Fotograma de Nobleza Baturra, 1935 |
El
Partido Popular, ganador de las elecciones, pide a los demás
partidos que le dejen gobernar y les culpabiliza si le niegan su
apoyo activo y/o pasivo; presiona a todos con el miedo a los
desastres económicos que se nos vienen encima (los duros ajustes que
impondrán nuestros socios/acreedores europeos, los problemas para la
financiación de la Comunidades Autónomas y hasta para las pensiones
de los jubilados si no se aprueban los presupuestos, etc.); y
sabiendo que todo el mundo está convencido de que en unas terceras
elecciones obtendría aún mejores resultados, se permiten el lujo de
decir que no las quieren, al mismo tiempo que amagan y las ponen
fecha. El problema, pese a todo, es que nadie quiere ser socio de un
PP envuelto en el suma y sigue de los casos de corrupción y que,
mientras tuvo mayoría absoluta, impuso sin miramientos sus políticas
neoliberales ultraconservadoras y no quiso negociar con nadie. Pide
la mano a quienes él se la negó.
El
PSOE, escaldado de su aventura para ser investido en la legislatura
fallida, enrocado en el no a la investidura de Rajoy, asume su papel
de oposición y anima al PP a buscar socios entre sus afines
ideológicos (Ciudadanos, la nueva Convergencia y el PNV) porque ni
quiere cargar con la culpa de haber facilitado con la abstención un
gobierno del PP, ni quiere dejar el protagonismo de la oposición a
Unidos Podemos. Sabiendo que Rajoy tiene escasas posibilidades de ser
investido, quiere el PSOE ser visto como la alternativa posible, no
como su muleta. Quizá Sánchez haya aprendido de Rajoy que es
políticamente más rentable no hacer nada y dejar que los demás se
estrellen.
Unidos
Podemos, perplejos aún por los resultados del 26J, descartan un
gobierno de izquierdas con apoyo de los nacionalistas y están
ensimismados en su propia reconstrucción (convertirse en un partido
normal,
como dijo Iglesias Turrión) y en liderar la oposición, convencidos
de que finalmente el PSOE cederá a las presiones y se abstendrá.
Resignados a un gobierno del PP, y temiendo algún deterioro si acaso
hubiera terceras elecciones, parece que quieren centrarse en ser
oposición al PP y al PSOE.
Rivera,
que pactó con Sánchez un programa de gobierno que fracasó igual
que fracasó la legislatura, pacta ahora con Rajoy la abstención en
la segunda votación a cambio de alguna presencia institucional y de
una presunta renovación democrática en el PP. Defendió que debía
presidir el Congreso alguien que no fuera del partido en el gobierno
y ayudó a que efectivamente lo fuera Patxi López, pero unas semanas
después quería que Sánchez presidiera el gobierno. Quizá por eso
ahora no ha tenido reparo en pactar con el PP su ayuda a la
investidura y su apoyo a la exministra Pastor. Rivera le dijo al PP,
en sesión parlamentaria, que quitase a Rajoy; le dice a Rajoy que no
puede negociar con los nacionalistas; le dice a Sánchez que debe
abstenerse; y le quiere decir al Rey se salte la Constitución y
presione al PSOE para que se abstenga. Como haya unas terceras
elecciones, la broma es que la broma no les puede costar más de 32
diputados.
ERC
y CDC (ahora PDC, provisionalmente) mantienen su defensa soberanista
y niegan su apoyo a quienes no acepten explícitamente el referéndum
en Cataluña. Homs negocia con el PP tener grupo parlamentario a
cambio de un apoyo vergonzante y simbólico para las vicepresidencias
de la Mesa del Congreso y Tardá pragmáticamente entiende que
simplemente se
buscan la vida.
Migajas. Nada, como nada son las concesiones económicas que
Junqueras obtuvo de la Vicepresidenta. Lo serio es lo otro: sin
referéndum, nada. Y el PNV intentando nadar y guardar la ropa hasta
las elecciones autonómicas, no vaya a ser que necesite del PP. Dicen
no a Rajoy, pero con la boca pequeña.
En
1935 Florián Rey rodó su Nobleza
baturra,
una tragicomedia musical y costumbrista llena de tópicos. Una de sus
escenas más recordadas es la del baturro montado en su borrico que
camina sobre las vías de un tren que se acerca por detrás tocando
insistentemente su silbato de vapor para que se aparte. El baturro,
sin inmutarse ni apartarse, dice en voz alta: ¡chufla,
chufla... como no te apartes tú...! Algo
así nos está ocurriendo desde la noche del 20D, porque parece que
cada partido cree que el tren que pita a sus espaldas son los otros,
deseosos de que se aparte de su
camino, pero ninguno quiere apartarse ni bajase de la burra. Y sin
bajarse de la burra nos llevan por la vía de unas terceras
elecciones. Chufla, chufla...
.
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