domingo, 23 de diciembre de 2012

UNO DE NOSOTROS ( II )

En las Elecciones generales de junio de 1977 Gómez Llorente fue elegido Diputado por Asturias. En esa legislatura, que se entendió como Constituyente, fue vicepresidente primero de la Mesa (siendo Presidente Álvarez de Miranda). Desde 1958 estaba afiliado a las organizaciones socialistas, el PSOE y la UGT –entonces en la clandestinidad, evidentemente- y en 1976 (al tiempo que en el CDL se aprobaba la Alternativa Democrática de la Enseñanza, de la que hablábamos antes) accede a la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE y es encargado por el partido para las relaciones con la Iglesia Católica y, por ello mismo, quien debía negociar los asuntos relacionados con la enseñanza y con el modelo educativo.

O sea, Luis Gómez Llorente vive la transición española en primera línea y en primera persona interviniendo activamente en los consensos constitucionales para la redacción de los artículos 16 (sobre la libertad ideológica, religiosa y de culto) y 27 (sobre el derecho a la educación y la libertad de enseñanza). En ambos, en parte, está su pluma y su talante. Él mismo nos cuenta algo de esto: […] cabe decir, de forma clara, que el unto concerniente a la posibilidad de subvencionar la escuela privada, no figuraría en la Constitución si no figurase también el unto 7, es decir, aquél que afirma que los profesores, los adres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca. A esa idea es a lo que se dio en llamar gestión democrática de los centros (Sociedad, Cultura y Religión. Ed. del Laberinto. Madrid. 1996). Otra vez aparece la participación, aquí de profesores, padres y alumnos en la gestión de los centros, que se concretará en la LODE y en la creación de los Consejos Escolares.

El Preámbulo de la LODE le debe más que mucho a la pluma de Gómez Llorente, y toda la ley a su criterio político y educativo. Fue la LODE la ley Orgánica necesaria para desarrollar ese artículo 27 de la Constitución: Se impone, pues, una nueva norma que desarrolle cabal y armónicamente los principios que, en materia de educación, contiene la Constitución española, respetando tanto su tenor literal como el espíritu que presidió su redacción, y que garantice al mismo tiempo el pluralismo educativo y la equidad. A satisfacer esta necesidad se orienta la Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación. [-] En estos principios debe inspirarse el tratamiento de la libertad de enseñanza, que ha de entenderse en un sentido amplio y no restrictivo, como el concepto que abarca todo el conjunto de libertades y derechos en el terreno de la educación (Preámbulo). Pluralismo educativo y equidad, libertad en sentido amplio. Tan amplio que el mismo texto aclara: Incluye, sin duda, la libertad de crear centros docentes y de dotarlos de un carácter o proyecto educativo propio […]. Incluye, asimismo, la capacidad de los padres de poder elegir para sus hijos centros docentes distintos de los creados por los poderes públicos, así como la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones […]. Pero la libertad de enseñanza se extiende también a los propios profesores, cuya libertad de cátedra […]. Y abarca, muy fundamentalmente, a los propios alumnos, respecto de los cuales la protección de la libertad de conciencia constituye un principio irrenunciable que no puede supeditarse a ningún otro. Libertad de crear centros, de elegir la educación de los hijos, sí, y libertad de cátedra y, sobre todo, libertad de conciencia de los alumnos. Ése era exactamente el talante de Luis.

Más tarde, en un excelente texto en defensa de la Escuela Pública, distinguirá entre libertad de enseñanza y libertad en la enseñanza: Nosotros queremos la libertad en la enseñanza o libertad de cátedra, con ausencia de todo dirigismo ideológico por parte de los poderes públicos y eso se da en la escuela pública cuyo propietario está legalmente privado de toda capacidad para imponer un dirigismo ideológico y donde el estatus funcionarial de los profesores hace posible la libertad del docente (Educación Pública. Ediciones Morata. Madrid. 2001).

En un precioso artículo a propósito de la muerte de Gómez Llorente, Antonio García Santesmases, profundo amigo de Luis, explica los avatares que le hicieron abandonar a Luis la primera línea de la política: su enfrentamiento en el XXVIII Congreso a un Felipe González que pedía explícitamente abandonar el marxismo en que se fundó (y fundamentó) el PSOE: Al llegar a aquel congreso de mayo del 79, los delegados se dividían en tres partes: un tercio favorable a las posiciones de Felipe González, un tercio favorable a las posiciones de Gómez Llorente y un tercio que pretendía el imposible de conseguir un PSOE que se mantuviera fiel a las tesis marxistas pero que siguiera contando con Felipe González como secretario general. Felipe González dimitió y todos los que componían el  sector intermedio, aterrados ante el enfado del secretario general, prefirieron que el PSOE se quedara sin ejecutiva antes de perder a Felipe González (http://www.cuartopoder.es/tribuna/el-resto-no-fue-silencio-i/3501). Gómez Llorente decide abandonar la primera línea y, efectivamente, renuncia a presentarse en las siguientes elecciones. Pero Santesmases acierta cuando titula su artículo El resto no fue silencio. Claro que no lo fue.

La labor como investigador de la educación y del socialismo ha continuado hasta sus últimos días con enorme fertilidad y perspicacia. Sus trabajos sobre el Movimiento Obrero, o sobre Pablo Iglesias, o sobre Largo Caballero, o sobre Indalecio Prieto, así como sus investigaciones sobre Educación y Ciudadanía, inevitablemente son textos de referencia para articular el futuro del movimiento obrero en este mundo globalizado.

Cuando hoy se pone en entredicho la política y se desprecia a los políticos puede ser chocante decir que Luis Gómez Llorente fue un Político, así, con mayúscula, que es lo mismo que decir que fue un ciudadano ejemplar, estrictamente honrado y austero, profundamente fiel a sus ideas y con esa generosidad imprescindible para dedicar sus esfuerzos al mejoramiento de la vida de sus conciudadanos participando, tomando parte. Y en esta Casa, en el CDL, tenemos la suerte de saber que fue uno de nosotros.

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