Llevo un tiempo intentando localizarte y por fin he dado con este blog. No sé si leerás los comentarios o si el blog sigue activo. Ojalá sí.
Seguramente no me recordarás. Me llamo Luis Lloredo. Fui alumno tuyo en el San Juan Bautista, en la asignatura de Ética de 4 de la ESO, hace ya muchos años (en 1998, si los cálculos no me fallan). Yo ahora me dedico a la filosofía del derecho. Después del Instituto hice la carrera de Humanidades en la Carlos III y, después, un doctorado en Derechos humanos en la especialidad de filosofía del derecho. He tenido una carrera académica complicada, con etapas en Chile y en Italia, pero, afortunadamente, parece que he llegado a buen puerto: desde hace unos tres años soy profesor de filosofía del derecho en la UAM.
El caso es que, hace unos meses, hablando con mi mujer, nos pusimos a repasar profesores del instituto que nos hubieran impactado, y me di cuenta de que ejerciste una influencia poderosa sobre mí. Aprendí muchísimas cosas que se me grabaron de forma indeleble y que, probablemente, levantaron un primer armazón de ideas, conceptos y preocupaciones que después me hicieron decantarme por la filosofía jurídica.
Recuerdo, por ejemplo, que contigo aprendí la diferencia entre autonomía y heteronomía moral, que nos explicaste remontándote a Kant. Recuerdo también un debate apasionante sobre la libertad, que nos planteaste al hilo de la película de Dersu Uzala: al terminar la película, nos preguntaste quién pensábamos que era más libre, si Dersu o el capitán. Todos respondimos intuitivamente que Dersu, pero tú nos sugeriste que quizá podía ser el capitán. Aquello me dejó pensando mucho. También recuerdo que nos hiciste problematizar la dicotomía (o el eje, o la dialéctica) entre naturaleza y cultura, y esa problematización me ha acompañado desde entonces. En otra ocasión, nos explicaste el significado de la Declaración universal de los derechos humanos y, entre otras cosas, nos dijiste que se trataba de un "código moral", que era algo distinto de un código en el sentido jurídico del término. Aquello me empezó a dar vueltas en la cabeza y, de hecho, te pregunté y repregunté un par de veces al respecto: me preocupaba el asunto de la eficacia. Visto en retrospectiva, creo que me inquietaba de manera incipiente la tensión entre derecho y moral, que tantos quebraderos de cabeza ha procurado a la filosofía del derecho. Otra cosa que recuerdo es que nos repartiste un artículo de la declaración de derechos humanos a cada uno, para que hiciéramos un pequeño ensayo sobre el que nos hubiera tocado. Y aún recuerdo un par de cosas más: un texto precioso que figuraba en aquel libro también precioso (proyecto ESLA, me parece que se llamaba la editorial), en el que se recogía la célebre carta del cacique Seattle; y una explicación acerca del concepto filosófico de "necesidad": aparecía en un glosario que acompañaba al libro y nos dijiste que, en filosofía, tenía el significado de inevitabilidad (seguramente lo explicaste con palabras más sencillas). Ya nunca lo olvidé desde entonces, pero me acuerdo del salto conceptual que tuve que hacer en aquel momento, es decir, me recuerdo a mí mismo masticando el sentido de esa palabra (necesidad) desde esa perspectiva que entonces me eran aún ajena. En el capítulo de lo anecdótico, también recuerdo que hacías bromas diciendo "dóllares" y "Jodíe Foster", con tilde en la i. Eran bromas muy malas, la verdad, pero a nosotros nos hacían gracia y nos mantenías enganchados.
En fin, como ves, me acuerdo de muchas cosas, que me marcaron mucho, y te estoy muy agradecido por ello. Me parecía triste y cicatero quedarme para mí solo estos recuerdos. Por eso he querido contactar contigo. Ojalá llegues a leer estas líneas. Un saludo afectuoso,
Querido Jesús:
ResponderEliminarLlevo un tiempo intentando localizarte y por fin he dado con este blog. No sé si leerás los comentarios o si el blog sigue activo. Ojalá sí.
Seguramente no me recordarás. Me llamo Luis Lloredo. Fui alumno tuyo en el San Juan Bautista, en la asignatura de Ética de 4 de la ESO, hace ya muchos años (en 1998, si los cálculos no me fallan). Yo ahora me dedico a la filosofía del derecho. Después del Instituto hice la carrera de Humanidades en la Carlos III y, después, un doctorado en Derechos humanos en la especialidad de filosofía del derecho. He tenido una carrera académica complicada, con etapas en Chile y en Italia, pero, afortunadamente, parece que he llegado a buen puerto: desde hace unos tres años soy profesor de filosofía del derecho en la UAM.
El caso es que, hace unos meses, hablando con mi mujer, nos pusimos a repasar profesores del instituto que nos hubieran impactado, y me di cuenta de que ejerciste una influencia poderosa sobre mí. Aprendí muchísimas cosas que se me grabaron de forma indeleble y que, probablemente, levantaron un primer armazón de ideas, conceptos y preocupaciones que después me hicieron decantarme por la filosofía jurídica.
Recuerdo, por ejemplo, que contigo aprendí la diferencia entre autonomía y heteronomía moral, que nos explicaste remontándote a Kant. Recuerdo también un debate apasionante sobre la libertad, que nos planteaste al hilo de la película de Dersu Uzala: al terminar la película, nos preguntaste quién pensábamos que era más libre, si Dersu o el capitán. Todos respondimos intuitivamente que Dersu, pero tú nos sugeriste que quizá podía ser el capitán. Aquello me dejó pensando mucho. También recuerdo que nos hiciste problematizar la dicotomía (o el eje, o la dialéctica) entre naturaleza y cultura, y esa problematización me ha acompañado desde entonces. En otra ocasión, nos explicaste el significado de la Declaración universal de los derechos humanos y, entre otras cosas, nos dijiste que se trataba de un "código moral", que era algo distinto de un código en el sentido jurídico del término. Aquello me empezó a dar vueltas en la cabeza y, de hecho, te pregunté y repregunté un par de veces al respecto: me preocupaba el asunto de la eficacia. Visto en retrospectiva, creo que me inquietaba de manera incipiente la tensión entre derecho y moral, que tantos quebraderos de cabeza ha procurado a la filosofía del derecho. Otra cosa que recuerdo es que nos repartiste un artículo de la declaración de derechos humanos a cada uno, para que hiciéramos un pequeño ensayo sobre el que nos hubiera tocado. Y aún recuerdo un par de cosas más: un texto precioso que figuraba en aquel libro también precioso (proyecto ESLA, me parece que se llamaba la editorial), en el que se recogía la célebre carta del cacique Seattle; y una explicación acerca del concepto filosófico de "necesidad": aparecía en un glosario que acompañaba al libro y nos dijiste que, en filosofía, tenía el significado de inevitabilidad (seguramente lo explicaste con palabras más sencillas). Ya nunca lo olvidé desde entonces, pero me acuerdo del salto conceptual que tuve que hacer en aquel momento, es decir, me recuerdo a mí mismo masticando el sentido de esa palabra (necesidad) desde esa perspectiva que entonces me eran aún ajena. En el capítulo de lo anecdótico, también recuerdo que hacías bromas diciendo "dóllares" y "Jodíe Foster", con tilde en la i. Eran bromas muy malas, la verdad, pero a nosotros nos hacían gracia y nos mantenías enganchados.
En fin, como ves, me acuerdo de muchas cosas, que me marcaron mucho, y te estoy muy agradecido por ello. Me parecía triste y cicatero quedarme para mí solo estos recuerdos. Por eso he querido contactar contigo. Ojalá llegues a leer estas líneas. Un saludo afectuoso,
Luis Lloredo