No, no me refiero a la grosera fórmula que se oye ya por cualquier lugar cuando se habla de la situación económica o del precio de las cosas o de las condiciones de la oferta de trabajo precario o de tantas cosas más cuando alguien trata de excusar su abuso. Ni me refiero a cualquiera de los enunciados piadosos de la misma frase: sí o sí, o no había otro remedio, o tenemos que hacer los deberes, etc.
Sí me refiero a ese otro hay lo que hay que trata de poner a la vista lo que está alrededor nuestro. Y ¿qué hay? Pues hay una estrategia para que Europa pierda (elimine,
destruya, suprima u olvide –da igual qué haga-) su modelo económico-político de
protección de libertades y derechos sociales. Y hay unos gobiernos europeos
dispuestos, unos, a imponer esa estrategia y, otros, a colaborar con ella, y un
montón de ciudadanos que se creen lo que les dicen esos gobiernos. Y hay
recortes laborales y paro, mucho paro, para poder crear empleo, dicen. Y hay
recortes sociales (en sanidad, en educación, en dependencia, en desempleo,
etc.) y copagos (en realidad, repagos) a través de tasas en sanidad y educación.
Y hay ayudas hipermillonarias a los mismos bancos que han abusado de nosotros. Y
hay una Merkel y hay un Rajoy y hay un Cameron y hay un Monti y hay un Samaras
y hay un Coelho y hay un Kenny. Y hay instituciones internacionales, europeas o no, que asienten
muy felices. Y hay tantos y tantos abusos más que la lista sería interminable.
Y hay mucha gente que sale a la calle aún pacíficamente para
protestar por tanta injusticia. Hay mucho enfado, mucha indignación, mucha
rabia. Y por ahora hay mucha paciencia
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