En junio pasado veíamos en el banquillo de los acusados a Javier Krahe, acusado de ofender los sentimientos religiosos por el vídeo en el que enseñaba a cocinar un cristo. Fue absuelto, es cierto, pero lo significativo es que se le pudiera juzgar según el artículo 525 del código penal vigente, que castiga la ofensa a los sentimientos religiosos.
Vemos ahora que las chicas de Pussy Riot han sido condenadas a dos años de cárcel por socavar el
orden social al haber irrumpido en el altar de la Catedral Ortodoxa de Cristo
Salvador de Moscú para poner en escena una de sus performances cantando contra
Putin y contra Kiril I, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa: Madre de Dios, echa a Putin, rezaba su canción.
El poderoso Putin, que ya nos tiene acostumbrados a sus poco
democráticos abusos políticos, y la poderosísima Iglesia Rusa se han sentido
amenazados e insultados por el coño
revoltoso, feminista y punki, de estas chicas que no les temen. Porque precisamente ése es su
peligro, que no les tienen miedo ni al poder del Estado ni al poder de la
Iglesia. Ahí es nada.
Me ha dado mucha alegría ver el No pasarán escrito así, en castellano, en la camiseta de Maria Alyokhina, sentada en
el banquillo, esperando la sentencia. Lo malo es que sí, que siempre pasan y
arrasan piadosamente. Desde luego, da miedo pensar cuánta gente estúpida y poderosa hay en el
mundo.
* Publicado, con alguna modificación, en el Plral.com. Tribuna Libre. 20.VIII.2012
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