroladas del propio neoliberalismo, han convertido la crisis originalmente financiera en una profunda crisis económica y política.

Es cierto que la crisis política venía fraguándose en Europa occidental desde la caída del muro de Berlín, la (segunda) reunificación de Alemania y el desmoronamiento político, económico e ideológico de los países del Este en los años noventa del siglo pasado: ningún sistema económico alternativo amenazaba y frenaba a un capitalismo cada vez más global. El mapamundi geopolítico cambió radicalmente porque al tiempo que Europa dejaba de ser la frontera física de la Guerra Fría, el teatro de operaciones y de intereses político-económicos se trasladaba al Medio Oriente (Egipto, Siria, Irak, Irán, Afganistán, Arabia saudí, etc.). El problema para Europa es encontrar su papel actual en el mundo.

Si la crisis de 2007 fue consecuencia de las consecuencias geopolíticas y económicas del capitalismo desbocado, también lo es la crisis política derivada de ella: la orfandad de los partidos comunistas, el resurgir de partidos racistas y xenófobos de extrema derecha, el auge de los nacionalismos periféricos (Escocia, Cataluña, o el Reino Unido favorable al brexit, por citar ejemplos más cercanos) y del fundamentalismo islámico como refugio identitario y, sobre todo, el desconcierto de los partidos socialdemócratas que fundamentaron la Europa que hoy tiembla.

Estos mismos ingredientes se dan en la crisis que vivimos en España, agravados por nuestra propia historia de exclusiones que el europeísmo de la transición tampoco ha podido resolver y que afloran de nuevo ahora que Europa se tambalea. Es urgente que la izquierda construya su política haciéndose cargo de las condiciones materiales que vivimos.

* Publicado en infoLibre. Librepensadores. 24.10.2016 con el título El papel de Europa en el mundo.
http://www.infolibre.es/noticias/club_info_libre/librepensadores/2016/10/22/el_papel_europa_mundo_56492_1043.html.

martes, 4 de octubre de 2016

¿PPSOE, "SORPASSO" Y FRACTURA? *

Con un PSOE que está roto y desconcertado, sin Secretario General ni candidato; que es consciente del vergonzoso espectáculo que dieron en el Comité Federal; que aún tiene calientes las heridas y acumula demasiadas cuentas pendientes; con un PSOE así, el Partido Popular puede tener la tentación de provocar esas terceras elecciones que según las encuestas les acercarían a la mayoría absoluta (sumando a Ciudadanos) y que definitivamente destrozarían al PSOE dejándole en la irrelevancia política. Bastaría para ello exigir al PSOE condiciones imposibles de aceptar y, en consecuencia, comunicar al Jefe del Estado que Rajoy no cuenta con los apoyos suficientes para la investidura.
Probablemente el PP amenazará con hacerlo, en declaraciones sueltas y a través de su prensa amiga, pero finalmente es cabal pensar que no lo haga porque ni es el estilo de Rajoy (que es más de no hacer que de hacer) ni al partido le interesa aupar a Podemos: la debacle del PSOE iría en beneficio directo de un Unidos Podemos (y sus alianzas) que asumiría con gusto el papel de oposición frontal con quién sabe cuántos escaños más.
Como tampoco sería cabal que se cumplieran las amenazas de Podemos de retirar el apoyo a los gobiernos autonómicos que los críticos del PSOE alcanzaron gracias a ellos, porque eso iría directamente en beneficio del PP, que es lo que reprochan a los críticos-abstencionistas del PSOE. Y porque saben que estuvo en su mano hacer a Sánchez Presidente y evitar que Rajoy lo fuera.
En enero titulaba un artículo sobre los riesgos a los que se enfrentaba el PSOE como PPSOE, sorpasso o fractura [https://alomosdeunapantera.blogspot.com.es/2016/01/ppsoe-sorpasso-o-fractura.html], pero si el PP vuelve a gobernar con el apoyo (probablemente indirecto) del PSOE, quizá me equivoqué en la conjunción (que no debería ser disyuntiva, sino copulativa), porque el sorpasso ya se ha producido en las elecciones de Galicia y País Vasco (y antes en otros Ayuntamientos y Comunidades) y la fractura del PSOE, desde el sábado pasado, ni se puede esconder ni quizá se pueda coser.

* Publicado en elperiodico.com Entre Todos. 04.10.2016
http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/ppsoe-sorpaso-fractura-91919

domingo, 2 de octubre de 2016

EL DAÑO YA ESTÁ HECHO * ** ***

Lo importante no es que Sánchez haya dimitido. Dijo Susana Díaz a los suyos que en el PSOE no hay bandos ni bandas, como si las palabras fueran mágicas y por el simple hecho de decir el hechizo se modificara la realidad. Pero como se ha podido ver durante el interminable, caótico y muy vergonzoso Comité Federal, había bandos, claro que había bandos, dos bandos rabiosamente enfrentados: el bando de los que defendían sus propios intereses personales enfrentado al bando de los que defendían los suyos propios, haciendo bueno el cuento de aquel que se quejaba amargamente: es una vergüenza, aquí todo el mundo va a lo suyo menos yo, que voy a lo mío.

Ha habido dos bandos peleando, pero su lucha no ha sido ideológica, sino de poder y dominada en todos los casos por la impostura y el disimulo de unos y otros: Sánchez disfrazándose de izquierdista, Díaz escondiendo sus ambiciones, los barones poniendo cara y discursos de estadistas pero con el ojo puesto en sus respectivas baratarias y González… González diciendo que él no es dios mientras sacaba la lengua a pasear.

Por eso lo importante no es que Sánchez haya dimitido, sino el enorme daño que todos han hecho al PSOE, (y a los ciudadanos, y a la estabilidad del sistema). Hayan ganado los críticos o hubieran ganado los oficialistas, el daño ya está hecho porque la fractura interna y la desafección externa son tan serias que no se podrán coser en mucho tiempo.

El bufón Trínculo de La Tempestad de Shakespeare, cuando para protegerse de la tormenta decide cobijarse bajo el manto de un tipo que está tirado en el suelo exclama: Misery acquaints a man with strange bedfellows (la desgracia hace que un hombre se junte con extraños compañeros de cama). Exactamente es eso lo que hemos visto durante estos meses: juntarse a extraños compañeros de cama en busca de cobijo que les protegiera de los negros nubarrones político-económicos, mediáticos y electorales que amenazaban al PSOE.

* Publicado en elperiodico.com Entre Todos. con el título Extraños compañeros de cama en el PSOE 02.10.2016
http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/extranos-companeros-cama-del-psoe-91579 

** También un extracto en las ediciones en papel, tanto en castellano como en catalán 05.10.2016










*** Publicado en infoLibre. Librepensadores. 13.10.2016
http://www.infolibre.es/noticias/club_info_libre/librepensadores/2016/10/12/el_dano_esta_hecho_55989_1043.html

jueves, 29 de septiembre de 2016

DESCOMPOSICIÓN O REFUNDACIÓN

El PSOE está metido de lleno en un proceso de descomposición tan grave que está poniendo en riesgo cierto su propia existencia como partido. Lo quieran entender o no sus militantes y dirigentes, los 137 años de historia no garantizan su supervivencia, como efectivamente ocurrió con otros partidos históricos europeos de los que hoy no queda ni rastro. El deterioro y los enfrentamientos internos son de tal magnitud que, hoy por hoy, parece que solo hay dos caminos: la descomposición total o la refundación.
Y no sería la primera vez que pasara por una profunda refundación, porque refundar el PSOE fue lo que hizo Felipe González en el congreso extraordinario de 1979 consiguiendo que se renunciase al marxismo, la ideología propia del partido desde su fundación cien años antes. Recuperada la democracia y tras 38 años de clandestinidad, González ponía al PSOE en sintonía con los partidos socialdemócratas europeos (básicamete el SPD de Willy Brandt y el Partido Socialdemócrata sueco de Olof Palme) y rompía con su historia. En 1982 el PSOE ganó el gobierno (y lo mantuvo durante trece años) pero a cambio de perder parte de su identidad y de asumir paulatinamente parte de las políticas neoliberales que empezaban a dominar en Europa.
Desde entonces el PSOE ha vivido en una cierta esquizofrenia: sintiéndose como un partido de izquierdas, demasiadas veces gobernó como un partido liberal al uso. Y buen ejemplo es el del gobierno de Rodríguez Zapatero, claramente socialista hasta aquel 12 de mayo de 2010, cuando impuso las durísimas políticas de ajuste para enfrentarse a la crisis (cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste, según dijo). Políticamente, a él le costó el gobierno; a la gente de izquierdas, definitivamente la confianza en el partido.
En estos días se juega el PSOE su futuro. Pueden cerrar en falso sus problemas internos y profundizar en su descomposición machacándose entre todos hasta que uno de los bandos se imponga, o plantearse una nueva refundación que clarifique su propio ser. En ese caso, quizá tengan la tentación de seguir acercándose aún más al neoliberalismo triunfante manteniendo gotas de socialdemocracia. Pero quizá sea precisamente hoy, cuando el capitalismo precariza el trabajo y los servicios sociales, el momento de acabar con la esquizofrenia y volver a los orígenes, a poner los ojos en el tipógrafo Pablo Iglesias y recuperar el espíritu socialista y obrero con el que se fundó el partido. Pero lamentablemente huele más a lo primero que a lo segundo.

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lunes, 26 de septiembre de 2016

CORBYN GANA, EL "STAFF" PIERDE *

En septiembre de 2015 Jeremy Corbyn, un histórico socialista de izquierdas, pacifista y republicano (¡republicano en el Reino Unido!), fue elegido líder del Partido Laborista británico, con casi un 60% de los votos de militantes, sindicalistas y simpatizantes con derecho a voto. Una elección tan mal digerida por el staff del partido que solo nueve meses más tarde promovieron una moción de censura contra él que ganaron abrumadoramente: 172 de los 212 diputados laboristas votaron en contra de Corbyn. Convocadas elecciones para elegir nuevo líder, este sábado 24 de septiembre, un año después de su victoria, Corbyn ha vuelto a ganar con casi un 62% de los votos frente al candidato oficialista, Owen Smith.

Algo pasa cuando los diputados y los cuadros de un partido rechazan mayoritariamente al líder que mayoritariamente apoyan las bases, porque esos mismos diputados, al menos teóricamente, lo son gracias a esas mismas bases. Algo pasa cuando en un partido socialista (y el Labour Party se supone que le es) el aparato recela de las propuestas socialdemócratas de su candidato (fuertes inversiones públicas, fin de las políticas de austeridad, protección de los servicios sociales, renacionalización de los ferrocarriles, etc.) tachándolas de utópicas e irrealizables y le acusa de estar anclado en el pasado, de ser un radical de izquierdas que, alejándose del centro político, ni vencerá a los tories ni jamás será Primer Ministro (es inelegible, dicen).

Algo pasa cuando el mismo discurso que celebran las bases (Nuestro partido fue fundado para hacer frente a la injusticia, pero con demasiada frecuencia hemos abandonado ese camino, ignorando a nuestros seguidores o dejándonos intimidar por los poderosos intereses comerciales y por la prensa, escribe Corbyn), para el establishment del partido es una bofetada que deja en vía muerta la Tercera Vía de Blair.

La izquierda europea ya tiene dos referentes si quiere recuperar el aliento: Corbyn y Philippe Martinez, líder de la CGT francesa.

lunes, 19 de septiembre de 2016

LA MAGIA DEL PODER *

Es posible que, como machaconamente repiten medios y analistas, tras las elecciones en Galicia y en el País Vasco Pedro Sánchez no aguante las presiones internas y externas y el PSOE, con o sin él (probablemente sin él), decida abstenerse para facilitar un gobierno del PP, con o sin Rajoy, con el apoyo de C's.

Pero en ese escenario, quién sabe qué tensiones y desgarros pueden ocurrir en un PSOE que de facto estaría cediendo el papel de oposición a Unidos Podemos que, con razón, podría recordar al PSOE durante toda la legislatura que el PP gobierna gracias a esa abstención. ¿Y cómo explicar estos nueve meses de no, no y no a Rajoy y al PP, (con repetición de elecciones de por medio), para terminar haciendo posible un gobierno del PP y quedarse en terreno de nadie, sin ser gobierno ni ser oposición?

El otro escenario, el actual, el de un PSOE enrocado en el no y, a la vez, incapaz de sumar los apoyos necesarios para formar gobierno, este escenario que ya está produciendo desgarros y tensiones, quién sabe qué consecuencias políticas y electorales tendrá si hay que ir de nuevo a las urnas (con catorce meses, si no más, de gobierno en funciones de Rajoy).

Aún queda, sin embargo un tercer escenario, quizá más hipotético que los anteriores: que el PSOE logre los apoyos necesarios pactando con Unidos Podemos y los nacionalistas catalanes (o catalanes y vascos). Los anuncios de abandono del partido de viejas glorias y las severas advertencias de viejas y nuevas glorias hacen pensar que este escenario provocaría aún mayores tensiones y fracturas.

Así que en esta versión casera del dilema del prisionero parece que el PSOE de Sánchez lleva todas las de perder porque en todas las opciones saldría seriamente dañado. Se olvida, sin embargo, que cuando un partido alcanza el gobierno las desavenencias internas desaparecen como por arte de magia (de la magia del poder). Quizá por eso Sánchez, que bien sabe cuántos odios provoca en su propio partido, insiste en su empeño de ser el mago.

* Publicado en elperiodico.com Entre Todos con el título Pedro Sánchez no se rinde. 21.09.2016
http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/pedro-sanchez-rinde-88799# 

martes, 13 de septiembre de 2016

LA MANERA MÁS ESTÚPIDA DE HACER POLÍTICA * **

Guste o no, lo cierto es que, como se ha visto en las multitudinarias manifestaciones de los onze de setembre de los últimos años, hay un número significativo de ciudadanos catalanes que desean que Cataluña sea un Estado independiente de España. Y guste o no, hay otra parte igualmente significativa que no desea la independencia. Se podrá entender que unos son más catalanistas y otros más españolistas, pero pensar que unos son más catalanes o más españoles que otros es malentender y viciar el problema.

Problema que, si acaso tiene solución, inevitablemente tendrá que pasar por entender que todos (unos y otros; otros y unos) son ciudadanos de pleno derecho y que las tres administraciones (local, autonómica y general) y los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) del Estado, en todos sus niveles y en todo el territorio, deben defender a todos ellos con escrupulosa neutralidad, con el mismo empeño y con la misma vehemencia, porque todos tienen exactamente el mismo derecho a defender democrática y pacíficamente sus ideas.

El President Puigdemont dice ahora que quiere negociar con el Estado (como si la Generalitat y su propio Govern no formaran parte de él) un referéndum legal y vinculante (como si no supiera que efectivamente podría ser legal, pero no vinculante sin reformar previamente la Constitución) y explica que, con o sin referéndum, en septiembre de 2017 habrá elecciones constituyentes en Cataluña (como si de hecho ya fuera un Estado Soberano), al tiempo que rechaza cualquier solución constitucional en clave federal o confederal. Y, mientras, el Gobierno en funciones del PP advierte que hará caer todo el peso de la ley sobre personas e instituciones que promuevan actos ilegales.

Independencia sin matices sí o sí de unos, frente unidad nacional sin matices sí o sí de otros: un trágala de o todo o nada, que es la manera más estúpida de hacer política, mala política, peligrosísima política.

* Publicado en elperiodico.com Entre Todos con el título Unión nacional o independencia: un trágala de todo o nada. 13-09-2016

http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/union-nacional-independencia-una-tragala-todo-nada-87641# 

** Publicado en infoLibre.Librepensadores. 29.09.2016 
http://www.infolibre.es/noticias/club_info_libre/librepensadores/2016/09/29/la_manera_mas_estupida_hacer_politica_55415_1043.html