domingo, 27 de marzo de 2016

DEL SACRO IMPERIO AL CALIFATO

En el año 800, Carlos, rey de los francos y los lombardos, fue coronado Emperador de los Romanos por el Papa León III en la basílica de San Pedro con la intención de restaurar el imperio romano de occidente. Con él, con Carlomagno, comenzó el llamado renacimiento carolingio y se establecieron las bases de lo que será en 962 el Sacro Imperio Romano de Occidente (o Sacro Imperio Romano Germánico) y de la cristiandad.

Se formó así un entramado político-religioso que unificaba Europa por medio de una misma lengua común (el latín), una misma fe (el cristianismo) bajo la autoridad del Papa, y una misma estructura política (el Imperio) por encima de los reinos, bajo la autoridad del Emperador. Las cruzadas de los siglos XI, XII y XIII, entendidas como guerras santas (o justas), fueron una de sus consecuencias.

Al menos desde la instauración de la República Islámica de Irán, en 1979, promovida por el ayotolá Jomeini, y más intensamente a partir del ataque a las Torres Gemelas en 2001, los episodios de yihad, entendida como guerra santa, se han multiplicado en todo el mundo para combatir a los que consideran infieles, a la vez que se han ido fundando Estados y Repúblicas islámicas. Todos ellos comparten una misma fe (el Islam) y, si bien no todos, muchos de ellos si comparten una misma lengua (el árabe).

Comparadas las dos situaciones (bien entendido que no son iguales en muchos aspectos), los elementos comunes son evidentes: una misma fe (el cristianismo en unos, el islam en otros) y una misma lengua (el latín, el árabe) y la guerra santa como instrumento de expansión de la propia fe y de aniquilación de los infieles. El tercer elemento (el Imperio) es lo que hasta ahora las diferenciaba.

En 2014, Abu Bakr al-Baghdadi fue proclamado califa Ibrahim del Estado Islámico de Irak y el Levante, como una estructura supraestatal en expansión. Ser califa es ser representante y sucesor del profeta, y cabeza política y religiosa de la umma, la comunidad de creyentes, que le debe total obediencia. Parece claro que el tercer elemento que faltaba, el Imperio, ya es una realidad en forma de califato.

La Europa medieval acabó gracias al proceso de secularización que poco a poco, particularmente desde el s. XVIII, fue separando el poder político del poder religioso y, sobre todo, poco a poco llevó las creencias religiosas a la intimidad de los individuos.

Entender cómo superamos los europeos aquellas épocas oscuras nos debería ayudar a entender cómo combatir para acabar con esta otra época oscura que se nos viene encima.

viernes, 18 de marzo de 2016

QUE NO SE FORME GOBIERNO BENEFICIA AL PP


Cada día que pasa es un día más de gobierno del PP y, sobre todo, un día menos de un posible gobierno de otros que pusiera patas arriba las políticas que la mayoría soberbia del PP impuso sin miramientos y en solitario durante toda la legislatura anterior. Y cada día que pasa, saben que lo tienen un poco más difícil para lograr esa gran coalición de gobierno a la alemana que les salvaría de la oposición y les permitiera salvar los muebles de esas políticas de austeridad y recortes que eufemísticamente llaman reformistas.

Por eso mismo tan importante para ellos es conservar el gobierno durante el máximo tiempo posible, aunque sea en funciones, como impedir que se forme un gobierno que les mande a la oposición. Que PSOE, Podemos, Ciudadanos, y el resto de los grupos parlamentarios menores no se pongan de acuerdo para investir a alguien como presidente a quien beneficia objetivamente es al PP.

Es en ese contexto en el que creo que debe situarse el choque institucional entre el Congreso (de los Diputados) y el gobierno en funciones, que se ha hecho patente con el plantón del ministro Morenés a la Comisión de Defensa y que parece que tendrá que resolver el Tribunal Constitucional.

El gobierno en funciones se siente liberado del control de una cámara de la que no obtuvo la confianza y, por ello, entiende que no debe rendirle cuentas, obviando que el Congreso (de los Diputados) es la representación de la soberanía y el gobierno en funciones no es más que un gestor interino. En la legislatura anterior el gobierno del PP se valió de la mayoría soberbia que le respaldaba para hacer de su capa un sayo, y en la actual se vale de su interinidad para seguir haciéndolo, mientras los demás partidos se miran de reojo entre sí y hacen cuentas y cuentos de la lechera, sin ser capaces de ponerse de acuerdo para acabar con esa anomalía en funciones.

Que el gobierno en funciones se niegue a someterse al control del Congreso (de los Diputados) pone en la pista de lo que hará cuando le vayan llegando para su estudio las proposiciones no de Ley: poner tantas trabas como pueda, retrasar, entorpecer. Porque sabe perfectamente que cada día que pasa es un día más que están vigentes la reforma laboral, los recortes sociales, la LOMCE y toda su batería reformista que con un nuevo gobierno tendrían los días contados. Hasta el 1 de octubre (si acaso para entonces hubiera gobierno y no fuera del PP) quedan 194 días. Y lo saben, claro que lo saben.


domingo, 13 de marzo de 2016

QUIZÁ LA SOLUCIÓN PASE POR ALARGAR EL TIEMPO

Verdadero o falso, todos los partidos coinciden en decir que la convocatoria de nuevas elecciones generales sería un fracaso, y todos insisten en su voluntad de negociar hasta el último minuto para llegar a un acuerdo de investidura que permita formar gobierno. Pero, al mismo tiempo, ese pretendido ánimo negociador se ve desmentido por sus mensajes cruzados, que huelen más a estrategia de campaña electoral que a voluntad de acuerdo.

Lo cierto es que no quedan más que cincuenta días y tal y como están las posiciones actuales de los cuatro partidos con mayor presencia en el Congreso (de los Diputados) esos cincuenta días no parecen suficientes para negociar ni siquiera un acuerdo de mínimos que satisfaga a una mayoría suficiente que haga posible la investidura. Y lo cierto es que el plazo legal es inexorable: si no hay investidura antes del día dos de mayo, automáticamente se disolverán las Cortes.

No menos cierto es que mientras esté en funciones un gobierno siempre está en precario, dejando correr la inercia de las rutinas, y el Parlamento tiene serias dificultades para estar plenamente operativo. Que se disuelvan las Cortes el tres de mayo no significaría el fracaso del que hablan los partidos, sino tener gobierno y parlamento a medio gas durante los diez meses que van desde las elecciones del 20D hasta tener un nuevo gobierno (si acaso se consiguiera investir a alguien tras las nuevas elecciones).

Y sin duda es cierto que es urgente atender a quienes están sufriendo la pobreza, el paro, la precariedad laboral y los recortes sociales; que es imprescindible taponar todos los agujeros del sistema que han hecho posible la corrupción y el robo masivo de bienes públicos; que los problemas (como ya dije) no están en funciones, sino en pleno vigor.
 
La urgencia de los problemas, la merma de gobierno y parlamento, la falta de tiempo para alcanzar acuerdos de gobierno viables entre distintos partidos, parece que nos llevan a un callejón sin salida.

Quizá la solución pase por alargar el tiempo, por posponer las lecciones del 26 de junio hasta 2018 acordando un legislatura breve, de dos años, que se asiente sobre cuatro patas: atención a las urgencias sociales, política económica y fiscal ajustada a las necesidades sociales, regeneración democrática y preparación de una nueva Constitución (que unas Cortes Constituyentes elaborarían entre 2018 y 2022) que se replantease los cuatro problemas históricos de España: la forma de Estado, la organización territorial, el sistema económico-social y las relaciones del Estado con las instituciones espirituales.

No parece posible que el PP aceptase participar en tal acuerdo (que efectivamente desmontaría mucho de lo hecho bajo su gobierno), pero no hay razón para que PSOE, Podemos, Ciudadanos y cuantos partidos quisieran se sumaran a él.

Lo que a primera vista pueden parecer obstáculos insalvables (que ninguno de los tres partidos tenga por sí mismo fuerza suficiente para imponer sus tesis; que las propuestas programáticas de los partidos sean incompatibles entre sí; que sea imprescindible la participación del PP para tocar la Constitución, etc.) pueden ser el mejor escenario para discutir, diseñar y aprobar una nueva Constitución que se ajuste a las necesidades de nuestro tiempo.

La Constitución del 78 objetivamente se hizo en condiciones mucho peores que las actuales (permanente ruido de sables; resistencias de estructuras político-económicas de la dictadura; miedo, mucho miedo a un nuevo enfrentamiento civil, etc.). Si aquella generación fue capaz de hacerse cargo de las necesidades y aspiraciones de su tiempo, nada debería impedir a esta nueva generación de políticos hacer su trabajo asumiendo el papel que les ha tocado interpretar en este tiempo, que ya es el suyo.


viernes, 11 de marzo de 2016

35 AÑOS CONSOLIDANDO LA PRECARIEDAD LABORAL


Mientras el gobierno en funciones lleva ochenta y dos días dedicado a los trámites de rutina y se escuda en su situación interina para eludir el control del Congreso (de los Diputados); mientras el Congreso (de los Diputados) está casi inoperante porque el gobierno en funciones no quiere someterse a las sesiones de control y las iniciativas legislativas que puedan presentar corren el riesgo de quedar en el limbo si se disuelven las Cortes el día 3 de mayo; mientras los partidos con posibilidad de formar gobierno o de posibilitar su formación siguen empeñados en impedir que por fin pueda haber un nuevo gobierno; mientras todo eso pasa la CEOE, la patronal, se permite el descaro de sugerir a los jueces que reduzcan el número de sentencias favorables a los trabajadores.

Desde 1980 se vienen sucediendo Leyes, Reales Decretos, Decretos-ley, Acuerdos y Pactos para regular y reformar las relaciones laborales (eso que ya a nadie escandaliza que se llame mercado laboral). Estas reformas las han promovido y firmado todos los presidentes de la democracia (Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Rodríguez Zapatero y Rajoy) y todas tienen un rasgo común: con la excusa de fomentar el empleo han ido imponiendo a los trabajadores moderación salarial y rebajas en las prestaciones.

Así que llevamos 35 años intentando fomentar el empleo precarizándolo: moderación salarial, contratos temporales, movilidad funcional y geográfica, abaratamiento por despido, legalización de las ETT, pérdida sustancial de derechos sindicales, etc. Al menos desde 1997 se habla explícitamente en las reformas de combatir la precariedad laboral (que se reconoce como un hecho) pero el resultado siempre ha sido el mismo: más precariedad. 
 
Durante esos mismos años, CEOE y CEPYME han ido consiguiendo rebajas en las cotizaciones sociales, incentivos para contratar trabajadores, despidos más baratos, aumento de las causas objetivas para despidos masivos, control casi nulo de los sindicatos, salarios más bajos, etc. 
 
El saldo a día de hoy es que la mano de obra, los trabajadores, tienen cada vez menos (salarios, derechos, prestaciones) y el capital quiere cada vez más.

En el mes de febrero pasado, la cifra oficial de desempleados registrados fue de 4.152.986 (sí, cuatro millones ciento cincuenta y dos mil novecientos ochenta y seis), casi la mitad de ellos sin ningún tipo de prestación ni cobertura. 
 
El gobierno en funciones, que puede seguir en funciones hasta octubre si hay nuevas elecciones, presume de creación de empleo, pero las cifras cantan tanto como canta la mala calidad del empleo que se crea. Y los partidos con capacidad de hacer posible un nuevo gobierno, sin embargo, parece que están a otras cosas que, visto lo visto, para ellos son prioritarias.

sábado, 5 de marzo de 2016

LOS PROBLEMAS NO ESTÁN EN FUNCIONES

Pues efectivamente, no ha habido sorpresas y, como estaba previsto, Pedro Sánchez no ha sido investido Presidente del gobierno en la segunda votación y automáticamente ha dejado de ser candidato. Y sin candidato estaremos hasta que el Jefe del Estado (el ciudadano Felipe de Borbón, como políticamente le llama Alberto Garzón) de nuevo proponga a alguien o disuelva las Cortes y convoque elecciones generales.

Llevamos setenta y seis días con un gobierno en funciones, pero la cosa se pude alargar hasta los trescientos días, día más, día menos, si al final se convocaran las elecciones para el 26 de Junio.

Un gobierno en funciones es gobierno, pero no lo es del todo, porque sus funciones están significativamente recortadas: no puede aprobar la Ley de Presupuestos Generales del Estado (y estamos hablando de que podemos llegar hasta octubre), ni presentar proyectos de ley, ni dictar Decretos legislativos, ni Decretos-ley, ni nombrar altos cargos (y por lo tanto tampoco cesarlos), ni nada que vaya más allá del funcionamiento ordinario de la administración (salvo casos extraordinarios o de gravedad, claro está). Incluso su agenda internacional se ve afectada, que se reduce a lo imprescindible.

Ni el Congreso de los Diputados ni el Senado están en funciones porque lo esté el gobierno, es verdad, pero sus capacidades tampoco están de hecho al completo. Por ejemplo, las sesiones de control al gobierno solo pueden tratar sobre asuntos que hubieran excedido las competencias de un gobierno en funciones, pero no sobre el funcionamiento ordinario, o sea, que de hecho durante trescientos días no habría sesiones de control como tal; o por ejemplo, las proposiciones No de Ley no podrían instar al gobierno a hacer algo que sobrepasara sus funciones limitadas (por ejemplo, algo que significara un mayor gasto del previsto en los Presupuestos en vigor). Pero incluso si las Cortes pudieran funcionar a pleno rendimiento, su trabajo sería inútil, pues los trámites legislativos normales no se resolverían antes de la disolución de las Cámaras.

Así que la broma es que podemos estar 42 semanas con el gobierno en funciones de Rajoy y sus ministros tramitando rutinas, y con un parlamento medio cojo, con los días contados y en construcción (con diputados que lo han sido durante unos pocos meses con poca actividad, y otros recién llegados al Congreso que saliera de las nuevas elecciones).

Si se tienen que convocar nuevas elecciones generales estaremos trescientos días con un gobierno en funciones, pero durante esos mismos trescientos días los problemas reales de los ciudadanos no estarán en funciones, sino en pleno vigor, dañándonos a todos los que llevamos pagando la crisis desde hace más de cinco años.

Estas dos sesiones de investidura me han recordado aquel viejo chiste que maldita la gracia tiene, el de aquel que se quejaba amargamente: ¡Qué asco! Aquí todo el  mundo va a lo suyo menos yo, que voy a lo mío. Pues eso.


miércoles, 2 de marzo de 2016

MENTAR LA MADRE

Supongo que Iglesias Turrión sabe perfectamente que Felipe González, que ya no tiene cargo orgánico alguno en el PSOE, tiene sin embargo aún una enorme influencia en su partido, en el que, propios y extraños, con gusto o a disgusto, le reconocen como referente político/moral. Así que supongo que Iglesias Turrión sabe perfectamente que soltarle a Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados que el señor Felipe González, sí, el que tiene el pasado manchado de cal viva, cuídese de él señor Sánchez, cuídese de él porque son malos consejeros (sic) es como mentar la madre de alguien.

Si a Sánchez le quedaba alguna esperanza de pactar con Podemos, imagino que la habrá perdido de golpe por el golpe, como habrá perdido en ese mismísimo momento la esperanza de ser investido Presidente, ni a la primera, ni a la segunda.

No se explica bien, sin embargo, que Iglesias haya querido ser vicepresidente de un gobierno de Sánchez si de verdad cree lo que ha dicho, a no ser que solo lo haya querido de boquilla, como estrategia para llamar la atención y burlarse del partido de González. Así que parece que la cacareada nueva política ha dejado de serlo, si es que alguna vez lo fue: el mismo teatro, la misma afectación, el mismo disimulo, el mismo navajeo.

Quizá Iglesias Turrión quiera empujar al PSOE hacia la gran coalición PP/PSOE/C's y recoger los réditos al final de una legislatura breve, o quizá ya solo busque nuevas elecciones. Pero a Sánchez, mentada la madre, ya solo le queda la posibilidad de que se convoquen elecciones en junio, porque, igual que el insulto de Iglesias impide de hecho la posible alianza PSOE/Podemos, su insulto a Rajoy (político indecente, le llamó) impide la gran coalición, al menos mientras ambos lideren sus respectivos partidos.

Es posible que en el PSOE algunos (o más que algunos) prefieran la gran coalición a la alemana antes que convocar elecciones, pero no es descartable que en esas elecciones de junio salieran beneficiados PSOE y Ciudadanos, precisamente por haber intentado formar gobierno, y perjudicados PP, por la inacción de Rajoy, y Podemos por hacer evidente que está jugando.

En fin, no creo que a Iglesias se le haya calentado la boca, ni que en el fragor del debate no haya sabido controlarse. Sí creo que esa mención a la cal, es una forma más de salir en portada, una de entre todas las que seguramente ya tiene preparadas, y, de paso, otra forma de despreciar al PSOE mentándole la madre.

[La fotografía es un fragmento de la publicada en El Mundo en octubre de 2014. NO he conseguido averiguar quién es el autor]

martes, 1 de marzo de 2016

UNO DE MARZO Y SIN GOBIERNO *

Hoy uno de marzo ha comenzado el debate de investidura de Pedro Sánchez que de antemano tiene perdido, como probablemente tiene perdido el debate del viernes 4, así que seguimos sin gobierno, o, lo que es lo mismo, con un Presidente y nos ministros haciendo las funciones de ministros y Presidente.

Hoy uno de marzo, la mesa del Parlament de Catalunya ha decidido poner en marcha los trámites para redactar las tres leyes de la desconexión con España (las de seguridad social, régimen jurídico y hacienda catalanes). Pese a que el informe de los servicios jurídicos del Parlament dudaba de su legalidad, se ha impuesto la mayoría que tienen en la mesa Junts pel Sí y la CUP. Y hoy, uno de marzo, el Govern ha decidido cambiar el nombre de la Secretaria d'Afers Exteriors, Relacions Institucionals i Transparència (Secretaría de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia) que a partir de ahora se llamará Departament d'Afers i Relacions Institucionals, Exteriors i Transparència. O sea, que todo sigue igual, aunque añade alguna dificultad más al Constitucional. En este mismo uno de marzo, seguimos sin gobierno.

Hoy, uno de marzo, ha salido de la cárcel tras cumplir los seis años y medio de condena Arnaldo Otegui que tiene previsto presentarse a la Lehendakaritza en las elecciones autonómicas de finales de año pese a estar inhabilitado para ejercer cargo público hasta el 2021 por la sentencia que le condenó. En su primer mitin ha agradecido a la CUP su apoyo y, en clave independentista, ha reconocido que La CUP nos está dando una autentica lección de lo que hay que hacer. Y, sí, esto ocurre el mismo día que seguimos sin tener gobierno.

Y hoy uno de marzo, además, siguen intactos todos los problemas sociales, económicos y laborales generados por los recortes de servicios, de derechos y de libertades, y por el expolio de la larguísima nómina de corruptos.

No hay que ser muy avispado para entender que esas reivindicaciones independentistas van a generar problemas que, como los otros, más pronto que tarde y de una o de otra forma, habrá que abordar para encontrar alguna solución satisfactoria, sea la secesión, la federación, la autonomía reformada o lo que sea. Y no hay que ser muy avispado para entender que para eso necesitamos tener un gobierno que no esté simplemente en funciones y unas Cortes Generales que estén totalmente operativas.

Hoy uno de marzo ya todos sabemos que si nadie logra la investidura y deben convocarse elecciones el 26 de junio, no habrá gobierno quizá hasta septiembre u octubre, o sea, que habría gobierno en funciones durante siete u ocho meses más.

* Con este artículo comienzo una nueva serie: Sentado a la izquierda.