martes, 24 de abril de 2018

DEL GRIS AL AMARILLO * ** ***


No creo que los políticos independentistas presos sean presos políticos, aunque tampoco creo que sean exactamente presos comunes: los delitos que hayan cometido -si es el caso- sin duda tenían una finalidad política. Saltarse una ley democrática por razones de conciencia o por objetivos políticos podrá estar justificado moral o políticamente, pero no por ello deja de ser delito. Que ya encausados sigan presos y no en libertad con medidas cautelares será jurídicamente correcto -así lo entiende el juez-, pero políticamente es más que discutible.

Los lazos, las banderas, las camisetas de color amarillo -hasta las rosas en el singular Sant Jordi de este año- no son símbolos que reivindican la libertad de los políticos independentistas presos, sino la libertad de los presos políticos independentistas, que no es exactamente lo mismo. De ahí que no todos los que desearían la libertad de los encarcelados compartan el símbolo.

En cualquier caso, defender pacíficamente que sean políticos presos o que sean presos políticos -como defender que sigan en la cárcel o queden en libertad- está amparado por la libertad de expresión que la Constitución garantiza a todos, al menos sobre el papel.

En un curso sobre feminismo hace unos años, explicaba bien Celia Amorós que la carga simbólica de un objeto se desactiva cuando el objeto deja de identificarse con ella: la camisa azul oscuro -no recuerdo si ese fue el ejemplo- pasó a ser una prenda de vestir neutra, una camisa como otra cualquiera, cuando dejó de identificarse con el uniforme falangista. Visto al contrario, la carga simbólica se refuerza cuando el objeto se identifica únicamente con lo que pretende simbolizar.

Exigir a quienes llevaban camisetas amarillas -algunas sin más señas que su color- que se las quitaran antes de acceder al Metropolitano para ver la final de Copa, requisárselas y arrojarlas a contenedores, no ha desactivado ni el símbolo ni lo simbolizado, sino que, al contrario, quizás los ha fijado aún más dándoles mayor notoriedad y proporcionando más madera al independentismo. Y aún peor: resulta democráticamente insoportable e incongruente con la libertad de expresión que la Constitución garantiza y que el gobierno debería proteger.

Como la memoria funciona así, ver cómo se requisaban las camisetas amarillas, me recordó aquel 25 de abril de 1974, el día que se produjo la revolución de los claveles en Portugal -Grândola, Vila morena / terra de fraternidade...-, cuando hubo quienes salimos a pasear por la calle con un clavel y ocurrió lo que era previsible durante la dictadura: los grises reprimieron ese gesto simbólico identificando a quienes pillaban con algún clavel -por suerte yo me libré-, requisándoselo y deteniendo a alguno. En un sistema democrático lo que cabe esperar es que no pasen cosas así. Por eso es cada día un poco más urgente que este gobierno soberbio, torpe y miope deje de gobernar.

* Publicado en Crónica Popular. En Candela. 26.04.2018
https://www.cronicapopular.es/2018/04/jesus-pichel-del-gris-al-amarillo/

** Publicado en elperiodico.com. Entre Todos. 27.04.2018
https://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/del-gris-amarillo-176879

*** Publicado un extracto en las ediciones en papel de elperiodico.comen castellano y catalán.


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