miércoles, 12 de septiembre de 2012

ENSEÑANZA PÚBLICA, S.A. *

A todos los efectos, los empleados públicos somos trabajadores al servicio del Estado -en cualquiera de sus tres administraciones- y nuestros patronos quienes administran esas administraciones. 

Como las competencias en educación las tienen las Comunidades Autónomas, quienes trabajamos en la escuela pública madrileña bien podemos decir que nuestros jefes son quienes administran la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, encabezados por la Consejera, Doña Lucía Figar, y, más allá, por el gobierno mismo con su Presidenta a la cabeza, Doña Esperanza Aguirre.

Las empresas privadas tiene dueños, claro está, ya sean sus accionistas o una única persona, y, con las limitaciones legales pertinentes, pueden hacer con su propiedad lo que les parezca bien. Las empresas o los servicios públicos parece que no tienen dueño, pero sí lo tienen: su dueño es el Estado y, por ello mismo, todos los ciudadanos. Eso quiere decir que quienes las administran no son sus dueños, sino simplemente eso, sus administradores.

La Consejería de la Comunidad de Madrid, que administra la educación, ha decidido otra vez ajustar plantillas y quitarse de encima a unos tres mil profesores aumentando las horas lectivas del resto. El resultado de esta operación evidentemente será que unos se quedarán sin trabajo y otros trabajaremos más, pero hay algo más, porque con los recortes los alumnos perderán tutorías, desdobles, grupos flexibles, prácticas en los laboratorios, educación compensatoria, etc. O sea, que objetivamente se empeora el servicio.

Puede resultar contradictorio ver cómo quienes deben velar por la calidad y mejora de la empresa que administran toman medidas que lo empeoran, pero quizá sea menos paradójico si pensamos que para la Consejaría de Educación de la Comunidad de Madrid el servicio que administra no le resulta nada rentable ni económica, ni social, ni política ni ideológicamente. Al revés, a la Sra. Aguirre parece que le sobra, porque, como liberal, seguramente le parece una intromisión del Estado en la libertad de los individuos y poco a poco va privatizándola (por ejemplo a través del llamado plan refuerza, que introduce a empresas privadas en los centros fuera de su horario lectivo, en lugar de utilizar a los profesores que ya están en las listas de interinos); y, como conservadora, probablemente le parece una usurpación de lo que naturalmente debería estar bajo la tutela religiosa (por ejemplo, financiando la escuela diferenciada, o sea, segregada, que separa a niños y niñas).

Así que no es de extrañar que, aunque la empresa que dirige no sea suya, entienda que los ciudadanos la han elegido como administradora precisamente para hacer eso: ir eliminando la escuela pública al mismo tiempo que sobreprotege a la escuela concertada y privada. ¿Se imaginan al Consejo de Administración de una empresa tomando medidas que objetivamente la perjudican?

Lógicamente, directores de Institutos y de Colegios públicos, profesores, asociaciones, sindicatos, etc. ya están proponiendo en asambleas, reuniones y páginas WEB respuesta a estas medidas y en defensa de la escuela pública desde el inicio de curso el próximo septiembre. La enseñanza pública madrileña tiene muchos problemas, seguro, pero el mayor de todos es el desprecio por ella de quienes la administran.

* Publicado en ElPlural.com. Tribuna Libre. 31.VII.2011. Catorce meses después, el contenido es perfectamente actual, desgraciadamente.

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