Dicen las cifras que éste ha sido el debate sobre el Estado de la Nación que menos audiencia ha tenido en la tele (menos de doscientos mil seguidores). Y me lo creo, claro que me lo creo. Dice la prensa en general (con más entusiasmo la prensa amiga del PP -o sea, casi toda-) que entre Rajoy y Rubalcaba, ha ganado Rajoy. Y también me lo creo, aunque no me guste nada de nada. También bastante prensa coincide en bien valorar a UPyD y a IU (particularmente a Cayo Lara). Y, sí, también me lo creo.
Parece que no contó el invisible Rajoy con que Rubalcaba apenas iba a ser creído y seguido fuera de sus fieles, y por eso atacó como si no fuese él el Presidente del Gobierno, sino la voz de la oposición: yo no pido su dimisión, le dijo (y otros dardos bien afilados y bien apuntados). Por eso, el invisible Rajoy a estas horas estará arrepentido de la escasa repercusión que ha tenido el debate (qué eufemismo...), pero estaba cantado que iba a ser así: por una parte, porque él mismo y el PP han hecho todo lo posible por aguarlo y descafeinarlo (previendo un trastazo bien merecido por los temas económicos y, sobre todo, por la corrupción) y, por otra parte, porque me perece que la gente (o sea, cualquiera de nosotros) tiene clara conciencia desde hace tiempo del verdadero estado de la nación porque lo sufrimos todos los días y clarísima conciencia de que lo que iban a debatir en el Congreso tendría poco que ver con esa situación.
Así que, si no entiendo mal, mucha, muchísima gente ha pasado del debate porque ya sabía de qué iban a hablar (de ellos) y de qué no iban a hablar en serio (de nosotros). Y, sobre todo, porque el verdadero estado de la nación se verá el próximo sábado, cuando salgan a la calle todas las mareas de todos los colores: sí se puede, sí se puede.
Dice la prensa que el incombustible Rubalcaba ha salido más tocado del debate que entró en él. Y eso me lo creo a pie juntillas. Pero dice mucha prensa que Rajoy sale reforzado del debate, que se ha reinventado, que vuelve con nuevos bríos. Y eso sí que no me lo creo ni borracho.
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