Según
el calendario previsto, el 26 de mayo de 2019 habrá elecciones
municipales y europeas en toda España, y autonómicas en trece de
las diecisiete Comunidades Auntónomas -en todas menos en las
históricas:
Andalucía, Cataluña, Galicia y País Vasco, que tienen sus propios
calendarios. Faltan pues alrededor de 400 días para saber quiénes
serán los representantes elegidos, de qué partidos y qué
candidatos gobernarán municipios y Comunidades.
Por
su mayor entidad política y simbólica -y económica, claro-
probablemente las madrileñas al Ayuntamiento y a la Comunidad son
las más importantes para todos los partidos que pudieran tener
opciones de gobierno. Hay sin duda otras plazas importantes, pero
quizá ninguna como éstas. De ahí la importancia del escándalo
Cifuentes, que puede poner en peligro -si acaso no lo ha hecho ya- la
hegemonía del PP en la Comunidad de Madrid (CM) y quién sabe si en
España.
Puede
el PP -puede Rajoy- dejar caer a Cifuentes y sustituirla por alguien
que presida la CM durante estos 400 días, cediendo a la exigencia
Ciudadanos, o puede aguantar el chaparrón con la esperanza de que el
partido de Rivera no cumpla su amenaza de apoyar la moción de
censura que ha presentado el PSOE o de que, si la cumple, ese apoyo a
la izquierda
le cueste votos. Y con el deseo de que sus votantes más fieles
olviden el escándalo o le resten importancia, mantengan su voto y
revaliden su gobierno aunque sea como mal
menor.
Tanto la actitud altiva de Cifuentes -renunciando al sospechoso máster, como si eso dependiera de su voluntad-, como los apoyos recibidos -nítido el de Cospedal, nebuloso el de Rajoy siguiendo su propio manual de supervivencia política- parecen indicar que se ha optado por la resistencia soberbia.
Quizá
piensan en las cocinas del PP que la moción de censura del PSOE, que
presentará al profesor Gabilondo como candidato, tiene pocas
posibilidades de éxito porque sin el apoyo de Ciudadanos, no tiene
votos suficientes, y si lograra los votos de C's el apoyo sin
condiciones de Podemos podría no ser tan incondicional. Además, un
hipotético gobierno tripartito -o de dos con el apoyo puntual del
otro- estaría contaminado y condicionado inevitablemente por los
intereses electorales inmediatos y contrarios de cada uno de ellos.
Si
fracasa la moción presentada, estatutariamente el PSOE no podría
volver a presentar otra en esta legislatura, pero nada se lo
impediría ni a Podemos -que tiene suficientes diputados para poder
presentarla-, ni a Ciudadanos -aunque en su caso necesitaría dos
firmas prestadas para alcanzar las 19 necesarias. Y ese podría ser
un escenario tentador para cercar a Cifuentes: que dos o tres
mociones distintas y consecutivas, pero con el mismo fin, prolongaran
su amargura manteniendo vivo el escándalo -y que podrían servir
además para presentar sus respectivos programas. El riesgo de esta
estrategia estaría en convertir al PP de la presidenta en un partido
capaz de superar todos los envites, y de visibilizar que los tres
partidos de oposición son tan incapaces de unirse para derrotarla
como incapaces de derrotarla por separado.
Más
factible podría ser, tras el éxito de la moción de censura
presentada o de alguna otra, un acuerdo de gobierno de gestión -a
modo de gobierno en funciones- de PSOE, Podemos y Ciudadanos, sin sus
respectivos cabeza de lista, con un solo fin: convocar elecciones en
la CM lo antes posible. Por ejemplo, tras el verano, el domingo más
cercano a la vuelta al cole.
* Publicado en infoLibre. Librepensadores. 21.04.2018
https://www.infolibre.es/noticias/club_infolibre/librepensadores/2018/04/21/un_gobierno_gestion_psoe_podemos_ciudadanos_comunidad_madrid_81937_1043.html#com
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