Para evitar unas terceras elecciones,
que todos los partidos dicen no querer (aunque esa posibilidad por
experiencia sabemos que no es descartable en absoluto), tendrá que
haber algún acuerdo para la investidura de un candidato, y un
candidato que acepte someterse a las sesiones de investidura. Y para
ello, poco a poco se van instalando en el ambiente político dos
ideas: que el candidato debe ser Rajoy, como vencedor de las
elecciones, y que el PSOE debe facilitar su investidura al menos
absteniéndose en la segunda votación, aunque no en solitario.
Dependiendo de la combinación final,
Ciudadanos es numéricamente irrelevante en el sí
a la investidura de Rajoy, pero es políticamente muy relevante tanto
en la abstención como
en el no:
un no de C's
inevitablemente llevaría a las terceras elecciones porque el PSOE no
podría soportar políticamente aparecer como el único partido que
hace Presidente a Rajoy, dejando que Unidos Podemos y Ciudadanos
ocupen papel de oposición, y, en consecuencia, no podría abstenerse
y la investidura sería imposible.
Es evidente que los casi ocho millones
de votantes del PP, por miedo a Podemos o por lo que sea, han
preferido no tener en cuenta los innumerables casos de corrupción en
los que está envuelto, como parece que no les incomodan las
políticas de recortes sociales, y de derechos y libertades que ha
practicado. Pero es también evidente que muchos de los 15.2 millones
de electores que han votado a los otros partidos que han conseguido
representación parlamentaria no quieren tratos con el PP
precisamente por la corrupción y los recortes. Así que Rajoy tiene
enormemente complicado conseguir socios que le hagan Presidente del
Gobierno con un apoyo explícito y solo puede aspirar a que algún
partido (o varios), bien negociando y consiguiendo contrapartidas,
bien alegando razones de Estado y de estabilidad política para
justificarse, le dejen serlo.
Pero si efectivamente Rajoy llega a
ser investido (quizá en la primera quincena de agosto), el gobierno
del Partido Popular no solo debería estar en minoría, sino que
debería estar, además, visiblemente en soledad y hacer así su
particular travesía del desierto, teniendo que negociar con unos u
otros cada coma de cada iniciativa legislativa o resignándose a
perder votación tras votación si no negocia, y temiendo siempre una
moción de censura que le quite lo que le han regalado, lo que
implicaría cambios sustanciales tanto en su cultura política y en
sus hábitos parlamentarios, como en las personas elegidas para
sentarse en el Consejo de Ministros.
* Publicado en infoLibre.es Librepensadores. 14.07.2016
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