viernes, 17 de julio de 2015

CINCO ERRORES *


Convocar el referéndum en Grecia, que es un procedimiento estrictamente democrático (envidiablemente democrático) ha resultado ser un error político grave, más grave de lo que podría parecer. No por el referéndum en sí mismo, ni por el resultado (que tantos celebramos), sino por las desastrosas consecuencias que ha provocado.

Quizá el primer error haya sido no calcular que los países más ricos (y tradicionalmente más xenófobos), los del centro y norte de Europa, lo tomarían como una bravuconada de los trileros embaucadores del sur (esos a los que tan amablemente nos llaman PIGS: Portugal, Italia, Grecia y España); que Alemania, además, lo podría tomar como un desafío a su cada día menos incuestionado dominio sobre una Europa sumisa y fascinada con el nuevo despertar de la Gran Alemania; que Irlanda y los países del sur (particularmente Portugal y España) no podían consentir que Grecia se saliera con la suya después de haber sido ellos tan poco beligerantes (tan dóciles, tan obedientes) con las brutales condiciones que les obligaron a imponer (precarización laboral, devaluación de los salarios y, sobre todo, recortes sociales en educación, sanidad, pensiones, subsidios, etc. a cambio de rescates bancarios multimillonarios).

Mientras los negociadores del eurogrupo esperaban una actitud sumisa y débil del gobierno griego (la apropiada de quien necesita dinero con máxima urgencia en pleno corralito), Varoufakis llegaba a la mesa con la intención de negociar como uno más entre iguales. Así, mientras el gobierno griego creía estar negociando con dignidad lo mejor para su pueblo, sus socios europeos (sus acreedores en realidad) lo estaban interpretando como soberbia, chulería o desprecio. Por todo ello la convocatoria del referéndum (y el no mayoritario) sin duda ha sido el detonante para vengarse en toda regla y meter en cintura a los díscolos griegos, imponiéndoles condiciones aún más duras que las previstas unas semanas antes.

El segundo error ha sido creer que un apoyo muy mayoritario en el referéndum serviría de sostén para negociar en mejores condiciones; suponer que la democrática Europa no se atrevería a desdecir la voluntad de un pueblo. Pero es un error ingenuo pensar que a esta Europa neoliberal le importan la calidad democrática de las decisiones y el bienestar de los ciudadanos más que la cuenta de resultados: cuando el eurogrupo, el BCE y el FMI dicen que con el acuerdo actual Grecia volverá a crecer, seguro que tienen razón, porque probablemente Grecia volverá a crecer, lo que no significará que los griegos salgan de la pobreza y vivan mejor. Grecia será más rica, pero los griegos (los griego de a pié, la gente), serán más pobres.

El tercer error, enormemente grave desde el punto de vista político, ha sido hacer creer a su gente que el masivo apoyo al no (su apoyo al gobierno en definitiva) serviría para no dejarse torcer el brazo en futuras negociaciones, para, llegada la hora de la verdad, dejarse torcer el brazo, la pierna y el espinazo. Quiéralo o no Tsipras, muchos de los que votaron no se habrán sentido estafados una vez más, esta vez por el gobierno que llegó al poder precisamente por y para no estafar a los ciudadanos.

El cuarto error, esta vez procedimiental, ha sido malgastar el referéndum, el recurso democrático más directo, el que apela no a los representantes de los ciudadanos, sino a los ciudadanos mismos, máximamente vinculante, que se ha visto contradicho por la firma de un acuerdo que viola su resultado.

Y el quinto, probablemente haya sido aparatar a Varoufakis de la mesa negociadora: si las dos partes en conflicto (acreedores y deudor) estaban jugado al game of chicken (al juego de los conductores suicidas) sin duda que el griego estaba dispuesto a no apartarse, aun a riesgo de colisionar.

* Publicado el elplural.com Opinión. Tribuna Libre. 17.07.2015

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