Se le achaca al ex Presidente del gobierno Rodríguez Zapatero el haber dicho que la nación es algo discutido y discutible. Como se sabe, la frase corresponde a una sesión en el Senado, en 2004, y no fue exactamente así. Lo que dijo fue, simplemente, que el concepto de nación es discutido y discutible en la teoría política y en la ciencia constitucional, lo que por otra arte es absolutamente cierto.
Pero ya da igual aquello. Lo que ahora nos ocupa es que, no en la teoría política ni en derecho constitucional, sino en la mismísima realidad, vamos a tener que enfrentarnos más temprano que tarde con la discusión sobre la nación, porque el nacionalismo catalán (o catalanista) acaba de lanzar un órdago al nacionalismo español (o españolista) aprobando la futura convocatoria de un referéndum sobre la independencia de Cataluña con respecto a España.
Malo si la confrontación se hace en términos nacionalistas, o sea, sentimentales y desde las tripas, apelando cada parte a su lista interesada de agravios y utilizando demagógicamente cada cual sobre el otro los prejuicios históricos de la población; malo si no se discute en términos de estricta racionalidad política, o sea, desde la funcionalidad y la vertebración de un Estado en el que quepan las diferencias de quienes lo constituyen, que siempre son los ciudadanos, no las Instituciones.
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