Pedro
Sánchez ya tiene el encargo del Jefe del Estado para que intente
encontrar los apoyos necesarios para ser investido Presidente del
Gobierno. Y según él mismo ha dicho (en su declaración
premeditadamente institucional) comenzará ya mismo los contactos con
los partidos políticos con representación parlamentaria, a
izquierda y derecha,
porque voy en
serio.
Si Sánchez fracasa y no se encuentra otra solución de última hora
(rumores hay de una operación a la desesperada del PP, que ofrecería
su apoyo a un gobierno presidido por un socialista de renombre
internacional que los socialistas no pudieran rechazar) se
convocarían automáticamente elecciones generales y, mientras,
seguiría en funciones un gobierno del Partido Popular.
Si hacemos cuentas, el mes de febrero se irá en las negociaciones
del PSOE con otros partidos para investir a Sánchez, que tendría
dos meses como máximo (marzo y abril) para ser investido; agotados
los dos meses sin investidura, se convocarían elecciones a celebrar
cincuenta y cuatro días después, o lo que es lo mismo, en torno al
26 de junio (ciento ochenta y tantos días después de las elecciones
pasadas). Y mientras seguiría en funciones un gobierno del Partido
Popular.
Con el nuevo reparto de fuerzas salido de esas elecciones (similar o
no al actual), de nuevo se pondría en marcha el proceso para
investir a quien fuera. Quizá en septiembre de 2016 (más nueve
meses después de las elecciones del 20D) pudiera haber gobierno que
por fin sustituyera al gobierno en funciones del PP.
Es cierto que mientras las Cámaras no estén disueltas los grupos
parlamentarios de oposición (oposición al gobierno en funciones)
pueden presentar sus iniciativas legislativas y ganar las votaciones.
Pero también es cierto que el gobierno en funciones, que es el poder
ejecutivo, puede ralentizar y embarrar todas las propuestas
aprobadas.
Es
urgente atajar la pobreza que ya hay y evitar la que se pudiera
producir; es urgente intervenir para que se pueda crear empleo y para
impedir la precariedad laboral; es urgente no enfrentar, sino
afrontar inteligentemente el secesionismo catalán (y los que
pudieran sobrevenir); es urgente reformar la Constitución. Pero por
todo eso es más que urgente tener gobierno.
Ese
acuerdo a
izquierda y derecha que
propone Sánchez entre PSOE, Podemos y Ciudadanos ha sido
explícitamente rechazado por Iglesias y Rivera, porque ambos
entienden que sus fines y medios políticos son antagónicos e
incompatibles. Y efectivamente hay tantas necesidades urgentes que lo
difícil es priorizarlas y proponer políticas aceptables a unos y
otros. Pero precisamente eso es lo que da sentido a una negociación:
si todos coincidieran en todo, nada habría que negociar.
* Publicado en elplural.com Opinión. Tribuna Libre. 03.02.2016
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