viernes, 1 de julio de 2016

UNA MUECA DEL DESTINO **


Dos meses antes de las últimas elecciones, el 27 de abril, cuando Podemos e Izquierda Unida tanteaban la posibilidad de unirse en coalición en vista de las buenas perspectivas electorales, escribí el post La suma no es automática * -que no llegó a publicarse en ningún periódico digital- en el que dudaba de que efectivamente se pudieran sumar sin más los votos de unos y otros en las siguientes elecciones. Argumentaba en él que quienes votaron a UP-IU el 20D pudieron votar a Podemos y no lo hicieron, aunque los vientos electorales iban claramente a favor Iglesias Turrión, por lo que podría suponerse que fueron votos firmes y bien premeditados.

Si traigo esto ahora no es para apuntarme mérito alguno (de Iriarte aprendí que al burro le sonó la flauta por casualidad), sino porque creo que, en parte, explica qué ha ocurrido con el millón largo de votos que Unidos Podemos, en una amarga mueca del destino, ha perdido el 26J.

Quizá haya sido la confianza irracional en esa hipotética suma lo que esté detrás de la errónea sobrevaloración que los cocineros de encuestas dieron a la coalición, y de la confianza ingenua del staff de Unidos Podemos al dar valor a esas previsiones mal cocinadas.

Cocineros y podemitas obviaron que los votos no son de los partidos, sino de los ciudadanos, que eligen dárselo a unos u otros según su criterio. La razón, el sentimiento, el resentimiento, el miedo, el cálculo, la ilusión, el capricho, la protesta, la pereza, el castigo, el desencanto, la rabia y hasta el azar son criterios igual de eficaces y suficientes para decidir el voto o la abstención. Y, más allá de las encuestas, cada quien sabe qué quiere hacer finalmente con su voto.

No es difícil imaginar al votante de UP-IU del 20D perplejo al oír cómo Unidos Podemos, después llamarle cenizo, izquierdista tristón, amargado y recomendarle que se cociera en su salsa llena de estrellas rojas, contase sin más con su voto, como si efectivamente fuera de ellos y no de quien va a meter la papeleta en el sobre y el sobre en la urna, si acaso decide ir al colegio electoral. Como no es difícil imaginar a no sé cuántos votantes de Podemos del 20D igual de perplejos al ver cómo se pasaba sin pudor de la transversalidad a presentarse como la izquierda de toda la vida y como socialdemócratas; o cómo las referencias bolivarianas desaparecían del discurso y se presentaban impúdicamente como herederos nada menos que de Salvador Allende

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