El próximo día 17N un juez belga decidirá sobre la extradición a España de Puigdemont y los cuatro consellers cesados. Prácticamente se da por seguro que recurrirán su resolución -y todas las que puedan venir- hasta agotar todos los plazos y retrasar lo más posible su regreso a España, quizá hasta 90 días. Pudiera ser así, y quizá lo sea, pero no es impensable que dependiendo de lo que dictamine la justicia belga, los cinco secesionistas “exiliados” aceptaran la extradición y volvieran antes de lo esperado.
Si el juez belga no aceptase los dos delitos más graves que la Audiencia Nacional les imputa -rebelión y sedición- y ordena la extradición únicamente para ser juzgados por malversación, prevaricación y desobediencia -delitos con penas sustancialmente menores-, quizá les interesase aceptarla y volver.
Si fuese así, al llegar a suelo español serían detenidos y puestos a disposición judicial, con la repercusión que eso tendría en los medios, en las calles y en las elecciones. Si solo pudiesen ser juzgados por esos tres delitos -y habiendo aceptado la extradición- difícilmente la fiscalía podría mantener la petición de prisión incondicional sin fianza y difícilmente la jueza podría ordenarla. Más lógico, a la vista de los delitos imputados, sería la libertad con cargos y medidas cautelares.
Esa situación les permitiría participar directamente en la campaña electoral y, si los otros miembros del Govern cesados siguieran en prisión, explotar la diferencia entre la justicia española no auditada y la belga auditora. Y aun más: si el 21D fuesen elegidos diputados, volverían a estar aforados y su causa irremediablemente pasaría de la Audiencia Nacional al Tribunal Supremo -o al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, teórica sede judicial natural.
Que el rechazo europeo al soberanismo se haya hecho aun más explícito -de ahí los agrios reproches a Europa de su discurso actual-; que no haya sido capaz de reunir a todo el independentismo es una lista de país encabezada por él mismo -por el rechazo frontal de ERC-; que cada día se encuentre políticamente más mermado -pese al apoyo de los ciento ochenta y tantos alcaldes que viajaron hasta Bruselas-; y que el TS quiera reunir todas las causas abiertas con un criterio más benevolente que el de la AN -como se ha visto en la libertad con fianzas menores para los miembros secesionistas de la Mesa y prisión eludible con una fianza no desorbitada de 150.000€ para Forcadell- también podrían ser buenos argumentos para decidir su vuelta.
Puede que este ficticio y autodenominado Govern legitim a l’exili agote los plazos en Bélgica, pero perfectamente podría estar de vuelta en apenas unos días. Su decisión dependerá de lo que el juez belga resuelva y del mayor beneficio procesal para ellos mismos y electoral para el procés que calculen obtener.
* Publicado, en una versión más breve, en elperiodico.com Entre Todos, con el título "La justicia española versus la justicia belga". 12.11.2017
http://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/justicia-espanola-versus-justicia-belga-149902
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