lunes, 8 de octubre de 2012

LA CULPA AL EMPEDRADO

Alguien (o algunos, o muchos) ha sido enormemente listo y, por no sé qué artes, ha conseguido que una buena parte de los ciudadanos echen la culpa de la crisis no a quien la tiene, sino al empedrado, esta vez en forma de políticos(política)/Estado.

Han bastado menos de cuatro años para que se nos haya olvidado que la crisis la iniciaron los bancos más codiciosos y especuladores del sistema capitalista que aprovecharon la falta de control político para fabricarse una ingeniería financiera a la medida (a la desmedida) de su ambición. ¿Se acuerdan? Pues parece que se nos ha olvidado. Como se nos han olvidado aquellas cumbres mundiales (Londres, Washington, etc.) donde se iba a poner coto al desbarajuste. ¿Recuerdan al entonces presidente Sarkozy declarando que había que refundar el capitalismo? ¿Recuerdan las recomendaciones sobre la eliminación de paraísos fiscales? ¿Se acuerdan de las grandilocuentes declaraciones sobre las agencias de calificación? ¿Recuerdan las hipermillonarias inyecciones de dinero público en los bancos?

Aquella crisis financiera la transformaron rápidamente en crisis económica (de producción, empleo y consumo) y, de golpe, se dejó de hablar del origen para empezar a hablar de recortes presupuestarios de las cuentas públicas en gasto social, en sanidad, en educación, etc.; de la gestión de la crisis, y no de causas; de la culpa por la mala gestión, no por el origen del mal; de esos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y no podemos gastar lo que no tenemos.

Y, miren por dónde, todo se ha reducido a echar la culpa de todos nuestros males a los políticos (a la política) y al Estado. No ha sido el capitalismo desbocado, especulador y explotador, no, sino el Estado y los políticos que chupan de las mamandurrias de las que hablaba la Condesa dimitida. Y se pone en duda el sistema, sí, pero el político, no el económico/financiero: la Constitución, las Instituciones, unos, y hasta el sistema democrático mismo, otros.

Supongo que viendo todo esto eso que llamamos los mercados estarán llorando de risa y brindando, mientras miran nuestras pobrezas (la del dinero y las otras) y cuentan las ganancias aún más hipermillonarias de cada día. O sea, que Islandia queda muy lejos.

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