domingo, 12 de julio de 2015

DE LASTRES ELECTORALES Y PÉRDIDAS IDEOLÓGICAS *


En mayo de 1979 Felipe González pensaba que el marxismo era el lastre que impediría al PSOE ganar las elecciones; que las futuras elecciones solo se podrían ganar abandonando las tesis más genuinas de la izquierda y aproximándose a un o centro-izquierda hipotéticamente mayoritario. Y lanzó su reto, bien resumido por él mismo: hay que ser socialistas antes que marxistas
 
En el haber de esa decisión está que en 1982 el PSOE efectivamente ganó las elecciones y gobernó durante trece años. En el debe, que el PSOE dejó de ser el partido obrero (de clase, de izquierdas) que cien años antes fundara Pablo Iglesias y, para muchos, dejó de ser socialista al vincularse a una socialdemocracia que sin rubor echaba mano de las políticas desreguladoras y privatizadoras del recién nacido neoliberalismo. Se ganaron votos y se ganó el gobierno, pero se perdió el contenido ideológico fundamental del partido, quién sabe si para siempre.

Este otro Pablo Iglesias, el de Podemos, parece haber hecho un razonamiento similar al que hizo González hace 36 años y entiende que el lastre que impide hoy ganar las elecciones (o lo que es lo mismo, derrotar al PP y al PSOE, -la casta-) es presentarse como un partido de izquierda. Y de ahí su empeño en presentar Podemos como un espacio transversal donde caben todos, gente de izquierda y de derecha, y su decisión de no aceptar formar parte de Ahora en Común, esto es, de las candidaturas de unidad popular, que se presentan como movimientos nítidamente de izquierda (no tenemos la obligación moral de salvar a la izquierda, ha dicho).

Veremos de aquí a unos meses qué hay en el haber y qué en el debe de su decisión; si Podemos será capaz de ganar elecciones; si la transversalidad era solo estratégica; si la suficiencia con que desprecian a la izquierda (desprecio es creerse en condiciones de poder salvarla si quisieran) no les convierte en aliados de lo que dicen combatir.

En cualquier caso, Ahora en Común, o como termine llamándose la candidatura de unidad popular -si acaso ocurre-, estará en condiciones de presentarse como la opción de esa izquierda que ningún partido quiere ocupar, pero que los ciudadanos quizá sí quieran elegir.

* Publicado en elplural.com Opinión. Tribuna LIbre. 13.07.2015

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