Alentados por las encuestas
insistentemente favorables se generaron en Unidos Podemos y en sus
simpatizantes unas expectativas tan altas que los datos reales les
han causado mucho desconcierto y más frustración: ni han ganado las
elecciones, ni
han logrado el sorpasso
que las encuestas daban por seguro, ni se han convertido en el
partido de referencia de la izquierda, ni han sumado a los suyos los
novecientos mil votos que obtuvo UP-IU el 20D.
Iglesias
Turrión explica que ese resultado frustrante no se ha debido a la
alianza con IU, ni a los vaivenes ideológicos de Podemos, ni al
rechazo que sus actitudes provocan en parte de los electores, sino al
miedo
a lo nuevo,
y argumenta que una parte de los votos recibidos el 20D provino,
según dice, de gentes que tienen
simpatía por nosotros, agradecen el meneo que le hemos dado a la
política española (…)
pero ante la evidencia de que podíamos gobernar deciden finalmente
no votarnos.
La
explicación está bien traída, claro, pero realmente no sirve para
explicar lo que ha pasado con los votos, sino para justificar el
cambio de estrategia que decidieron en estas elecciones: abandonar la
transversalidad de ayer y presentarse hoy como la alternativa de la
izquierda, pero rebajando el tono, vistiéndose ideológicamente de
socialdemócratas y escenificando el programa en un catálogo de
mobiliario urbanita y pijo prêt
a porter
para no ahuyentar al votante miedoso.
En
cualquier caso, el argumento implícitamente reconoce su
imposibilidad de asaltar los cielos porque una parte de su electorado
no los quiere en el gobierno, sino en la oposición; e implícitamente
asume su techo electoral: si por una parte la transversalidad se ha
demostrado insuficiente, por otra, la alianza de izquierdas suma
tanto como resta porque da miedo y hace que huyan los votantes más
transversales.
O sea que al final, lo
comido por lo servido.
Tiene razón, sin embargo, Iglesias
Turrión al decir que hubo gente que finalmente decidieron no
votarles y al evitar el error de entender esos votos como perdidos.
Unidos Podemos no ha perdido un millón y pico de votos, porque no es
posible perder lo que no se tiene: los votos no pertenecen
a los partidos, sino a los ciudadanos, que deciden dárselo a unos, a
otros o a ninguno. Malentender eso es lo que ha engordado las
encuestas y las expectativas.
* Publicado en infolibre.es Librepensadores. 11.07.2016.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSiempre me alegra leerte, Irene.
ResponderEliminarPodemos aún está haciéndose: ha crecido mucho muy deprisa y parece claro que tiene que madurar y asumir que en el NO a lo que sea (a la dictadura, al capitalismo, al PP, da igual) es fácil que estén todos los descontentos. Lo difícil es mantener a todos esos del no juntos en un sí a una propuesta concreta.
Eso pasa en todos los partidos, claro, pero más aún en los que menos experiencia tienen o los que están en plena crisis.
Entiendo que te atraiga ese discurso transversal, pero no lo comparto. Yo sigo situándome a la izquierda y creo que es el discurso que hay que recuperar, pero son cosas de la edad, jajaja.
Insisto: me alegra leerte. Espero seguir leyendo comentarios tuyos.
Un abrazo!!!