Ahora que el Estado se va cayendo a pedazos, institución a institución, desde la Corona hasta las alcantarillas, el invisible Rajoy y el náufrago Rubalcaba quieren pactar políticas de Estado, siguiendo el pacto que acaban de firmar para ir juntitos a Europa a pedir o a que nos den. Curiosas políticas de Estado esas que se hacen en reuniones discretas entre los dos grandes partidos y dejan fuera a los demás.
Es por el bien de España, dicen, y, si fuera así, sería un noble intento, claro. Pero mucho me temo que eso ya no cuela porque más parece un apaño entre ambos para estabilizarse y dar la imagen de estar haciendo algo. Aznar asoma el bigote ralo y la mirada que asusta y el invisible se echa a temblar porque si bien el PP dice estar con él, lo cierto es que muchos en su partido añoran al otro. Y el Rajoy invisible que no quería oír nada de nada de pactos, por arte de birlibirloque (y parece que también de la Zarzuela), pacta. Y el náufrago, perdiendo autoridad en su partido a cada rato, pacta y deja a los pies de los caballos a todo el grupo parlamentario, que si ya antes no sabía muy bien qué oposición se estaba haciendo, ahora ya tendrán claro que no puede hacer oposición y que el PSOE ha dejado de ser el principal partido de la oposición.
Para mantener el teatrillo y seguir saliendo en los telediarios y en las primeras páginas seguro que montarán algún rifirrafe en el Congreso y/o en el Senado, pero guiñándose un ojo y con los dedos cruzados a la espalda. Izquierda Unida, supongo, se estará frotando las manos y asumirá gustosa el papel de principal partido de la oposición, que el PSOE ha dejado vacante.
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