lunes, 23 de junio de 2014

CONVERTIR UN DERECHO EN UN PRESUNTO DELITO *

Durante la dictadura, si veía a un gris (la policía de entonces) normalmente me cambiaba de acera para no cruzarme con él, porque sabía perfectamente que muchos españoles (y yo entre ellos) éramos sospechosos de antemano, y porque sabía perfectamente que esa policía estaba al servicio del Régimen (así se llamaba eufemísticamente la política filofascista del dictador) y no, desde luego, al servicio de los ciudadanos (verdaderamente más súbditos que ciudadanos en aquella España igual de gris.

Debo reconocer que ingenuamente pensé que eso se había terminado para siempre; que la Constitución del 78 nos garantizaba las libertades políticas y los derechos civiles que nos habían hurtado durante la dictadura; que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (así los llaman en los telediarios) están al servicio del Estado, pero precisamente para protegernos a los ciudadanos y garantizarnos el ejercicio de nuestros derechos, Pero cada día me desengaño más.

Ya no son raras las imágenes de policías aporreando (en Madrid, en Barcelona, en Valencia, en cualquier ciudad) a ciudadanos que se manifiestan pacíficamente (y a algún compañero ¿infintrado? entre los manifestantes: ¡que soy compañero, coño!), o dándole una bofetada a una niña por estar mirando lo que no debía, o entrando en bares para sacar de allí a los refugiados, o impidiendo el paso a quienes llevan una chapa con la bandera republicana (¿me lo dices en serio?, preguntaba la niña, incrédula). O saltándole el ojo a una ciudadana con una pelota de goma. Y como esas imágenes ya no son raras, la solución es impedir que se tomen, identificar a los manifestantes, multar a los identificados, etc.: convertir un derecho en un presunto delito.

Y las autoridades (esos que dan las órdenes políticas) disculpando y exculpando los abusos cuando los hay: exceso de celo, dicen; son casos puntuales, dicen. Parece que otra vez les mandan velar celosamente por la seguridad, pero no de los ciudadanos, ni de sus derechos y libertades.

* Publicado en elplural.com. Opinión. 23.VI.2014

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