jueves, 6 de junio de 2013

DESAIRE AL MINISTRO

Siendo uno, sé que a la vez no soy exactamente uno porque sé que la singularidad del yo es precisamente su pluralidad. Por supuesto que eso no solo me pasa a mí, sino a todos, a cualquiera, a da igual quien. Y eso no ocurre porque seamos esquizofrénicos, sino simplemente porque en distintas situaciones nos comportamos (afortunadamente) de manera tan distinta que bien podemos decir que somos plurales, poliédricos: soy amable, pero sé que soy grosero; tan generoso como tacaño; compasivo y cruel (y ojo que no he dicho que puedo serlo, sino que lo soy) porque hago  (hacemos) todo eso.

Viene lo anterior a cuento del lío que se ha formado porque algunos universitarios brillantes ganadores del Premio Nacional Fin de Carrera negaron el saludo al Ministro de Educación, Cultura y Deportes en el acto de entrega de diplomas. Y entiéndase bien: negaron el saludo al Ministro, no a la persona. Acusarles de mala educación es simplemente no entender (o no querer entender, que es peor). José Ignacio Wert Ortega no estaba en ese acto como José Ignacio Wert Ortega, sino como Ministro de Educación, Cultura y Deportes, de manera que el desaire se lo hicieron al tertuliano/Ministro a modo de protesta política/ciudadana. Cosa distinta es cómo haya vivido él personalmente este papelón en el que se ha visto envuelto (y hemos visto todos menos los que ven solo los telediarios de la 1 de TVE).

Al tertuliano/etc. no le han hecho un escrache, no han rondado su casa para protestar, no han involucrado a su familia, simplemente le han negado un saludo protocolario en un acto protocolario. Y eso no me parece ni de buena ni  de mala educación, sino un gesto político. Y como protesta política contra la LOMCE me ha parecido valiente, pero escasa, o, mejor: valiente por escasa, por demasiado escasa.

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