
Seguro que son muchas las razones que lo están haciendo posible, pero algunas parecen muy evidentes: la rendición neoliberal de Zapatero en mayo de 2010 -cueste lo que cueste, etc.-; el desconcierto del partido, de los militantes y simpatizantes -votantes al fin- tras el cambio radical de rumbo político; el más que previsible batacazo electoral de 2011; el empecinamiento de Rubalcaba en seguir dirigiendo el partido; la indecisión en el tipo de oposición al gobierno; etc. Creo, sin embargo, que todas estas razones, y otras tantas no citadas, se pueden resumir bien en una: los electores de izquierda ya no se fían del PSOE y buscan una opción que concuerde con sus planteamientos. Probablemente IU da, hoy por hoy, esa opción a muchos votantes del PSOE.
Suele haber, pese a todo, una cierta creencia en que, a la hora de la verdad, cuando haya que meter la papeleta en las urnas, el votante del PSOE volverá a introducir en el sobre la candidatura socialista, que no se atreverá a darle su confianza a IU. Puede ser, claro. Pero también puede no ser y encontrarse el PSOE huérfano de apoyos y en una situación aún más deplorable que la actual, al borde incluso de la desaparición o de la irrelevancia política e institucional.
El problema para el PSOE ya no es cómo evitar esto, sino cómo gestionar lo que es más que probable que le va a pasar. La hipótesis del tercer puesto (o cuarto) y de sus consecuencias debería centrar ya sus reflexiones y sus decisiones internas.
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