sábado, 17 de noviembre de 2012

MIRARME AL ESPEJO

Perder un día de salario y sus añadidos proporcionales por hacer huelga seguro que no es grato para nadie. Menos si sabes que otros como tú y de tu entorno laboral no tienen ni la más mínima intención de hacerla mientras se justifican estúpidamente (yo la haría si fuera indefinida, pero un día no vale para nada, le oí decir con cinismo a alguien). Aún menos si sospechas que la huelga no va a hacer cambiar de políticas al Gobierno (respaldado por su mayoría soberbia en el Congreso). Al final, sin duda han sido motivos éticos y políticos los que han inclinado la balanza hacia la huelga en la decisión de mucha gente.

Eso quien ha podido hacer la huelga. Ya comentaba el día 13 que habría un buen número de ciudadanos que no serían libres de hacerla porque se sentirían amedrentados y temerosos de perder su empleo, o quienes no podrían objetivamente perder ese día de jornal porque ya están bajo mínimos. O los parados que no tienen dónde hacer huelga, o los pensionistas. Seguramente eso explica la participación tan masiva en las manifestaciones de la tarde/noche del miércoles y no tan masiva en la huelga.

Hemos oído antes, durante y después del 14N que la huelga no serviría para nada, que iba contra los intereses de España, que daba mala imagen internacional, que debilitaba la posición de España ante los mercados, que etc. Hemos oído ataques políticos y personales contra los sindicatos de clase y contra los sindicalistas. Hemos oído nítidamente la voz de una derecha neoconservadora y neoliberal (que se sabe ganadora y sin rival por tiempo indefinido) diciéndonos que no hay otra política posible mientras aprovecha la crisis (que ese mismo fundamentalismo neoliberal ha causado) para imponer su modelo de trabajo y Estado precarios para ganar competitividad (o sea, que el trabajo de los asalariados les salga más barato) a la vez que ayuda a los bancos sin ningún pudor. Hemos oído esto y sabemos que es solo una parte de lo que nos queda por oír aún.

Poder mirarme al espejo me ha costado un día de jornal, con sus añadidos proporcionales correspondientes.

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