Desde que una WEB oficial del Gobierno Federal de los EE.UU. haya desmentido oficialmente que el mundo se va a acabar este día 21 de diciembre (¡¡¡ justo dentro de dos semanas!!!) estoy mucho más tranquilo, la verdad. Son solo rumores, dice el comunicado oficial (Scary rumors about the World Ending in 2012 are just rumors). Me jodía especialmente que los mayas no hubieran tenido en cuenta en su calendario que el 22 es el día de la lotería, y eso da mucha ilusión. Que se acabase un día antes me parecía muy cruel.
Pero, vaya, si lo dice el Gobierno del Imperio,pues se acabó el sustazo y el 22 habrá lotería y gente en los telediarios saltando de alegría y mojándose al abrir el cava para servirlo en vasitos de plástico con el décimo en la mano.
El vendedor de la ONCE de la esquina de mi calle, que mira con malos ojos todas las demás loterías (son la competencia, dice él, sabiamente) y que hizo un cursillo de esoterismo exotérico con un gurú venido del Tibet, me dice que no, que los mayas no han predicho el fin del mundo, sino el fin de un mundo: el de los derechos y las prestaciones sociales de los europeos. Y me he quedado boquiabierto, claro, porque si es así, al menos en el caso español, la predicción ha marrado en 31 meses (10 de mayo de 2010) o en 15 meses (7 de septiembre de 2011), según contemos desde el decretazo o desde la reforma del artículo 135 de la CE78, pero acierta de pleno en lo fundamental.
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