Prácticamente dando por amortizado a Mariano Rajoy y
contando ya con que más temprano que tarde España tendrá que pedir el rescate
financiero total, algunos están empeñados en buscar un Mario Monti español, el
economista tecnócrata, bien conectado con las instituciones financieras
internacionales y bien relacionado con las instituciones políticas
(diplomáticas más bien) europeas y, a ser posible, con algún éxito empresarial
que le avale.
Si hace unos días sonaban Pizarro, Aguirre (¿?) y hasta
Aznar (¿se imaginan?), ahora van apareciendo nuevos nombres. Marcelo, la mascota de Pablo Sebastián,
en su republica.com, cita, además de a Pizarro, a otros dos candidatos (Ignacio
Sánchez Galán Iberdrola- y Pablo Isla –Zara-), aunque claramente apuesta por
Sánchez Galán, Presidente de Iberdrola, al que alaba. Por su parte Esther Jaén,
en cuartopoder.com se hace eco de las apuestas por el Presidente de Vueling,
Josep Piqué. Quienes le proponen argumentan a su favor que tiene experiencia
política, pero ni vive ni ha vivido de ella (fue ministro de Industria, de
Ciencia y Tecnología, Ministro Portavoz y, sobre todo, titular de la cartera de
Exteriores); que es (o fue) gente del Partido Popular (y, por ello mismo, sería
bien aceptado en el Partido); que es catalán no nacionalista; y que, desde su
retiro de la política activa, es empresario de éxito.
Seguro que todos ellos son personas perfectamente preparadas
y eficientes para hacer lo que hacen. Lo que me sorprende es que se presente la
situación actual (que se aproveche) como la propicia para sustituir la política
por la tecnocracia, por un técnico en economía que haga “lo que técnicamente
haya que hacer”, como si los tecnócratas, por técnicos, no tuviesen ideología,
como si fuese mejor que la política no se mezclase en los asuntos de dinero (son solo negocios, nada personal). No
digo que los citados piensen así, sino que esa manera de entender la política
sí es así.
Tanto, que parece que para algunos de lo que se trata es de
la empresa España, de la marca España,
ya saben, que hay que vender en el exterior como un producto de calidad a
precios competitivos: sol, toros y licor de garrafón servido por trabajadores
en precario. Y con un poco de suerte, casinos y putas 24 horas a las puertas de
Madrid o de Barcelona. Un lujo vaya.
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