No
creo que los políticos independentistas presos sean presos
políticos, aunque tampoco creo que sean exactamente presos comunes:
los delitos que hayan cometido -si es el caso- sin duda tenían una
finalidad política. Saltarse una ley democrática por razones de
conciencia o por objetivos políticos podrá estar justificado moral
o políticamente, pero no por ello deja de ser delito. Que ya
encausados sigan presos y no en libertad con medidas cautelares será
jurídicamente correcto -así lo entiende el juez-, pero
políticamente es más que discutible.
Los
lazos, las banderas, las camisetas de color amarillo -hasta las rosas
en el singular Sant
Jordi
de este año- no son símbolos que reivindican la libertad de los
políticos independentistas presos, sino la libertad de los presos
políticos independentistas, que no es exactamente lo mismo. De ahí
que no todos los que desearían la libertad de los encarcelados
compartan el símbolo.
En
cualquier caso, defender pacíficamente que sean políticos presos o
que sean presos políticos -como defender que sigan en la cárcel o
queden en libertad- está amparado por la libertad de expresión que
la Constitución garantiza a todos, al menos sobre el papel.
En
un curso sobre feminismo hace unos años, explicaba bien Celia Amorós
que la carga simbólica de un objeto se desactiva cuando el objeto
deja de identificarse con ella: la camisa azul oscuro -no recuerdo si
ese fue el ejemplo- pasó a ser una prenda de vestir neutra, una
camisa como otra cualquiera, cuando dejó de identificarse con el
uniforme falangista. Visto al contrario, la carga simbólica se
refuerza cuando el objeto se identifica únicamente con lo que
pretende simbolizar.
Exigir
a quienes llevaban camisetas amarillas -algunas sin más señas que
su color- que se las quitaran antes de acceder al Metropolitano para
ver la final de Copa, requisárselas y arrojarlas a contenedores, no
ha desactivado ni el símbolo ni lo simbolizado, sino que, al
contrario, quizás los ha fijado aún más dándoles mayor notoriedad
y proporcionando más madera al independentismo. Y aún peor: resulta
democráticamente insoportable e incongruente con la libertad de
expresión que la Constitución garantiza y que el gobierno debería
proteger.
Como
la memoria funciona así, ver cómo se requisaban las camisetas
amarillas, me recordó aquel 25 de abril de 1974, el día que se
produjo la revolución
de los claveles
en Portugal -Grândola,
Vila morena / terra de fraternidade...-,
cuando hubo quienes salimos a pasear por la calle con un clavel y
ocurrió lo que era previsible durante la dictadura: los grises
reprimieron ese gesto simbólico identificando a quienes pillaban con
algún clavel -por suerte yo me libré-, requisándoselo y deteniendo
a alguno. En un sistema democrático lo que cabe esperar es que no
pasen cosas así. Por eso es cada día un poco más urgente que este
gobierno soberbio, torpe y miope deje de gobernar.
* Publicado en Crónica Popular. En Candela. 26.04.2018
https://www.cronicapopular.es/2018/04/jesus-pichel-del-gris-al-amarillo/
** Publicado en elperiodico.com. Entre Todos. 27.04.2018
https://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/del-gris-amarillo-176879
*** Publicado un extracto en las ediciones en papel de elperiodico.comen castellano y catalán.
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