Rubalcaba, que cada vez más parece un náufrago, ha dicho en París (en la Cumbre de líderes socialistas del sur de Europa y el en Foro de Progresistas Europeos), que se ha constatado el fracaso de la política de austeridad de la derecha europea y ha propuesto aplicar la austeridad de manera inteligente. Sin duda todos pensamos que toda política que se aplique ha de hacerse de manera inteligente, aunque no solo con inteligencia.
La derecha europea no ha hecho políticas de austeridad, sino de recorte de prestaciones sociales y de derechos sociales y laborales, o sea, de recorte del papel del Estado. Y eso no es austeridad, sino otra cosa bien distinta. Desde ese punto de vista la derecha europea, o sea, desde el fundamentalismo neoliberal, seguro que no se ve como un fracaso, sino todo lo contrario, como un enorme éxito de sus inteligentes políticas, porque lo que verdaderamente buscaba no era la creación de empleo, ni el crecimiento de la economía, sino ajustar el Estado y las condiciones laborales a su medida ideológica.
Por eso no basta con hacer políticas inteligentes, porque se puede ser inteligentemente perverso (es la peor maldad, la inteligente). A la inteligencia es necesario, al menos desde el punto de vista socialista, que se le unan la justicia y la solidaridad con el objetivo de alcanzar la mayor igualdad y el mayor bienestar posibles. Claro que hay que ser austeros, pero la austeridad no consiste en recortar el gasto público destinado a la protección social, sino en evitar lo suntuario y la sangría de la corrupción. Pero no sé si a Rubalcaba, Désir, Seguro, Venizelos y Epifani les suena esto de algo.
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