No era mi intención hacer dos partes de la misma barbaridad, pero estos neoliberalotes ¡no paran! Si hace unos meses eran los de la patronal, hace unos días era el ministro del Interior y anteayer la Delegada del Gobierno en Madrid, ayer mismo han sido dos personajes de peso: el cinéfilo Fiscal General del Estado, Torres-Dulce, y el heredero/Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González.
Uno, el fiscal -que está para defender la legalidad- se ha desayunado diciendo: "dejemos que la gente se exprese libremente, dejemos que se manifieste y se reúna, reprimamos a todos aquellos que utilizan los derechos de expresión, de reunión y de manifestación para ir más allá de esos derechos y para socavar los cimientos de Estado de Derecho". Ole. ¿Dejemos? ¿quiénes tienen que dejar? ¿quiénes son esos "nosotros" sujeto de su proposición? ¿No es la Ley la que deja o no deja? ¿No es la Constitución la que dice que el ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa? ¿No es la Ley Orgánica la que dice que ninguna reunión estará sometida al régimen de autorización previa [y] la autoridad gubernativa protegerá las reuniones frente a quienes traten de impedir, perturbar o menoscabar el lícito ejercicio de este derecho? ¿Dejemos? ¿Y qué es eso de ir más allá de esos derechos y hay que reprimir? ¿quién socava el Estado de Derecho?
El otro, el que acaba de heredar la presidencia de la Comunidad de Madrid, se queja amargamente de que en un año se hayan producido 1200 manifestaciones que colapsan Madrid, y dice, apoyando a la Delegada Cifuentes, que también hay que respetar el derecho de los demás ciudadanos a moverse y poder circular por la ciudad. Y uno, ingenuamente, busca y busca entre los derechos fundamentales que están en la Constitución y no es capaz de encontrar ese derecho. Y uno, más ingenuamente aún, se sigue asombrando de que este señor González se queje de las manifestaciones que colapsan Madrid y no de las causas de esas manifestaciones, de la pobreza, de los recortes de derechos, de la indignación de los madrileños. Y ese uno soy yo.
No quiero que haya una tercera parte. No quiero, pero me temo que estos fundamentalistas neoliberales no saben parar, ahora que tienen tanto poder.
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