Son la abstención, IU y UPyD los más beneficiados de la sangría de votos que se anuncia tanto para el PP como para el PSOE, aunque en distinta proporción y con matices.
De todas las abstenciones siempre hay que descontar una parte estrictamente técnica (errores en el censo, enfermedades, imprevistos, desentendidos, viajeros, etc.), pero sí es cierto que hay otra parte que expresa una genérica idea política de rechazo, bien al sistema general, bien a la situación concreta. En sí misma, pues, salvo que una determinada opción política hiciese campaña abstencionista, solo expresa rechazo y no militancia. Cuánta de esa supuesta abstención (hasta un 48% en algunos sondeos) es atribuible a votantes (ex votantes) del PP, cuánta a los del PSOE y cuánta a los votantes de otros partidos (y a los jóvenes que se incorporan al censo y que no querrán ejercer su derecho) no es nada fácil de determinar antes de que ocurra.
IU en cada sondeo que se publica va ganando terreno y cada vez está más cerca del PSOE, de manera que la hipótesis del sorpasso ya no es un disparate, porque su tendencia es al alza, recogiendo seguramente muchos de los votos perdidos por el PSOE, quizá también de algunos partidos pequeños de izquierda y muy probablemente de una parte de los movimientos sociales. IU ha tenido la habilidad de presentarse como la única opción clara de izquierda, crítica siempre con el sistema. Y, a la vez, ha sabido quitar atención sobre sus propias ambigüedades: mientras en Extremadura sostiene un gobierno del PP, sostiene uno gobierno del PSOE en Andalucía, por ejemplo. Pero en los sondeos a IU ya se le atribuyen más de un 16% de votos y 48 escaños, de manera que sin duda tiene una oportunidad clara de aumentar su presencia y su influencia política, aunque seguramente sabe Lara que muchos de esos supuestos votos serán provisionales: prestados y a la espera de resultados.
UPyD es una incógnita. Casi se está estrenando y apenas tiene presencia institucional pero su discurso de nacionalismo españolista radical le está dando frutos muy evidentes. Como no tiene historia, tampoco tiene mayores asuntos que se le puedan reprochar más allá de las torpezas mediáticas del Diputado/actor y de la sombra de oportunismo político que siempre cae sobre Díez (que en su día fue Consejera socialista en el Gobierno Vasco; que en su día disputó a Redondo las primarias para la candidatura a Lehendakari; que en su día se enfrentó en las primarias a Bono y a Zapatero para ser Secretaria General del PSOE). Los sondeos pronostican unas subidas espectaculares, multiplicando por seis su presencia actual (pasando de 5 a 30 Diputados, por ejemplo). Pero es una incógnita que se despejará si en algún momento, en alguna institución, llega a tener poder efectivo, porque si por una parte su propuesta nacionalespañolista se acomoda a muchos votantes conservadores, sus propuestas morales alejan a esos mismos votantes.
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