Si Europa fuera un organismo, bien podría decirse que en su genoma cultural el ADN ancestral es griego, porque fueron los griegos quienes nos enseñaron a pensar racionalmente: inventaron la metafísica, la retórica, la ética y la política; inventaron la democracia, la igualdad de la ley y el derecho a tomar la palabra. Pero los griegos también inventaron la tragedia, el drama del héroe enfrentándose a su destino que acaba derrotado y castigado por los dioses.
De nada les ha servido a Tsipras y Varoufakis defender la dignidad de sus empobrecidos compatriotas enfrentándose así al destino que el Dios del capital, ese Zeus Codicioso que solo vela por sus hijos ricos, les tenía preparado. De nada les ha servido argumentar que los salarios han caído un 37%; que las pensiones, un 40%; que el PIB, con los recortes, ha caído un 27%; que el paro ya alcanza al 27% de la población activa; que solo un 9% de los parados tiene algún subsidio de desempleo; que la pobreza y el hambre registran marcas propias de situaciones de guerra. Pero los vicarios de la Divina Avaricia, a coro, cantaban: paga por tus pecados y te bendeciremos.
De nada ha servido a los mortales Tsipras y Voroufakis argumentar que si las pensiones han crecido con respecto al PIB es porque el PIB ha descendido escandalosamente. De nada, decir que no es moralmente aceptable eliminar de las pensiones el suplemento de solidaridad a los más pobres entre los pobres. De nada les ha servido dar la palabra a los griegos, porque el Dios Usurero y sus monaguillos ya sabían de antemano el final del drama: o pagas o a la puta calle. Y a la puta calle los han echado.
¿Se habrán planteado estos ministros del Dios Acaparador que los ateos y los desheredados pueden terminar echándose a la calle?
No hay comentarios:
Publicar un comentario