Parece que al tertuliano que lleva la cartera de ministro de Educación, don José Ignacio Wert, le cuesta quedar fuera de plano y hace todo lo posible por ser centro de atención, aunque sea para hacer el papel de pim-pam-pum en el gobierno del escondido Rajoy. Pero la verdad es que ya me va aburriendo esto de comentar todas las ocurrencias, provocaciones y boutades del charlatán.
Después del lío que ha montado con lo de españolizar a los niños catalanes (y seguramente viendo que es muy rentable para su vanidad mediática) cada día se descuelga con un complemento nuevo que adorna la primera afirmación: desde ese me siento orgulloso, dicho en catalán, hasta el no rectifico ni una coma que dice hoy mismo en la entrevista que le hacen en El Mundo, porque nada hay de reprobable en españolizar. No me extraña nada que los demás ministros y la vicepresidentita estén encantados de tenerle como compañero y le animen a seguir (para que a ellos les dejen en paz, por supuesto).
Dispuesto siempre al juego verbal, en la entrevista se describe a sí mismo como un nacionalista cívico español. Algo hemos ganado si por fin ha entendido que él también es un nacionalista y que su intención de españolizar responde a esa condición ideológica, exactamente igual que la intención de catalanizar de los otros nacionalistas. Y algo habremos ganado si ahora es capaz de entender que el ministerio de Educación (ese que pone en la cartera que lleva) no está para llevar ideología a ningún sitio (como tampoco la conselleria d´educació, claro está).
Me intriga, sin embargo ese cívico que ha colado entre nacionalista y español. ¿Está diciendo sin decirlo que los demás nacionalistas no lo son? ¿Está sacando, sin sacarla, una bandera blanca? Insisto: todos estos pueden llevarnos a todos al fondo de las alcantarillas.
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