Decía en empirista David Hume, creo que con
razón, que los humanos tenemos un cierto sentido o sentimiento moral
(un moral sense)
que hace que nos desagrade el sufrimiento y nos agrade la felicidad
del género humano, algo así, como la capacidad de sentir compasión
y simpatía (una especie de pathos
compartido) por lo que le ocurre a un humano, incluso si no le
conocemos de nada y nada sabemos de sus circunstancias.
Cualquier persona mínimamente decente siente ese desagrado, ese
dolor, esa compasión viendo las imágenes del holocausto que
sufrieron particularmente los judíos europeos: las pilas de
esqueléticos cadáveres de humanos amontonados como basura; el
sistemático proceso de animalización de los prisioneros; los
efectos de la despiadada crueldad nazi en los pocos supervivientes y
tantas otras barbaridades. A cualquier humano mínimamente decente le
repugnan esas atrocidades.
Y es esa misma la razón por la que cualquier humano mínimamente
decente siente esa misma repugnancia al ver las imágenes de ese
genocidio mal disimulado que el gobierno israelí (me temo que con el
asentimiento y el aplauso de buena parte de su ciudadanía) está
cometiendo sobre el pueblo palestino bombardeando sin piedad a la
población civil; matando sin escrúpulos a gente indefensa en Gaza;
haciendo a otros lo mismo que sus padres y sus abuelos sufrieron
durante la segunda guerra mundial.
La compasión hace que podamos sentirnos más
próximos (más prójimos)
a los débiles, más cercanos a las víctimas que a los verdugos, Por
eso es frecuente que, malentendiendo, se reconozca una cierta
autoridad y un mayor criterio moral a las víctimas, a los que han
sufrido el dolor en carne propia. Asi, interiorizada su historia de
víctimas, seguramente los israelitas se creen moralmente legitimados
para convertirse ellos mismos en verdugos. Mientras, occidente solo
susurra y mira hacia otro lado.
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