sábado, 26 de julio de 2014

DE VÍCTIMAS A VERDUGOS


Decía en empirista David Hume, creo que con razón, que los humanos tenemos un cierto sentido o sentimiento moral (un moral sense) que hace que nos desagrade el sufrimiento y nos agrade la felicidad del género humano, algo así, como la capacidad de sentir compasión y simpatía (una especie de pathos compartido) por lo que le ocurre a un humano, incluso si no le conocemos de nada y nada sabemos de sus circunstancias.
Cualquier persona mínimamente decente siente ese desagrado, ese dolor, esa compasión viendo las imágenes del holocausto que sufrieron particularmente los judíos europeos: las pilas de esqueléticos cadáveres de humanos amontonados como basura; el sistemático proceso de animalización de los prisioneros; los efectos de la despiadada crueldad nazi en los pocos supervivientes y tantas otras barbaridades. A cualquier humano mínimamente decente le repugnan esas atrocidades.
Y es esa misma la razón por la que cualquier humano mínimamente decente siente esa misma repugnancia al ver las imágenes de ese genocidio mal disimulado que el gobierno israelí (me temo que con el asentimiento y el aplauso de buena parte de su ciudadanía) está cometiendo sobre el pueblo palestino bombardeando sin piedad a la población civil; matando sin escrúpulos a gente indefensa en Gaza; haciendo a otros lo mismo que sus padres y sus abuelos sufrieron durante la segunda guerra mundial.
La compasión hace que podamos sentirnos más próximos (más prójimos) a los débiles, más cercanos a las víctimas que a los verdugos, Por eso es frecuente que, malentendiendo, se reconozca una cierta autoridad y un mayor criterio moral a las víctimas, a los que han sufrido el dolor en carne propia. Asi, interiorizada su historia de víctimas, seguramente los israelitas se creen moralmente legitimados para convertirse ellos mismos en verdugos. Mientras, occidente solo susurra y mira hacia otro lado.

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