domingo, 31 de julio de 2016

HUELE MÁS A NUEVAS ELECCIONES QUE A GOBIERNO *

A Mariano Rajoy se le dio por políticamente muerto tras las derrotas electorales de 2005 y 2008, pero mal que bien fue aguantando y, crisis mediante, consiguió ganar las elecciones de 2011 con mayoría absoluta. Desde que heredó la dirección del Partido Popular y durante todo ese tiempo, su estrategia política dentro y fuera del partido ha sido la misma: no hacer ruido, aparentar no hacer nada, revestirse de un resignado sentido común... y esperar a que sus sus adversarios se estrellen sin que a él le salpique nada porque la culpa o el error siempre es del otro, jamás suya.
Tras los resultados del 20D, viendo que no tenía apoyos suficientes para ser investido, insólitamente declinó la invitación del Jefe del Estado y se apartó a no hacer nada, a mirar cómo se esforzaban y estrellaban PSOE, Podemos y Ciudadanos. Y le funcionó: en las elecciones del 26J obtuvo catorce diputados más que en la anterior mientras que los demás o bajaron o se estancaron. Siguiendo con esa misma estrategia, el discurso actual del PP es que si Rajoy no puede ser investido es porque los demás no le dan el apoyo que necesita, como si efectivamente fuesen los otros partidos y no él quienes deberían esforzarse en hacerle a él Presidente.
Pedro Sánchez, que salió escaldado de su intento de formar gobierno con Ciudadanos y Podemos, parece que ha aprendido la lección y, tras conocerse los resultados de las nuevas elecciones, desde el minuto uno asumió su papel de oposición, marcó distancia con el PP (somos la alternativa, no la muleta del PP fue el argumento) y, a partir de ahí, silencio, esperando que sea Rajoy el que esta vez se estrelle.
¿Conseguirá Rajoy ser investido? ¿Intentará Sánchez formar gobierno si Rajoy fracasa? ¿Iremos a unas terceras elecciones? Quién lo sabe. Pero por la actitud de todos huele más a elecciones que a gobierno.

* Publicado en elperiodico.com. Entre Todos. 31.07.2016

jueves, 28 de julio de 2016

BASTARÍAN DOS ESTÚPIDOS LOCOS EN MADRID Y BARCELONA *

La sesión de ayer. Al fondo las dos banderas.
El Parlament ha desobedecido consciente y premeditadamente al Tribunal Constitucional, actuando de facto como si ya fuese soberano; haciendo ver que ya es soberano y que toma sus propias decisiones sin contar con nadie más. Porque eso es la soberanía: la autoridad que no reconoce ninguna autoridad por encima de ella misma, esto es, la que tiene la última palabra. Y así exactamente es como se están viviendo los 72 diputados de Junts pel Sí y de la CUP a través de su mayoría absoluta.
Al tomar esa decisión, sin duda saben que el Gobierno de España, como poder ejecutivo legítimo del Estado, tiene la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley y, en consecuencia, no puede sino impedir (o intentar impedir) legal y legítimamente que Cataluña, o cualquier otro territorio del Estado, se declare unilateralmente independiente y soberana. Y saben que el Estado, todo Estado, se define como la institución que tiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza (la fuerza de la ley y la fuerza física) y de la excepción (de suspender o de limitar derechos constitucionales).
Quiero pensar que ni el Gobierno, el Parlamento y los ciudadanos en general, ni los partidos, las asociaciones y los ciudadanos soberanistas catalanes quieran llegar al último recurso de la fuerza física, pero ni las provocaciones y los desplantes de unos ni el inmovilismo y el negacionismo de otros ayudan a resolver un conflicto que por ahora es político pero que puede degenerar en algo infinitamente más grave. Bastarían dos estúpidos locos en Madrid y Barcelona que estuvieran dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias y arrastraran a cuantos locos les quisieran seguir. Que no queramos ni pensarlo no significa que no pueda ocurrir.
Cada día que pasa es un poco más urgente resolver los dos grandes problemas políticos que tenemos: la investidura para formar gobierno, y que las partes resuelvan civilizadamente el conflicto soberanista.

* Publicado en elperiodico.com. Entre Todos. (con alguna modificación y bajo el título Premeditadadesobediencia del Parlament al TC.) 28.07.2016.
http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/premeditada-desobediencia-del-parlament-80399

lunes, 25 de julio de 2016

¡CHUFLA, CHUFLA...!


Fotograma de Nobleza Baturra, 1935

Si es verdad lo que se dice, parece que nadie quiere unas terceras elecciones: partidos, medios y ciudadanos, después de siete meses de interinidad y desencuentros, parece que estamos por fin de acuerdo en algo: que debería poder formarse ya un gobierno razonablemente estable. Pero lo cierto es que no solo seguimos con un gobierno en funciones, sino que todo apunta a que seguiremos así no se sabe cuánto tiempo más: digan lo que digan, nadie está realmente dispuesto a ceder porque todos creen tener buenos motivos para no ceder.
El Partido Popular, ganador de las elecciones, pide a los demás partidos que le dejen gobernar y les culpabiliza si le niegan su apoyo activo y/o pasivo; presiona a todos con el miedo a los desastres económicos que se nos vienen encima (los duros ajustes que impondrán nuestros socios/acreedores europeos, los problemas para la financiación de la Comunidades Autónomas y hasta para las pensiones de los jubilados si no se aprueban los presupuestos, etc.); y sabiendo que todo el mundo está convencido de que en unas terceras elecciones obtendría aún mejores resultados, se permiten el lujo de decir que no las quieren, al mismo tiempo que amagan y las ponen fecha. El problema, pese a todo, es que nadie quiere ser socio de un PP envuelto en el suma y sigue de los casos de corrupción y que, mientras tuvo mayoría absoluta, impuso sin miramientos sus políticas neoliberales ultraconservadoras y no quiso negociar con nadie. Pide la mano a quienes él se la negó.
El PSOE, escaldado de su aventura para ser investido en la legislatura fallida, enrocado en el no a la investidura de Rajoy, asume su papel de oposición y anima al PP a buscar socios entre sus afines ideológicos (Ciudadanos, la nueva Convergencia y el PNV) porque ni quiere cargar con la culpa de haber facilitado con la abstención un gobierno del PP, ni quiere dejar el protagonismo de la oposición a Unidos Podemos. Sabiendo que Rajoy tiene escasas posibilidades de ser investido, quiere el PSOE ser visto como la alternativa posible, no como su muleta. Quizá Sánchez haya aprendido de Rajoy que es políticamente más rentable no hacer nada y dejar que los demás se estrellen.
Unidos Podemos, perplejos aún por los resultados del 26J, descartan un gobierno de izquierdas con apoyo de los nacionalistas y están ensimismados en su propia reconstrucción (convertirse en un partido normal, como dijo Iglesias Turrión) y en liderar la oposición, convencidos de que finalmente el PSOE cederá a las presiones y se abstendrá. Resignados a un gobierno del PP, y temiendo algún deterioro si acaso hubiera terceras elecciones, parece que quieren centrarse en ser oposición al PP y al PSOE.
Rivera, que pactó con Sánchez un programa de gobierno que fracasó igual que fracasó la legislatura, pacta ahora con Rajoy la abstención en la segunda votación a cambio de alguna presencia institucional y de una presunta renovación democrática en el PP. Defendió que debía presidir el Congreso alguien que no fuera del partido en el gobierno y ayudó a que efectivamente lo fuera Patxi López, pero unas semanas después quería que Sánchez presidiera el gobierno. Quizá por eso ahora no ha tenido reparo en pactar con el PP su ayuda a la investidura y su apoyo a la exministra Pastor. Rivera le dijo al PP, en sesión parlamentaria, que quitase a Rajoy; le dice a Rajoy que no puede negociar con los nacionalistas; le dice a Sánchez que debe abstenerse; y le quiere decir al Rey se salte la Constitución y presione al PSOE para que se abstenga. Como haya unas terceras elecciones, la broma es que la broma no les puede costar más de 32 diputados.
ERC y CDC (ahora PDC, provisionalmente) mantienen su defensa soberanista y niegan su apoyo a quienes no acepten explícitamente el referéndum en Cataluña. Homs negocia con el PP tener grupo parlamentario a cambio de un apoyo vergonzante y simbólico para las vicepresidencias de la Mesa del Congreso y Tardá pragmáticamente entiende que simplemente se buscan la vida. Migajas. Nada, como nada son las concesiones económicas que Junqueras obtuvo de la Vicepresidenta. Lo serio es lo otro: sin referéndum, nada. Y el PNV intentando nadar y guardar la ropa hasta las elecciones autonómicas, no vaya a ser que necesite del PP. Dicen no a Rajoy, pero con la boca pequeña.
En 1935 Florián Rey rodó su Nobleza baturra, una tragicomedia musical y costumbrista llena de tópicos. Una de sus escenas más recordadas es la del baturro montado en su borrico que camina sobre las vías de un tren que se acerca por detrás tocando insistentemente su silbato de vapor para que se aparte. El baturro, sin inmutarse ni apartarse, dice en voz alta: ¡chufla, chufla... como no te apartes tú...! Algo así nos está ocurriendo desde la noche del 20D, porque parece que cada partido cree que el tren que pita a sus espaldas son los otros, deseosos de que se aparte de su camino, pero ninguno quiere apartarse ni bajase de la burra. Y sin bajarse de la burra nos llevan por la vía de unas terceras elecciones. Chufla, chufla...


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viernes, 22 de julio de 2016

VIOLAR UN TABÚ *

El Partido Popular, el Comité Federal del PSOE y mucha de la prensa amiga de cada uno de ellos establecieron por su cuenta desde el inicio de la legislatura fallida un tabú político: no se puede negociar con quienes quieren romper la unidad de España, en referencia evidente al nacionalismo soberanista de ERC y CDC (entonces DiL, ahora provisionalmente PDC). Pero el tabú lo acaba de violar el mismísimo Mariano Rajoy, que ha negociado con CDC y PNV la composición de las mesas del Congreso de los Diputados y del Senado, a cambio de darles a unos grupo parlamentario en el Congreso y a otros un asiento en la mesa del Senado, si es que no hay algo más aún oculto.

Pero quizá no hayan calculado en el PP que han abierto una puerta por la que ahora pueden pasar todos: ni hay razón para que PSOE y Unidos Podemos no negocien desde ya mismo un acuerdo de gobierno con ERC, CDC y PNV; ni hay razón para que los nacionalistas no negocien con la izquierda mayores ganancias que las obtenidas en sus tratos con el PP. CDC y PNV se han buscado la vida, como dijo Tardá, consiguiendo pragmáticamente lo que políticamente no podrían haber conseguido, pero ese mismo pragmatismo de vieja política puede ser la base de un acuerdo más ventajoso con otros socios.

Bastaría con sumar los votos de PSOE, UP, ERC y CDC (173) para presentarse a una investidura que reclamase la abstención de Ciudadanos y del PP para no bloquear la legislatura y permitir que haya gobierno, como ellos mismos reclaman. Con los votos del PNV, ni siquiera haría falta pedir nada: una mayoría absoluta avalaría la investidura.

En cualquier caso, el acuerdo entre el PP y los nacionalistas es el apoyo que necesitaba Sánchez para pedirle al Comité Federal que levante el tabú, votar no en las dos sesiones de investidura de Rajoy (si acaso se llega a presentar esta vez) y negociar sin líneas rojas con los nacionalistas, sean soberanistas o no.

Quizá esté ya todo secretamente cerrado y convenido entre el Partido Popular, Ciudadanos, Convergencia y PNV, y no lo sepamos, pero quizá haya aún tiempo para reconducir la situación ahora que un necesitado PP no ha tenido más remedio que comerse sus palabras y violar el tabú.


martes, 19 de julio de 2016

NO HEMOS MANDADO NINGÚN MENSAJE *


Los partidos nacionalistas y regionalistas, que solo se presentan por algunas circunscripciones, lo mismo que los partidos pequeños, concurren a las elecciones generales no para ganarlas, sino para tener en el Parlamento voz propia y, si es posible, obtener beneficios políticos a cambio de contribuir a la estabilidad política o a la formación de gobierno (incluso participando en él, aunque aún no ha sido el caso) como acaba de verse en las votaciones para constituir las mesas del Congreso y del Senado, pero de antemano saben que, aunque a veces puedan resultar decisivos, su papel es menor en comparación con los grandes grupos de ámbito nacional.

Esos partidos de ámbito nacional, que se presentan en todas las provincias de todas las Comunidades, evidentemente lo hacen para ganar las elecciones y gobernar. Quizá Ciudadanos, que nunca se planteó públicamente el sorpasso al PP, saliera no a ganar, sino a tener una presencia notable en el Congreso y determinar su rumbo, pero es evidente que el Partido Popular, el PSOE y Unidos Podemos concurrieron a las elecciones para ganarlas y que su cabeza de lista presidiera el gobierno. Luego los votos han puesto a cada uno en el lugar y en el orden en que finalmente han quedado.

Se dice continuamente y se insiste que los ciudadanos votando lo que hemos votado hemos enviado un mensaje a todos los partidos: que deben ponerse de acuerdo. No creo que sea así. Creo que lo cierto es que simplemente hemos elegido la opción que nos ha parecido oportuno y, más que probablemente, con el deseo y la esperanza de que el partido votado ganase las elecciones. No creo que ningún votante del PP, del PSOE o de UP decidiera votarles para que pactaran con unos u otros, sino para ganar.

Cosa distinta es cómo deben interpretar los partidos el resultado y, visto que ninguno por sí solo puede formar gobierno, entiendan que necesitan pactar de algún modo con otros partidos o que es mejor que haya unas terceras elecciones. Y cosa distinta es que sus votantes estemos más o menos de acuerdo con lo que decidan hacer. Entender que los votantes hemos mandado un mensaje, el que sea, es apropiarse de una voz que no es suya, sino nuestra, porque exactamente igual que los votos no son de los partidos, sino de los ciudadanos, cada uno de los 34.597.038 de votantes y abstencionistas tiene voz propia. 

* Publicado (en una versión más breve y un título más largo) en elperiodico.com Entre Todos. 21.07.2016
http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/26-j-los-votantes-hemos-enviado-mensaje-pacto-78907#.

viernes, 15 de julio de 2016

FORMAR GOBIERNO ES RESPONSABILIDAD DEL PP *

La derecha y el centro derecha del nuevo Congreso de los Diputados está compuesta por cinco partidos: PP, Ciudadanos, CDC, PNV y CC. Unidos sumarían 183 diputados, siete más de los necesarios para permitirle a Rajoy ser investido en la primera votación. La suma, sin embargo, se rechaza de antemano porque resulta inverosímil que el PP pueda pactar con CDC (y viceversa), o que C's aceptara ir en el mismo carro que los nacionalistas (y viceversa). Pero ideológica, económica, social y políticamente son los más próximos entre sí. Si es inimaginable esa unión es por la incompatibilidad manifiesta entre el nacionalismo españolista de PP y de Ciudadanos y los nacionalismos soberanistas catalán y vasco.

La suma de Unidos Podemos y PP da una mayoría absoluta más que sobrada: 208 diputados, pero es tan disparatada por la mutua lejanía ideológica que no cabe en la cabeza. Si aquélla es inverosímil, ésta es impensable. Pero es que tampoco es pensable ni nadie pide que UP se abstenga en la votación para permitir la investidura de un Rajoy apoyado por Rivera. Sin embargo, aunque se acepta que la coalición de PP y PSOE, que contaría con 222 diputados, tampoco es viable por razones ideológicas y de estrategia política, se insiste en que el PSOE, por patriotismo, por el interés de España, por responsabilidad, debe abstenerse y facilitar un gobierno del PP, como si los demás no tuvieran responsabilidad alguna ni se les pudiera pedir.

Quien tiene la responsabilidad de formar gobierno es quien ha ganado las elecciones, el PP, Rajoy, y es él quien debe negociar para hacerlo posible. Aznar tuvo que tragarse aquel 'Pujol, enano, habla castellano' que los cachorros de Génova cantaban en la noche de la victoria electoral cuando tuvo que pactar con CiU, o las declaraciones de Arzallus riéndose de lo que le había sacado el PNV. Quizá Rajoy debería ir suavizándose las tragaderas y aprovechar la situación para empezar a resolver, por fin, el contencioso con los nacionalismos y formar gobierno.

* Publicado en elperiodico.com. Entre Todos. 14.07.2016
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jueves, 14 de julio de 2016

EN MINORÍA Y EN SOLEDAD *

Para evitar unas terceras elecciones, que todos los partidos dicen no querer (aunque esa posibilidad por experiencia sabemos que no es descartable en absoluto), tendrá que haber algún acuerdo para la investidura de un candidato, y un candidato que acepte someterse a las sesiones de investidura. Y para ello, poco a poco se van instalando en el ambiente político dos ideas: que el candidato debe ser Rajoy, como vencedor de las elecciones, y que el PSOE debe facilitar su investidura al menos absteniéndose en la segunda votación, aunque no en solitario.
Dependiendo de la combinación final, Ciudadanos es numéricamente irrelevante en el a la investidura de Rajoy, pero es políticamente muy relevante tanto en la abstención como en el no: un no de C's inevitablemente llevaría a las terceras elecciones porque el PSOE no podría soportar políticamente aparecer como el único partido que hace Presidente a Rajoy, dejando que Unidos Podemos y Ciudadanos ocupen papel de oposición, y, en consecuencia, no podría abstenerse y la investidura sería imposible.
Es evidente que los casi ocho millones de votantes del PP, por miedo a Podemos o por lo que sea, han preferido no tener en cuenta los innumerables casos de corrupción en los que está envuelto, como parece que no les incomodan las políticas de recortes sociales, y de derechos y libertades que ha practicado. Pero es también evidente que muchos de los 15.2 millones de electores que han votado a los otros partidos que han conseguido representación parlamentaria no quieren tratos con el PP precisamente por la corrupción y los recortes. Así que Rajoy tiene enormemente complicado conseguir socios que le hagan Presidente del Gobierno con un apoyo explícito y solo puede aspirar a que algún partido (o varios), bien negociando y consiguiendo contrapartidas, bien alegando razones de Estado y de estabilidad política para justificarse, le dejen serlo.
Pero si efectivamente Rajoy llega a ser investido (quizá en la primera quincena de agosto), el gobierno del Partido Popular no solo debería estar en minoría, sino que debería estar, además, visiblemente en soledad y hacer así su particular travesía del desierto, teniendo que negociar con unos u otros cada coma de cada iniciativa legislativa o resignándose a perder votación tras votación si no negocia, y temiendo siempre una moción de censura que le quite lo que le han regalado, lo que implicaría cambios sustanciales tanto en su cultura política y en sus hábitos parlamentarios, como en las personas elegidas para sentarse en el Consejo de Ministros.

* Publicado en infoLibre.es Librepensadores. 14.07.2016

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lunes, 11 de julio de 2016

NO ES POSIBLE PERDER LO QUE NO SE TIENE *

Alentados por las encuestas insistentemente favorables se generaron en Unidos Podemos y en sus simpatizantes unas expectativas tan altas que los datos reales les han causado mucho desconcierto y más frustración: ni han ganado las elecciones, ni han logrado el sorpasso que las encuestas daban por seguro, ni se han convertido en el partido de referencia de la izquierda, ni han sumado a los suyos los novecientos mil votos que obtuvo UP-IU el 20D.

Iglesias Turrión explica que ese resultado frustrante no se ha debido a la alianza con IU, ni a los vaivenes ideológicos de Podemos, ni al rechazo que sus actitudes provocan en parte de los electores, sino al miedo a lo nuevo, y argumenta que una parte de los votos recibidos el 20D provino, según dice, de gentes que tienen simpatía por nosotros, agradecen el meneo que le hemos dado a la política española (…) pero ante la evidencia de que podíamos gobernar deciden finalmente no votarnos.

La explicación está bien traída, claro, pero realmente no sirve para explicar lo que ha pasado con los votos, sino para justificar el cambio de estrategia que decidieron en estas elecciones: abandonar la transversalidad de ayer y presentarse hoy como la alternativa de la izquierda, pero rebajando el tono, vistiéndose ideológicamente de socialdemócratas y escenificando el programa en un catálogo de mobiliario urbanita y pijo prêt a porter para no ahuyentar al votante miedoso.

En cualquier caso, el argumento implícitamente reconoce su imposibilidad de asaltar los cielos porque una parte de su electorado no los quiere en el gobierno, sino en la oposición; e implícitamente asume su techo electoral: si por una parte la transversalidad se ha demostrado insuficiente, por otra, la alianza de izquierdas suma tanto como resta porque da miedo y hace que huyan los votantes más transversales. O sea que al final, lo comido por lo servido.

Tiene razón, sin embargo, Iglesias Turrión al decir que hubo gente que finalmente decidieron no votarles y al evitar el error de entender esos votos como perdidos. Unidos Podemos no ha perdido un millón y pico de votos, porque no es posible perder lo que no se tiene: los votos no pertenecen a los partidos, sino a los ciudadanos, que deciden dárselo a unos, a otros o a ninguno. Malentender eso es lo que ha engordado las encuestas y las expectativas.

* Publicado en infolibre.es Librepensadores. 11.07.2016.

sábado, 9 de julio de 2016

RESULTA QUE SÍ HABÍA UN MAÑANA *

Mientras el Partido Popular tuvo mayoría absoluta tanto en el Congreso (de los Diputados) como en el Senado, entre 2011 y 2015, legisló sin miramientos imponiendo su mayoría como si no hubiera un mañana: embebido en la soberbia de su imbatibilidad en el Parlamento despreció toda negociación con los partidos de la oposición, aprobó en solitario recortes neoliberales y leyes ultraconservadoras, y recurrió ante el TC todo lo que no encajaba con su forma de entender España. Pero resulta que sí había un mañana (un después, un hoy, un ahora), y ahora que necesita negociar para mantenerse en el gobierno, se encuentra solo porque nadie le quiere como socio.

Para alcanzar un acuerdo de mínimos que permita un gobierno estable que pueda gobernar, pide el PP ahora a los demás la moderación, la generosidad y el sentido de Estado que no tuvo ni en la oposición ni en el gobierno. El problema es que se lo pide a quienes tienen sobre sus hombros dos pesadas cargas: lo que pasó en las dos últimas legislaturas, la de la mayoría absoluta y la fallida del 20D (la soberbia, los recortes sociales, las innecesarias tensiones con los nacionalismos, los recortes de derechos y de libertades, la espantá de Rajoy para la investidura, el suma y sigue de los casos de corrupción, y no sé cuántos etcéteras más), y las consecuencias que tendría ese apoyo en el futuro del país y de sus propios proyectos políticos.

Descartado el acuerdo de gobierno con Unidos Podemos (que Iglesias Turrión ha decidido convertir en un partido normal), la realidad es que el PSOE solo tiene tes caminos: entregarse a la gran coalición con el PP; negociar contrapartidas a cambio de la abstención (o la ausencia) de uno, varios o todos para que gobierne el PP; o provocar unas terceras elecciones. Susto o muerte, vaya.

Mientras todo parece estar en stand by, el PNV ya ha puesto sobre la mesa la agenda vasca y el acercamiento de presos, quizá esperando averiguar si Rajoy o Sáenz de Santamaría hablan euskera en la intimidad. 

* Publicado en elperiodico.com Entre Todos, con el título El pasado del PP se vuelve ahora en su contra. 09.07.2016

domingo, 3 de julio de 2016

LOS PARTIDOS NACIONALISTAS Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO * **

Cuatro de las cinco ocasiones en que ha habido gobiernos en minoría, porque no hubo una mayoría absoluta tras las elecciones, se resolvieron con el apoyo de partidos nacionalistas (básicamente de CiU, PNV y CC pero también de ERC en una ocasión). Sin embargo, son demasiados los puentes que se han dinamitado desde entonces entre el Gobierno de España y el gobierno autónomo de Cataluña (y del País Vasco) y demasiados los agravios y las provocaciones mutuas: desde la sentencia del TC recortando el Estatuto refrendado por los ciudadanos, hasta las conspiraciones grabadas en despacho ministerial; desde el desafío del referéndum en urnas de cartón, hasta la hoja de ruta hacia la independencia en marzo de 2017. En este contexto, parece imposible revertir la situación y que vuelvan a implicarse los partidos nacionalistas en la construcción en común de un Estado más justo para todos.

Y efectivamente, tras las elecciones del 20D, en las que ningún partido tuvo mayoría suficiente para gobernar, la legislatura fracasó entre otras cosas porque la opción de pedir apoyo a los partidos nacionalistas se vetó y se descartó de antemano marcándola como una de las líneas rojas irrebasables precisamente por reivindicar el derecho a decidir.

El Partido Popular ha vuelto a ganar las elecciones del 26J, incluso con más votos y escaños que las anteriores, pero el panorama general no es muy distinto al que había: ningún partido cuenta con mayoría suficiente y, en consecuencia, deben buscarse acuerdos a dos o tres bandas entre los mismos actores que no se pusieron de acuerdo hace solo unas semanas. Sin embargo, entre todas las posibles combinaciones que se barajan, de nuevo se excluye a los partidos nacionalistas exactamente por las mismas razones.

Que sería bueno para la estabilidad política y para la convivencia de todos encontrar la fórmula para que los partidos nacionalistas quisieran implicarse en la política de Estado (y del Estado), quiero pensar que es algo en lo que todos, o al menos la mayoría, estaríamos de acuerdo. Y desde ese criterio, hay una combinación ingenua que podría resolver satisfactoriamente la compleja situación política: unir para la investidura del próximo Presidente los 179 votos que suman PSOE, UP (y sus confluencias), ERC, CDC, PNV y CC e iniciar una legislatura breve con tres ejes básicos: redacción de una nueva Constitución en clave federal con la participación activa de los partidos nacionalistas renunciando (al menos temporalmente) a sus tesis secesionistas; compromiso con una agenda social urgente (plan contra la pobreza, blindaje de derechos sociales, etc.); y acciones contundentes para la regeneración democrática y contra la corrupción. La disolución de las Cortes, unas nuevas elecciones y un referéndum de ratificación de la nueva Constitución en 2019 completarían esta otra hipotética hoja de ruta.

En las actuales circunstancias de incertidumbres, de sospechas, de conspiraciones y desconfianzas de todos contra todos quizá sea ésta una opción irreal e irrealizable porque efectivamente ya no haya posibilidad de acuerdo alguno, pero garantizaría un gobierno con un apoyo amplio y muy alejado de las políticas neoliberales, conservadoras y recentralizadoras de un PP que puede vivirse absuelto de corrupción por las urnas; y podría servir, además, para empezar a reconstruir los afectos recíprocos perdidos y para empezar a resolver empáticamente el problema territorial del Estado reincorporándose, mejor aún si participaran en el gobierno, los partidos nacionalistas a la tarea de reconstruir un Estado que cada vez está más cerca del abismo

* Publicado en infoLibre.es Librepensadores. 03.07.2016

viernes, 1 de julio de 2016

UNA MUECA DEL DESTINO **


Dos meses antes de las últimas elecciones, el 27 de abril, cuando Podemos e Izquierda Unida tanteaban la posibilidad de unirse en coalición en vista de las buenas perspectivas electorales, escribí el post La suma no es automática * -que no llegó a publicarse en ningún periódico digital- en el que dudaba de que efectivamente se pudieran sumar sin más los votos de unos y otros en las siguientes elecciones. Argumentaba en él que quienes votaron a UP-IU el 20D pudieron votar a Podemos y no lo hicieron, aunque los vientos electorales iban claramente a favor Iglesias Turrión, por lo que podría suponerse que fueron votos firmes y bien premeditados.

Si traigo esto ahora no es para apuntarme mérito alguno (de Iriarte aprendí que al burro le sonó la flauta por casualidad), sino porque creo que, en parte, explica qué ha ocurrido con el millón largo de votos que Unidos Podemos, en una amarga mueca del destino, ha perdido el 26J.

Quizá haya sido la confianza irracional en esa hipotética suma lo que esté detrás de la errónea sobrevaloración que los cocineros de encuestas dieron a la coalición, y de la confianza ingenua del staff de Unidos Podemos al dar valor a esas previsiones mal cocinadas.

Cocineros y podemitas obviaron que los votos no son de los partidos, sino de los ciudadanos, que eligen dárselo a unos u otros según su criterio. La razón, el sentimiento, el resentimiento, el miedo, el cálculo, la ilusión, el capricho, la protesta, la pereza, el castigo, el desencanto, la rabia y hasta el azar son criterios igual de eficaces y suficientes para decidir el voto o la abstención. Y, más allá de las encuestas, cada quien sabe qué quiere hacer finalmente con su voto.

No es difícil imaginar al votante de UP-IU del 20D perplejo al oír cómo Unidos Podemos, después llamarle cenizo, izquierdista tristón, amargado y recomendarle que se cociera en su salsa llena de estrellas rojas, contase sin más con su voto, como si efectivamente fuera de ellos y no de quien va a meter la papeleta en el sobre y el sobre en la urna, si acaso decide ir al colegio electoral. Como no es difícil imaginar a no sé cuántos votantes de Podemos del 20D igual de perplejos al ver cómo se pasaba sin pudor de la transversalidad a presentarse como la izquierda de toda la vida y como socialdemócratas; o cómo las referencias bolivarianas desaparecían del discurso y se presentaban impúdicamente como herederos nada menos que de Salvador Allende