Una vez que vez que Sánchez e Iglesias han decidido consultar a la militancia y a los inscritos respectivamente, realmente quedan poco más de dos semanas para negociar la investidura de un nuevo presidente del gobierno.
Salvo que se habilitaran el sábado treinta de abril y el lunes dos de mayo (que es festivo en Madrid, por ser el Día de la Comunidad), el pleno de investidura debería celebrarse los días veintiocho y veintinueve, pero para ello, antes debería convocarlo el Presidente del Congreso (de los Diputados) y, aún antes, el Rey tendría que haber encargado a alguien que intentase formar gobierno. Así que difícilmente todo eso pudiera hacerse antes del lunes veinticinco de abril.
Para que el Jefe del Estado nombre candidato debe antes abrir una nueva ronda de consultas con los partidos (que sería la tercera) en la que constate que efectivamente hay posibilidades de investidura, o lo que es lo mismo, que ya hay un acuerdo suficiente entre los partidos. Quizá dos días sean suficientes: el veintiuno y el veintidós de abril, por ejemplo. Y para convocar las consultas prometidas a las bases y realizarlas, probablemente se necesiten otros dos días (por lo menos), diecinueve y veinte de abril.
Así que contando sábados y domingos, los partidos cuentan realmente con quince días (los que van del cuatro al dieciocho de abril) para negociar una investidura, someterla a las bases y, si se acepta, comunicar el acuerdo.
Todo esto significa que si antes del dieciocho de abril no hay acuerdo prácticamente será imposible evitar la convocatoria de elecciones y, en consecuencia, mantener un gobierno en funciones y un Parlamento semi-paralizado hasta al menos el mes de septiembre, sin la garantía de que la situación sea distinta tras las nuevas elecciones.
En estas condiciones, no parece probable que se pueda negociar un acuerdo pormenorizado de gobierno, sino líneas maestras generales y compromisos concretos en algunos asuntos. Por eso quizá lo más sensato (y factible) fuera acordar una legislatura breve (quizá de dos años) con una agenda de actuaciones urgentes, cosa que lamentablemente cada día que pasa parece menos probable.
Todos los implicados dicen no querer nuevas elecciones y estar dispuestos a ceder (aunque Rivera matiza que peor que unas nuevas elecciones es un mal gobierno, obviando que no hay peor gobierno que un gobierno en funciones), pero lo que están mostrando es que ninguno se apea de sus intereses y que son incapaces de gestionar adecuadamente situaciones complejas, que es precisamente lo que los ciudadanos esperamos de un gobierno. Pero me temo que no lo entenderán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario