Parece que Tomás Gómez, en el último Consejo Territorial del PSOE, pidió un Congreso Extraordinario y que Rubalcaba ceda el testigo a otro. Parece que el propio Rubalcaba le afeó la propuesta y en las intervenciones del resto de los barones quedó claro que no apoyaban a Gómez.
El revuelo mediático ha sido inmediato, claro está, y desde el sábado no paran los comentarios en dos direcciones: quienes dicen que Gómez ha dicho a la cara y en voz alta lo que muchos piensan y callan en el PSOE, y quienes entienden que su intervención fue desleal (ambiciosa, dice alguno) y perjudicial para el partido en tanto que eclipsó las propuestas de reforma radical del aparato (hoy mismo Luis Solana le da un buen palo en ElPlural). En cualquier caso, parece que unos y otros dan por hecho que Gómez está preparando su salto a la política nacional y dando curso a sus aspiraciones políticas (la presidencia del gobierno, ni más ni menos). Tenga o no tales aspiraciones personales, me parece que lo relevante es el deseo de que el partido vuelva a ser la izquierda de referencia en España (o sea, que vuelva a ser socialista).
Entre tanto, Cayo Lara ha sabido ser reelegido Coordinador Federal en la X Asamblea Federal de Izquierda Unida presentando una lista integradora. Y con un ojo puesto en la descomposición del PSOE (que está perdiendo votos permanentemente y desgastándose más que el desastroso gobierno del invisible Rajoy) y con el otro puesto en los éxitos electorales de la Syriza griega, quiere presentar esta nueva IU como alternativa real de gobierno (un sorpasso -un syriyazo- español que desbanque al PSOE como referente de la izquierda). Y, tal como están las cosas no es ningún disparate.
El ex-presidente González insinuaba el otro día que el PSOE debía mirar de nuevo al centro para recuperar la vocación de mayoría. Puede ser, pero me parece que los votos que se le están escapando no son los del centro/izquierda, sino los de izquierda. Y Lara lo sabe.
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