En marzo de 2009 publicaba en El Plural un pequeño artículo titulado Creencias y ciudadanía, que empezaba así: Cualquier creyente sincero de cualquier fe
puede en algún momento verse ante un serio dilema si una ley positiva y
legítima de un Estado legítimo se opone a algún precepto de la fe que quiere
vivir: o bien obedecer lo que su fe le reclama, desobedeciendo la ley, o bien
cumplir la ley, violentando su creencia (o parte de ella). El problema, que no
es nuevo, inevitablemente remite a un planteamiento general que, expresado de
una u otra forma, se puede resumir en una pregunta: ¿Puede el creyente (el
creyente sincero, el creyente piadoso) ser ciudadano (ciudadano completo)?
Viene a cuento esta autocita -por la que pido disculpas-
por lo que acaba de declarar el ministro del Interior de Rajoy, Jorge Fernández, acerca
de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el matrimonio entre personas
del mismo sexo y su derecho a adoptar. Ha dicho el ministro: Sigo creyendo que el matrimonio define la
unión de un hombre y una mujer y estoy en contra del derecho a adoptar niños por
parejas del mismo sexo. Creo que debe prevalecer el derecho del niño. [No
voy a] cambiar porque el TC dicte una
sentencia.
Parece que efectivamente el ciudadano Jorge Fernández, que en
su vida privada tiene las creencias que tenga –que da igual- no acepta lo que
dice el Tribunal Constitucional que es el único –insisto, el único- que tiene competencia
para interpretar la Constitución, y que antepone sus creencias a la sentencia
legal. El problema, claro, es que el ciudadano Fernández Díaz es en su vida pública
ministro del actual Gobierno del PP, y, como ministro –o sea, como miembro de uno de los
poderes del Estado- formalmente tiene
que acatar la sentencia.
El ciudadano/ministro Jorge Fernández tiene un dilema
consigo mismo y con los demás ciudadanos: o vivir la esquizofrenia de su doble
condición enfrentada –creyente y ciudadano- o renunciar a su cargo en el
gobierno (porque la tercera opción teórica –que renunciase a sus creencias- no es
imaginable si es creyente sincero).
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