jueves, 8 de agosto de 2013

FORNICADORAS PERFUMADAS

Cuánta despreciable soberbia, cuánta prepotencia que esconde la propia impotencia, cuánta castración mental de acomplejado, cuánto resentimiento contra uno mismo, cuánto machismo sucio hay detrás y alrededor de las agresiones a las mujeres: agresiones físicas disfrazadas de locura de amor de potenciales asesinos disfrazados de amantes; agresiones verbales cargadas de desprecio baboso (zorra, puta, no vales para nada) o cargadas de la falsa admiración babosa del piropo callejero; agresiones sentimentales, emocionales, chantajeando a la agredida (piensa en tus hijos); agresiones laborales, económicas, jurídicas (y judiciales). Y detrás y alrededor de ellas toda una cultura ancestral androcéntrica blindada con y por las religiones de turno.
 
Llamar fornicadoras a las mujeres que se perfuman, como ha hecho un estudioso del Corán -un tal Malik Ibn Benaisa- no es delito según la argumentación de la Fiscalía para archivar la denuncia que presentó la Delegación del Gobierno de Ceuta. Y probablemente tenga razón el fiscal al no encontrar en nuestro código penal la figura adecuada para imputarle delito al estudioso. La pregunta entones es por qué no hay tal figura y si nuestro sistema penal, en esto, no está cojo.
 
Dice el fiscal que esa expresión (fornicadoras) no es ni agresión física, ni amenaza, ni coacción. Puede ser. Puede que, en rigor, ni siquiera sea un insulto para alguien, pero parece muy evidente que el estudioso lo utilizó como estigma y para reprimir. ¿Llamar degenerados y blasfemos a los furibundos creyentes de cualquier credo es delito? ¿Dudar de su hombría y su humanidad es delito? ¿Decir que las religiones no mejoran a las personas, sino que las hacen peores es delito?

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