Como toda organización con una historia larga el PSOE tiene muchas herencias a sus espaldas, empezando por la más originaria de Pablo Iglesias y el pablismo, pasando por la II República, la dictadura franquista y el exilio, hasta la transición y, ya en estos tiempos, los años de democracia. De todo eso, de sus pasos tanto por la oposición como por el gobierno (por los gobiernos, si contamos los autonómicos o si diferenciamos legislaturas) tiene que hacerse cargo el PSOE de mañana. De todos los haber y de todos los debe tiene que hacerse cargo si quiere ser de nuevo un partido creíble y de referencia para la izquierda.
En el haber de los gobiernos de González hay muchas, muchas cosas: la universalización de la enseñanza y la sanidad públicas es un logro enorme. La prolongación de la edad escolar hasta los 16 años, otro. Mucha de la modernización de España también esta en el haber, así como la negociación y entrada en la Unión. Pero hay también un debe de aquellas gestiones: la brutal reconversión industrial, los vaivenes en el asunto OTAN, por ejemplo, pero sobre todo la guerra sucia y el coqueteo con el capitalismo (después de haber renunciado al marxismo como método) que abrió la puerta al neoliberalismo y, aún peor, a la corrupción. Tanta corrupción que les costó el gobierno.
En el haber de los gobiernos de Zapatero están todas las leyes que dieron cuerpo a la libertad entendida como no dominación, esto es, las leyes que extendieron derechos que algunos colectivos no podían ejercer. La de memoria histórica, la de igualdad, la de ayuda a la dependencia, la de matrimonios del mismo sexo, etc. son ejemplo de ello. En el debe, sin duda, su rendición aquel 10 de mayo de 2010 a las exigencias del neoliberalismo, y las sospechas de corrupción. Otra vez la corrupción.
Y en el debe de ambos sus relaciones acomplejadas con la iglesia católica, reconociendo a la Conferencia Episcopal, a los obispos y al Vaticano más poder del que realmente tienen.
Si alguna vez hay renovación en el partido el camino está bien marcado: políticas sociales de izquierda, que siempre están en el haber, y políticas económicas de izquierda, sin coqueteos ni entregas a un capitalismo cada vez más agresivo y voraz. Y laicismo, que ya está bien.
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