Ahora resulta que los neocapitalistas de la troika, esos fundamentalistas neoliberales de la UE, el BCE y el FMI se culpan unos a otros del fracaso de sus recetas en las economías más débiles de Europa, porque no están funcionando. Pero no, no se refieren a que no funcionen porque los recortes brutales en el poder adquisitivo de los ciudadanos y los recortes fulminantes en el gasto público nos estén empobreciendo, no. De lo que se quejan es de que la recesión se va extendiendo por toda Europa y daña al sistema. Como si no era previsible desde el minuto uno, como si no se hubiera dicho y advertido por activa y por pasiva. Aquellas recetas que se presentaron como las únicas posibles, ahora dicen que no eran las buenas. Así que, toca agarrase bien, porque a ver qué recetas se les ocurren ahora.
Uno de estos neoliberales, Ch. Wyplosz, lo tiene más claro (a toro pasado, como todos, como siempre): han fracasado los programas, viene a decir, porque se diseñaron para proteger a los países que estaban bien (Alemania y a sus socios del norte), no para salvar a los que estaban mal (Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre y España). Pero ahora resulta que el empobrecimiento de éstos -y de Italia- poco a poco se va extendiendo por la Europa central (a Francia, por ejemplo) y va camino del norte. O sea, que de nuevo lo que preocupa es poner a salvo el sistema (y que Alemania no sufra), no nuestra pobreza.
En su Sociedad Abierta, en 1945, ya advertía Popper (un inteligente liberal, a fin de cuentas) que las utopías terminan engendrando violencia (refiriéndose tanto al nazismo como al comunismo) y parafraseándole bien podríamos decir ahora que las distopias (este neocapitalismo depredador, este Gran Hermano financiero) también: toman estos neoliberales decisiones erróneas con el beneplácito de Gobiernos y de Parlamentos papanatas, o débiles, o cómplices que dañan a millones de personas (sí, a millones) y no pasa nada. Por ahora no pasa nada.
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