Quienes defendemos que niños y niñas tienen que educarse juntos entendemos que las escuelas donde niños y niñas se educan en aulas separadas son escuelas segregadoras y contrarias tanto a la no discriminación por motivos de sexo, como al carácter inclusivo que marca la ley. Quienes defienden ese tipo de escuelas tienen buen cuidado en llamarlas diferenciadoras, no segregadoras.
Suelen argumentar éstos, que niños y niñas tienen un ritmo de crecimiento y maduración diferentes y, por tanto, unas capacidades distintas, de manera que si se educan separadamente se pueden adaptar los ritmos a cada quien y se mejoran los resultados académicos. Y suelen citar ejemplos de exitosas escuelas en cualquier parte del mundo con altísimos rendimientos académicos.
Separar a los listos de los tontos, también mejora el
rendimiento escolar. Y mejoran mucho el rendimiento académico los internados
que permiten los castigos físicos. Muy probablemente se mejoran los resultados
si no se admiten en la misma clase estudiantes extranjeros, salvo que sean
hijos de diplomáticos. En la Sudáfrica del apartheid,
las escuelas que no admitían negros presentaban unos rendimientos
espectacularmente mejores que las otras. ¿Se mejorará el rendimiento si
separamos a los gorditos de los flacos, o a los gafotas de los que ven bien?
Digan lo que digan, que niños y niñas se eduquen en aulas
distintas es segregador y desde luego no educa para la vida en la sociedad, que
es el fin de cualquier sistema educativo sano. Digan lo que digan, sus
verdaderos motivos no son educativos y huelen a incienso y a androcentrismo
sexista por todos los costados.
El ministro Wert, apóstol del fundamentalismo liberal y
misionero, ante las sentencias del Tribunal Supremo que entiende que este tipo
de escuelas contravienen la Ley Orgánica de Educación y, por tanto, no pueden
ser financiadas con fondos públicos, dice estar dispuesto a cambiar la ley para
que sí puedan recibir los fondos de los conciertos educativos.
Este Gobierno de Rajoy recorta gastos sociales, pero se
cuida muy mucho de financiar con fondos públicos estos negocios escolares
privados. Y si no puede, pues cambia la Ley, que para eso tiene mayoría
soberbia en el Parlamento.
En fin, otra más.
* Publicado en Elplural.com. Tribuna Libre. 23.VIII.212
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