martes, 14 de junio de 2016

APLICAN LA AUSTERIDAD PORQUE PUEDEN *


La socialdemocracia fue el resultado de un pacto entre la burguesía capitalista industrial y el movimiento obrero tras la Gran Guerra y la Revolución de 1917. Los partidos y sindicatos obreros aceptaban la propiedad privada de los medios de producción y la democracia liberal a cambio de derechos sociales asistenciales y de legislación para la mejora de las condiciones laborales; la burguesía, por su parte, aceptaba contribuir al sostenimiento de la protección social a cambio de paz laboral, lo que significaba renunciar a las tesis revolucionarias. Aunque ya en última década del XIX hubo algo de legislación laboral en ese sentido, fue en la Constitución de Weimar de 1919 donde se reconocen por primera vez esos derechos sociales para los trabajadores como principios constitucionales. Esa fue la base teórica de la socialdemocracia.

El neoliberalismo actual, que comienza a asomar durante los gobiernos de Thatcher a partir de 1979 y a expandirse por toda Europa desde los años 90 del siglo pasado, tras la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento de la URSS, ha roto de hecho aquel pacto poniendo en cuestión precisamente los derechos laborales y sociales, negando incluso que sean derechos. El permanente ataque a los sistemas de protección social (subsidios, pensiones, sanidad y educación públicas, etc.) y el sistemático acoso a las condiciones laborales hasta precarizarlas (despidos cada vez más baratos, temporalidad, minijobs, desprotección sindical, devaluación de salarios, etc.), deberían ser entendidos como la ruptura formal del pacto socialdemócrata y, por ello mismo, como un nuevo escenario económico, político, social y laboral más próximo a las condiciones sociolaborales del XIX que del siglo XXI.

Las políticas de austeridad, entendida ésta como recorte sustancial del gasto público para disminuir la deuda y el déficit públicos, y la devaluación de salarios para contener la deuda privada, con el supuesto objetivo de relanzar la economía haciéndola más competitiva y aumentar el empleo, es una pieza más en la estrategia de expansión neolieral (o libertariana) que cada vez está más cerca de alcanzar su viejo ideal de Estado Mínimo forzando a los Estados a desprenderse de las joyas de la corona (Industrias estratégicas, bancos nacionales, sanidad y educación públicas, fondos de pensiones, etc.) para que la iniciativa privada las gestione, explote o directamente compre para lucrarse.

Las instituciones monetarias mundiales, incluidas las europeas, lo mismo que los gobiernos, aplican las políticas de austeridad porque pueden hacerlo, porque saben que no hay una fuerza que se lo impida, ni un sistema político-económico alternativo con poder suficiente para plantarles cara. El there is no alternative, divisa de Thatcher, resume bien la euforia del neoliberalismo al sentirse inmune.

Si esto es así, las políticas de austeridad continuada podrían tener como consecuencia la proletarización de los trabajadores (eso que ya hoy se llama el pobretariado, trabajadores con empleo pero con sueldos tan escasos que no cubren sus necesidades vitales) y, más allá, la formación de un nuevo movimiento obrero que sentara las bases de un futuro postcapitalista: roto el pacto unilateralmente por la burguesía neoliberal no hay razón para que los trabajadores actúen como si siguiera vigente; roto el pacto por quienes saben que nada tienen que negociar porque pueden imponer sus políticas de austeridad y expolio sin oposición, la situación nos devuelve a la casilla de salida de la lucha de clases.

Mientras estuvo vigente, la estrategia del pacto por una parte fue enormemente útil para los trabajadores y la sociedad en general porque sobre él se construyó el Estado de Bienestar (el Estado social y democrático de derecho) y un sentimiento generalizado de clase media, de trabajadores con acceso al crédito, a la propiedad de bienes valiosos y al consumo masivo. La otra cara de la moneda, claro, fue la desaparición de la conciencia de clase: nadie se vivía (ni se vive aún) como obrero. Hasta el pequeño autónomo, asalariado de sí mismo, es visto como emprendedor, como empresario, y no como trabajador doblemente precarizado. El debilitamiento progresivo de los sindicatos de clase atrapados en la dinámica de la negociación moderada fue otra de las consecuencias de aquel pacto.

La expansión del neoliberalismo mediante el acoso a los sindicatos hasta dejarlos en la irrelevancia presentándolos como parásitos del sistema; la disolución del sentimiento de clase en los asalariados y parados, presentándolos como clase media; y la inexistencia de un sistema político-económico alternativo con suficiente fuerza, son causas (entre otras tantas) que han permitido y permiten la aplicación de las medidas de austeridad. A dónde nos llevarán las políticas de austeridad impuestas por el establishment económico-político dependerá de hasta cuándo las soportarán los ciudadanos sin organizarse para plantarles cara. 

* Publicada una versión más breve en publico.es Espacio Público. 14.06.2016
http://www.espacio-publico.com/hacia-donde-nos-conduce-la-austeridad#comment-5511 

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