El ideal de un Estado mínimo es el objetivo de todo liberal y de ahí su empeño en disminuirlo cuanto sea posible. El argumento que utilizan es que el Estado se ha sobredimensionado asumiendo tareas que no le son propias y que las relaciones privadas entre individuos resolverían mejor. Suele añadirse al argumento que ese Estado mastodóntico es económicamente insostenible, porque necesita de altos impuestos para mantenerse y, por ello mismo, limita y coarta la libertad individual. Por eso el otro mantra liberal es la reducción de impuestos y que cada consumidor de servicios pague lo que consume.
Intencionadamente o no, este neoliberalismo olvida que una de las tareas fundamentales del Estado, en tanto que organización de toda la comunidad de ciudadanos, es la redistribución de la riqueza de manera que ningún ciudadano viva por debajo de las condiciones de dignidad propias de cualquier ser humano cubriendo con la abundancia de unos la escasez de otros. Por eso se reivindican impuestos suficientes y, desde luego, progresivos, además de un Estado laico (neutral) también en materia económica (esa nueva religión).
Desde 1789 (no desde 1776) Europa se ha construido sobre tres valores fundamentales: la libertad, la igualdad y la fraternidad. Y ni la libertad es solo la libertad económica, ni la igualdad es únicamente la igualdad de oportunidades, ni la fraternidad (la solidaridad) es caridad. Y el Estado, el Estado democrático, debe proteger y garantizar la libertad, la igualdad y la solidaridad de los ciudadanos y entre los ciudadanos. Seguro que eso es más caro, pero socialmente es más justo y moralmente más debido y felicitante.
Son éstas dos formas de entender el espacio político (liberal, una; socialista -socialdemócrata-, otra) y durante años se han sabido mantener en equilibrio. Lamentablemente ese equilibrio está roto y el liberalismo pretende hacer valer solo sus tesis y todas sus tesis. Y recortan, claro que recortan los servicios sociales que los ciudadanos consiguieron. No son ajustes para devolver a la sociedad civil lo que de la sociedad civil es, sino recortes a lo que es de todos y ha surgido del esfuerzo de todos para la protección de todos.
Intencionalmente o no, este neoliberalismo olvida que los fundamentos últimos de la libertad individual que defienden con tanto esmero son la propiedad privada y el derecho individual a portar armas, como permanentemente recuerda la NRA (National Rifle Association). Tradición que, afortunadamente, ni es de ni está en Europa. Hoy, dos de mayo, seguro que es un buen día para recordar estas cosas.
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