
Que un ministro del Interior de un Estado democrático tenga el descaro de decir que mostrar en vídeos lo que hace la policía de un Estado democrático con quienes se manifiestan democráticamente son perversiones de la libertad de expresión (sic) es un síntoma más que preocupante de la deriva antidemocrática que toma tal ministro y el gobierno -in extenso- del que forma parte.
Que el invisible Rajoy se esconda otra vez y no destituya inmediatamente al ministro del interior, don Jorge Fernández Díaz, al director general de la Policía, don Ignacio Cosidó y a la Delegada de gobierno en Madrid, doña Cristina Cifuentes por las declaraciones escasamente democráticas que han hecho en estos días en el sentido de limitar los derechos y las libertades fundamentales que establece y garantiza nuestra Constitución; que no les cese fulminantemente, digo, le hace tan responsable como a ellos mismos.
Mientras Rajoy dice estar ocupado en los graves problemas económicos por los que atraviesa España y vemos cómo Hollande o Merkel o Barroso o Draghi (entre otros) hablan del futuro de España sin Rajoy (que al parecer es el presidente del gobierno de España), en casa su piadosísimo gobierno quiere poner los derechos fundamentales de la Constitución contra la pared, amordazada y con esposas. Pues qué bien.
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