Ya pasó. El invisible Rajoy se hizo visible y pronunció su discurso auto-exculpatorio vitoreado por la mayoría soberbia del PP, como era de prever. La mayoría minoritaria de la oposición, con alguna excepción, le pidió su dimisión por mentir y por sus relaciones estrechas con la contabilidad B de Bárcenas, como era de prever. IU pidió nuevas elecciones, como era de prever, porque el PP las ganó dopado con fondos ilegales. CiU, que también tiene lo suyo en casa, prefirió decir que le creería y, como los demás nacionalistas de las periferias, preguntó que qué había de lo suyo, como era de prever. Y el kamikaze Alonso tirando por el desagüe su futuro político (eso no sé si era previsible). Réplica del invisible: no, no y no (no soy culpable, no voy a dimitir y no voy a convocar elecciones) y contrarréplicas de más de lo mismo, como era de prever. Y, hale, a la playa, que es agosto.
La instrucción del caso Bárcenas seguirá su curso con los sobresaltos habituales, como es de prever, y veremos qué declaran Cascos, Arenas y Cospedal a mediado de mes, mientras Ramírez, en su Mundo, seguirá sacando jugo y papeles (jugo a los papeles), como es de prever.
Los Diputados han hecho su trabajo, el juez Ruz está haciendo su trabajo y Ramírez y toda la prensa están haciendo su trabajo, de acuerdo, pero todo sigue como estaba: Rajoy en el Gobierno, la oposición en su impotencia, la instrucción en marcha y los medios comentando las jugadas. Pero en todo este teatrillo, para que esté completo, faltamos los ciudadanos, que parece que no tuviéramos más papel que el de ser los espectadores y los que pagan el espectáculo, porque, como es de prever, ni vamos a hacer nada de nada, ni va a pasar nada de nada. Y eso lo saben bien los cocineros de citas del invisible Rajoy.
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