El Primer Ministro italiano, Enrico Letta, casi estrenando gobierno, ha pedido disculpas a los jóvenes italianos que, a falta de expectativas y de oportunidades laborales en su país, han tenido que irse fuera en busca de trabajo. Alguno lo querrá interpretar como demagogia, seguro, pero más parece -eso creo yo- un gesto de sensibilidad democrática y de vergüenza patriótica.
No hace mucho, aquí, la Ministra de Empleo, la devota Báñez, hablaba de movilidad exterior para referirse a todos esos jóvenes que han tenido que buscar trabajo fuera de España. Y poco antes, su Secretaria de Inmigración y Emigración, Marina del Corral, lo explicaba como parte del impulso aventurero propio de la juventud. Ahora González Pons, el atildado portavoz del PP, dice que realmente no son emigrantes porque quedándose en Europa, se quedan en casa. Está muy bien que los jóvenes -y no tan jóvenes- tengan la posibilidad de trabajar fuera de España, que toda Europa sea para ellos su espacio laboral natural, que sus expectativas laborales se proyecten allá donde ellos mismo prefieran. Eso es estupendo y envidiable. Pero deja de serlo cuando de ser una expectativa más pasa a ser una necesidad. Por eso quienes se van se ven a sí mismos como exiliados económicos.
No hace mucho, aquí, la Ministra de Empleo, la devota Báñez, hablaba de movilidad exterior para referirse a todos esos jóvenes que han tenido que buscar trabajo fuera de España. Y poco antes, su Secretaria de Inmigración y Emigración, Marina del Corral, lo explicaba como parte del impulso aventurero propio de la juventud. Ahora González Pons, el atildado portavoz del PP, dice que realmente no son emigrantes porque quedándose en Europa, se quedan en casa. Está muy bien que los jóvenes -y no tan jóvenes- tengan la posibilidad de trabajar fuera de España, que toda Europa sea para ellos su espacio laboral natural, que sus expectativas laborales se proyecten allá donde ellos mismo prefieran. Eso es estupendo y envidiable. Pero deja de serlo cuando de ser una expectativa más pasa a ser una necesidad. Por eso quienes se van se ven a sí mismos como exiliados económicos.
Pero ni esto es Italia ni éstos tienen los mismos modales que Letta. A estos neoliberales, tan conservadores, tan meapilas, que se les llena la boca de patria y de bandera, les sobra tanta soberbia como sensibilidad democrática y social les falta. Quizá porque para ellos la patria y la bandera son su fachada.
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