El martes 9 de febrero se ha presentado en Berlín DiEM25 (Democracy
in Europe Movement 2025), la plataforma política inter-europea
promovida por Varoufakys, aquel ministro griego de economía que se
atrevió a negociar en pie de igualdad, de tú a tú, con sus
socios/acreedores de la UE y se lo hicieron pagar: fue apartado del
gobierno por su Primer ministro Tsipras.
El Manifiesto publicado (y fácilmente accesible en la web)
describe una hoja de ruta de una década para democratizar la Unión
Europea que, en síntesis, pretende recuperar los valores
democráticos de la vieja Europa que han sido premeditadamente
abandonados y sustituidos por una burocracia tecnocrática, que se
presenta como neutral pero que sistemáticamente reduce todas las
relaciones políticas a relaciones de poder disfrazadas de decisiones
meramente técnicas. Se trata, pues, de recuperar el poder
político de los ciudadanos europeos para hacer frente al poder
económico de los mercados.
Hablan en el Manifiesto de una Europa de la Razón, la
Libertad, la Tolerancia y la Imaginación; una Europa
democrática, transparente, realista, unida, descentralizada, plural,
igualitaria, social, productiva, sostenible, ecológica, tecnológica,
cultural, creativa, consciente de su historia,
internacionalista, pacífica, abierta y liberada.
Allá por 2003, Donald Rumfeld y Aznar se mofaban de la vieja Europa
y apostaban por la nueva Europa neoliberal y neocoservadora. Desde
entonces el discurso ultraliberal se ha ido convirtiendo en
pensamiento único al mismo tiempo que privatizaba (y precarizaba)
los sistemas de protección social, desregulaba el mercado y
recortaba derechos a los ciudadanos. Y provocada la crisis financiera
y económica por la codicia desregulada del propio sistema, el
poder económico se ha puesto a salvo haciéndonos pagar rescates
milmillonarios a los ciudadanos de a pie.
Esa Europa que inventó la democracia (el poder político de la
gente, de los ciudadanos), que desde hace más de doscientos años se
ha construido declarando derechos y libertades universales e
inalienables de todos los ciudadanos, y protegiendo a los más
desfavorecidos con sistemas sociales públicos, año a año va
olvidándose de sí misma y renunciando a sí misma.
Así que bienvenido el proyecto de Varoufakis y deseémosle toda la
suerte del mundo, porque si cuaja la va a necesitar: agarrada la
presa, ningún predador la suelta antes de saciarse.
* Publicado en elplural.com Opinión. Tribuna Libre. 11.02.2016
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