Dice el presidente Rajoy que ya sabe que las reformas que
están aprobando “hacen daño a mucha gente”, pero que de todas formas hay que
hacerlas porque así “España saldrá adelante”. Y ahí tenemos a la mayoría
soberbia del Partido Popular votando en solitario la convalidación de los
recortes, y las calles abarrotadas de esos ciudadanos dañados clamando contra
esos recortes.
Parece que la mayoría de quienes nos representan en el
Parlamento tienen claro que la fórmula para que España se salve es empobrecer a
la mayoría de los españoles. Se daña a los ciudadanos, pero España saldrá
adelante, dicen, porque para ellos España es algo distinto a los ciudadanos que
la constituimos; porque lo que pretenden salvaguardar es una marca, una empresa,
un sistema de negocio que el pecado
original de la deuda excesiva del Estado puso en peligro y por el que se
nos expulsó del paraíso de la triple A de los solventes. Y ahora hay que pagar
el castigo.
Hay mucho de perverso en todo esto, mucho de paternalismo de
sacristía, mucho de resentimiento y de desprecio a los ciudadanos: votan a
favor de ese daño que el propio Rajoy reconoce, pero por nuestro bien; nos empobrecen, pero porque eso es bueno para
España, y la alternativa, dicen, sería un mal peor. Si la policía se lía a
porrazos con los ciudadanos (hace daño) es para mantener el orden (para salvaguardarlo).
Y si se blinda el Congreso es para proteger su inviolabilidad, porque es mejor prevenir que curar, según el
brillante argumento de su presidente.
Cualquier día de estos saldrá cualquiera de esa mayoría
soberbia recordándonos que quien bien te
quiere, te hará llorar. Todo huele cada vez más a rancio.
* Publicado en Elplural.com. Tribuna Libre. 20.VII.2012
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